Proteger la naturaleza, pensar en el planeta a futuro, fomentar la conciencia ambiental sobre todo pensando en el deterioro y pérdida de la biodiversidad que están generando las acciones de los seres humanos, son algunas de las acciones que llevan adelante los militantes de Kaapuera.
El ambientalista Rulo Bregagnolo, que concibe “la vida como un breve y agradable paseo sobre la tierra” y sostiene que su templo es la naturaleza y su religión cuidarla, hizo un paseo por el trabajo realizado desde su niñez hasta esta parte de la historia, páginas de un libro imaginario por donde pasó la fundación del grupo ecologista Cuña Pirú en 1992, la Red de Asociaciones Ecologistas (RAE) en 1998, en 2010 la mesa provincial “No a las represas” y también, con “otros amigos ecologistas conocidos, el Frente Ciudadano Ambiental Kaapuera en 2017”, detalla.
Y entre ese relato vívido de acciones en pos del planeta rememoró la conformación de Kaapuera. “El monte que se viene”, en guaraní, es la confluencia de militantes defensores de la naturaleza y la familia agraria, cuyo mástil es la honestidad y nuestra bandera es la coherencia”.
Agregó que en los inicios del frente, se propusieron junto a Cristina Besold y Diego Ciarmiello, “reunir a varios referentes y materializar sueños comunes desandando esperanzas. Sumamos saberes, confianzas, capacidades y se fue agrandando el Frente. Desde 2017 hemos generado mucho debate, elaborado propuestas y dado muchas respuestas”, detalló Bregagnolo.
Asimismo, destacó que los une “el respeto mutuo y la diversidad, que amalgama todo el afecto. Estamos creciendo con firmeza y nos consolidamos como movimiento ambiental. Si bien Cuña Pirú es la veterana de las oenegés en Misiones y sigue vigente, Kaapuera genera otra impronta, necesaria, debido a los integrantes de trayectoria que la conforman”.
Otros caminos recorridos
También, en 2014, surge la gesta de la “Jangada Libertad”, una embarcación que surcó por varios días el río Uruguay, desde El Soberbio (Misiones) hasta Santo Tomé (Corrientes) para sensibilizar a la población ribereña hacia un mayor compromiso con el ambiente y el rotundo rechazo a las grandes represas en la región.
“Otro de los gratísimos momentos de esta maravillosa vida. Un grupo humano hermoso con el que recorrimos, en una balsa de tacuaras sobre tambores contando por qué no a Garabí ni Panambí y promoviendo la consulta popular del 2014”, relató emocionado Rulo, haciendo referencia al ícono de una lucha pacífica.
El interés
El camino que fue andando Bregagnolo, este aristobuleño del Cuña Pirú, mucho tiene que ver, según el mismo lo define y agradece, con la vida que pudo llevar en su infancia. “Preciosa y por supuesto gracias a mis padres y hermana que siempre estuvo”.
En sus recuerdos está la casa familiar donde se crió. “Vivíamos frente a la plaza Libertad y detrás de la plaza ya empezaba el monte. Mi plaza siempre fue la selva, el monte. Cuando fueron pasando los años, el progreso fue haciendo lo suyo, mi plaza, el monte se fue alejando. Cuando me voy a estudiar a la universidad, venía inicialmente de seguido, luego más esporádicamente pero mi compromiso nace con el ambiente porque me voy dando cuenta que muchas cosas iban sucediendo y entre ellas, mi plaza que se alejaba. Mi monte cada vez más lejos”.
Actualmente tiene 55 años, fue dos veces campeón argentino de salto con garrocha e incluso recibió el premio Márquez en 1982, como deportista destacado de Misiones, además de integrar la preselección argentina de atletismo, para los sudamericanos.
En diciembre de 1988 hizo un viaje desde Resistencia, Chaco, hasta Aristóbulo en bicicleta.
Pasó por la carrera de ingeniería en construcciones de la UNNE, Chaco, y en 1990 se transformó en fotógrafo y está “feliz de haber encontrado esa veta” en una actividad que mantiene hasta la actualidad. Viajó de mochilero con un amigo por países andinos y en 1991 comenzó la carrera de Antropología.
Una de las primeras grandes fotografías que toma Bregagnolo fue en el basural, la cual fue premiada. “Yo tomaba muchas imágenes en el lugar, porque quería que la gente entendiera qué consumía y que había una responsabilidad en lo que arrojaba”, relató.