A nivel internacional el 2 de mayo es el día del bullying, y al igual que otros “días de” es una buena oportunidad para reflexionar, concientizar y pensar en cómo podría, la sociedad en su conjunto, trabajar para luchar contra esta problemática que afecta a tantos niños, niñas y adolescentes.
“Este día sirve para poner en agenda este tema y para hablarlo. El bullying es una conducta entre niños y adolescentes que buscan humillar a otro para enaltecer su propio poder, desde lo físico, lo simbólico, lo emocional. Ese otro es elegido ‘como víctima’ de esta situación y se le hace de todo para hacerlo sentir inferior y de esa manera elevarse como grupo”, comenzó explicando en diálogo con FM Santa María de las Misiones la licenciada en psicopedagogía María Zysman, quien además es fundadora y directora de la organización Libres de Bullying.
No obstante, admitió que esto no sucede en todos los grupos de las escuelas; sino que hay núcleos que “conviven bien”, y en caso de que surja este problema, “hay varias cosas que se pueden hacer para contrarrestarlo”.
En este punto hizo especial énfasis en tres cuestiones fundamentales: no naturalizar este tipo de conductas; reforzar la vinculación entre los educadores y las familias; y, por otro lado, que los padres presten atención a los cambios de conducta de sus hijos, que los escuchen y comprendan.
Consultada sobre qué cambios ha notado a lo largo de sus 30 años de trayectoria en el tema, la especialista en bullying, grooming y ciberacoso reconoció que la sociedad “está mejor que antes” porque se habla de la problemática, se tratan casos, se evalúa. Sin embargo, opinó que “a nivel vincular” la situación es realmente complicada, refiriéndose a las distintas esferas de la vida diaria.
“Los chicos están creciendo con este mensaje, y es que los adultos estamos muchas veces desbordados, que no les prestamos la atención que ellos necesitan, con una corriente que estigmatiza demasiado a los niños que se alejan un poquito de la norma o que tienen conductas que son inherentes a su etapa evolutiva, como por ejemplo la adolescencia, entonces se lo ve a todo como patológico. Y es desde ese lugar que los chicos también asumen sus roles; después vemos chicos que están orgullosos de pertenecer al grupo de ‘los malos’ por así decirlo, y hay que ayudarlos a salir de esos lugares”, describió Zysman.
Sugirió que es necesario hacerles ver y entender otras formas de relacionarse: “mostrarles que se puede ser tierno, amable, no ir con la masa, que se puede decidir entre otras opciones, que a veces se puede tener pocos amigos, porque al parecer está mal visto ‘estar solo’; es una suma de cosas que dañan a los chicos”, añadió.
Y sintetizó: “no naturalicemos ningún tipo de práctica que haga sufrir a alguien”.
La necesidad de alianza entre las escuelas y las familias
Si bien la psicopedagoga aseguró que actualmente hay muchos docentes que se interesan en el tema y se forman para saber cómo actuar ante una situación de bullying, así como también hay padres más atentos, dijo que existe una gran diversidad de educadores y familias que quizás no se comprometen como deberían.
“Creo que estamos más complicados respecto a que la familia y la escuela no están muy aliadas, entonces lo que necesitamos es más alianzas y menos batallas, menos acusaciones mutuas y más trabajo en conjunto. Porque estoy segura que todos quieren que los chicos estén bien, coinciden en eso. Lo que pasa es que a veces lo que se hace para lograr su bienestar no es suficiente”, argumentó.
Cómo identificar si un niño sufre bullying
Según explicó la licenciada los chicos “de alguna manera ‘se apagan’, empiezan a bajar la mirada, a meterse muy para adentro, a llorar sin motivo aparente”. Señaló que algunos comienzan a tener trastornos de sueño, otros duermen más, no quieren levantarse; cambian su manera de comer y hasta de estudiar. “Si uno entra a un aula donde hay un chico excluido se nota hasta físicamente, porque está solo y a su alrededor no hay nadie”.
“Todos los cambios de conducta y del estado de ánimo de nuestros hijos nos tienen que abrir un interrogante, interesarnos sobre qué les puede estar pasando. Puede ser bullying o pueden ser otras cosas”, insistió.
Ante esto, aclaró que no sólo una situación de bullying es la causante de hacer sufrir a un niño o adolescente, “pueden haber muchas otras razones”, por eso es importante averiguar, dialogar, indagar, pero sin presionarlo: “porque sino de alguna manera nosotros también nos volvemos hostigadores; tenemos que generar el espacio y el ambiente adecuado como para que los chicos tengan ganas de contar, y no obligarlos a decir lo que no quieren decir”, recomendó.
A su vez, es necesario hablar con el maestro o maestra para buscar una solución integral. “Que digan que el chico se lo busca, que está fabulando, exagerando o está a la defensiva son respuestas absolutamente inadmisibles”, criticó
Lo que falta
Consultada acerca de las mejoras que todavía restan por concretarse para combatir esta problemática social, María Zysman reiteró que el trabajo comprometido y en conjunto probablemente haría la diferencia, y lo que más necesitan los entornos que rodean a los niños y adolescentes es “tiempo”.
“Falta tiempo para que los docentes puedan pensar, pensarse, juntarse con otros docentes, elaborar estrategias comunes, falta que se dignifique el trabajo docente, que se le de el espacio a la familia para que también se sienta contenida por la escuela, pero que también acepte las cuestiones que plantear la institución. También falta tiempo para las mismas familias para poder jugar con sus hijos, acompañarlos y escucharlos”, finalizó.