La fuerte tensión en los precios de las góndolas encontró un freno, pero no por parte de las grandes empresas, sino de los comercios de cercanía y los propios consumidores. Fernando Savore, vicepresidente de la Confederación de Almaceneros, afirmó que el sector “no convalidó” muchos de los aumentos que las compañías líderes intentaron imponer tras la última fuerte suba del dólar, que había superado los 1.500 pesos.
En diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, Savore explicó que, ante esos intentos de remarcación, la respuesta del consumidor fue contundente: “hay mucho reemplazo” de marcas conocidas por marcas PyME, que están experimentando un notable crecimiento.
El dirigente ejemplificó esta tendencia con casos concretos: mientras un pan lactal de primera marca debe venderse a $7.000, un pan PyME del mismo gramaje se ofrece a $2.500. “La gente le da la chance, lo prueba y se da cuenta que esa calidad es buena”, sostuvo. Esta migración se repite en galletitas, mermeladas, fideos y lácteos.
En el sector lácteo, que este mes registró otra suba del 2,8%, un sachet de leche de marca líder alcanza los $1.600, mientras que empresas PyME “que no tienen propaganda en televisión” permiten venderlo a $1.200. Esos $400 de diferencia, multiplicados por la cantidad de días y de hijos, pesan en el bolsillo familiar.
Bonificaciones en lugar de bajas
El vicepresidente de los almaceneros detalló la estrategia que utilizaron para resistir las subas, aprovechando que la mercadería tiene fecha de vencimiento. “Es plantarnos frente a ellos y ver si ceden”, indicó.
El resultado de esta postura se vio en los últimos 15 días: Savore señaló que muchas empresas, si bien no bajaron los precios de lista, comenzaron a enviar “bonificaciones” de entre un 10% y un 15%. Destacó que “la picardía” del comerciante es trasladar esa rebaja directamente a la góndola para nivelar los precios.
Un caso testigo es el de la yerba mate. Tras un aumento de casi el 10% hace unos 20 días, ahora se observan “muchas promociones” de las marcas más conocidas en mayoristas y distribuidores. “El aumento intencional que hicieron, la gente no respondió”, sentenció, subrayando que el consumidor final es quien decide.
Esta estrategia parece estar funcionando. Según datos de la consultora Scentia , mientras los hipermercados registraron una caída en sus ventas del 2,4%, los comercios de cercanía crecieron un 9,1%.
Savore atribuyó este éxito al “formato laboral” del almacén, que, gracias a la libertad de precios, les permite competir.
Sin embargo, reconoció que el contexto es complejo para las familias, ya que una parte importante del sueldo se destina a pagar servicios como luz, gas, internet, transporte, prepagas, combustible, colegios y eventuales alquileres.

“Compra hormiga”
Este ahogo financiero modificó drásticamente el comportamiento de compra. Savore describió el auge de la “compra hormiga”: el cliente va al negocio, compra solo el puré de tomate, los fideos y el queso rallado, y se va.
Explicó que, si bien el valor final del cierre de caja es similar al de hace un mes, la cantidad de tickets “ha crecido mucho, entre un 20% y un 30%”. La gente, dijo, ya no va a un hipermercado “para gastar 200 mil pesos”.
Criticó la política comercial de los hipermercados, centrada en promociones de “compre tres”, donde, según él, si se compra una sola unidad, “se termina pagando más caro”. Los almacenes, en cambio, aplican las promociones “en unidad”, una política que, asegura, les da resultado tanto en barrios humildes como en zonas con presencia de hipermercados.
Inflación y crédito
En cuanto a la inflación, admitió que se vive “un momento un poco más tranquilo” comparado con los picos de 25% mensual. Si bien el objetivo es el 0%, un índice del 2,1% permite que la gente “compre más relajado” y no necesite salir a estoquearse apenas cobra. Esta tranquilidad, paradójicamente, también explicaría la caída de los hipermercados, donde se ven “changos por la mitad”.
Alertó también sobre la “morosidad” en las tarjetas de crédito, una “bola de nieve” que atribuyó, en parte, a las promociones de pago en cuotas de las grandes superficies, que luego son difíciles de afrontar.
Para Savore, el país atraviesa un “cambio de paradigma importante”, una “reeducación” donde empresarios y comerciantes deben entender que la rentabilidad ahora pasa por “producir más y ganar en la cantidad, con una rentabilidad pequeña”, y no en la unidad. Admitió que esto es un desafío para los comerciantes, que también sufren el aumento de costos operativos (luz, impuestos), pero insistió en que “hay que hacer el esfuerzo” y “repensar” los márgenes.
Incluso mencionó la existencia de un grupo de Whatsapp, “Comerciantes Argentinos”, para mantener informados a colegas de todo el país sobre precios y discusiones gremiales.
El reclamo por la reforma laboral: “Terminar con los juicios”
Finalmente, Savore se refirió a la necesidad de una reforma laboral, un reclamo que el sector sostiene desde hace un año. Aclaró que, si bien “primero hay que cuidar al empleado”, que en los comercios chicos es “parte de la familia”, es urgente terminar con el “caranchaje” de abogados que “siempre motivan a que haya un juicio laboral”.
Advirtió que, a diferencia de una empresa grande, un pequeño comercio “no puede enfrentar” un juicio de este tipo. “Un juicio nos puede llevar el negocio”, afirmó, y relató el caso de una kiosquera que, tras un litigio, tuvo que cerrar y ahora trabaja como empleada en una papelera.
“Les pediría que hagan una encuesta y pregunten si algún comerciante […] pudo ganar o empatar un juicio laboral. Todos los perdimos”, sentenció.
Sostuvo que este temor “acobarda” al comerciante y funciona como un “tapón” para la generación de nuevos empleos.
Además, criticó la alta carga impositiva sobre el empleo formal, indicando que el aporte patronal “representa más del 50% del sueldo”. Ejemplificó que para un empleado de comercio que gana $1.000.000, el costo patronal supera el medio millón. Para Savore, “hay algo que está mal” y esto explica el 40% de trabajo informal en el país.




