El 2 de marzo de 2022, a las 21, Gladis Gómez atendía su comercio en la calle Piedra Buena de Oberá cuando ingresó un delincuente, le dijo que le entregara la plata y, como la respuesta fue negativa, le disparó.
Cuando llegó la policía, Gómez estaba consciente y relató lo que había pasado. Fue llevada de urgencia al hospital SAMIC local, donde fue atendida por una “lesión con orificio de arma de fuego en la cabeza del lado derecho arriba de la ceja, sin orificio de salida”.
Desde entonces permaneció once días en estado crítico, hasta que el 13 de marzo se confirmó su deceso.
Mientras ella pasaba las primeras horas de posoperatorio en coma farmacológico, familiares, amigos, vecinos, el obispo de Oberá, Damián Bitar, el sacerdote Edward Alphonso y fieles de la parroquia Cristo Rey -donde ella era catequista- se congregaron para pedir justicia y elevar oraciones por la recuperación de la víctima.
Cuando se cumplió una semana del ataque, efectivos de diferentes dependencias de la Unidad Regional II, en colaboración con la Dirección de Investigaciones Complejas, con una orden de allanamiento ingresaron a una vivienda del barrio Caballeriza de Oberá, donde aprehendieron a un joven de 28 años conocido con el alias de “Marito Mandagarán” y sindicado como el potencial autor del disparo.
Días después se concretó la detención de “El Chueco”, de 27 años, a quien durante días efectivos de la Dirección Homicidios le siguieron el rastro por varios barrios de Oberá. Al parecer, al percatarse que lo podían identificar por la motocicleta utilizada en el ataque, la pintó de otro color y esto aceleró las sospechas.
“Lo vivimos con indignación, porque fue una muerte no querida por Dios”, sino “adelantada por este acto cobarde y cruel de quienes asaltaron su negocio y atentaron contra su vida. Pero hoy queremos vivir este momento con la mayor paz posible”, sintetizó el obispo Damián Bitar.
“Nuestra sociedad está enferma por muchos virus y la inseguridad es una consecuencia. El eclipse de Dios termina eclipsando al hombre y el hombre es capaz de cualquier cosa, inclusive matar gente. Pero es un combo de cosas que está llevando a que la sociedad se enferme y a que ocurran estos hechos de violencia: la desintegración de la familia, la pérdida de valores y derechos humanos básicos, la desocupación, la deserción escolar, el aumento de la droga… Una decadencia ética”, agregó.