Finalmente, este jueves llegó a Oberá el cuerpo de Gladis Gómez (39), la comerciante fallecida después de un ataque “motochorro” hace dos semanas.
Tras una misa de cuerpo presente en la parroquia Cristo Rey, fue trasladada a su última morada en el cementerio municipal La Piedad.
“Lo vivimos con indignación, porque fue una muerte no querida por Dios“, sino “adelantada por este acto cobarde y cruel de quienes asaltaron su negocio y atentaron contra su vida. Pero hoy queremos vivir este momento con la mayor paz posible”, sintetizó el obispo local Damián Santiago Bitar al término de la ceremonia.
Reiteró lo expresado en las marchas por justicia realizadas cuando Gómez todavía agonizaba, en el sentido de que “nuestra sociedad está enferma por muchos virus y la inseguridad es una consecuencia. El eclipse de Dios termina eclipsando al hombre y el hombre es capaz de cualquier cosa, inclusive matar gente. Pero es un combo de cosas que está llevando a que la sociedad se enferme y a que ocurran estos hechos de violencia: la desintegración de la familia, la pérdida de valores y derechos humanos básicos, la desocupación, la deserción escolar, el aumento de la droga… Una decadencia ética“.
También cuestionó que “la Justicia es un poco lerda, pero confiemos en que este caso se esclarezca y se caiga con el peso de la ley como corresponde, por el bien de toda la comunidad obereña, porque si no, todos estamos expuestos a ser los próximos“, sentenció Alphonso.
Andrea Chiriniuk, de la Renovación Carismática de la parroquia Cristo Rey, grupo al que pertenecía Gladis, apuntó que “es un momento muy triste para la familia y la comunidad, que hemos sufrido mucho su agonía” y reclamó “una investigación seria y un justo juicio para que nuestra hermana querida pueda descansar en paz”.
En el entorno de la familia, destrozada por el dolor, nadie quiso hacer declaraciones.