Martín Alejandro Rau (41) cumplirá en noviembre próximo cuatro años al frente de la Fiscalía del Tribunal Penal 1 de la Primera Circunscripción Judicial. Durante dos años le tocó subrogar además la vacante de la Fiscalía del TP-2. El contexto no le ofreció viento a favor. La pandemia de COVID-19 se atravesó, es incuestionable, pero con los objetivos y formación como horizonte y herramienta, acompañó la evolución del servicio de Justicia en su fuero.
“No somos máquinas, somos seres humanos conformados por un cosmos. Este cargo yo lo quería desde que estaba en la facultad de Derecho, siempre quise ser fiscal de un tribunal penal, me llegó en un momento óptimo de mi vida. Pero a partir de los quince primeros días en la función los episodios personales comenzaron a marcarme mucho más: falleció mi cuñada, ocho meses después mi suegra y al año mi suegro, por lo que sumamos, con mi pareja, a nuestra vida a un sobrino como hijo adoptivo, en el medio de esto la pandemia se presentó como un golpe brutal, no sólo para mí, fue para todos convivir con el encierro”, describió Rau pero también remarcó que los escollos fueron enfrentados: “En la Fiscalía ampliamos la utilización del SIGED (expedientes digitales), la herramienta ya la teníamos por lo que no significó un problemón emplearla aún más. El contexto mundial y funcional, más lo que me tocó personalmente, se convirtió en un desafío muy grande. Ya pisábamos en el barro, por lo que la cuarentena y aislamiento por pandemia se sumó como condimento, pero no impidió que trabajáramos”.
“Asumí el 14 de noviembre 2018, desde febrero de 2019 tuve a cargo las dos fiscalías y fue un gran desafío, hacerme cargo de mi fiscalía pero también de la 2 que estaba vacante y con un tribunal aún en formación también. El caudal de causas por mover lógicamente era mucho (…) Logramos reducir los márgenes de prisión preventiva. Cualitativamente salimos mejores como servicio de justicia. Reformamos el equipo, entendido como que volvimos a formar a los empleados para el trabajo jurídico pleno y el administrativo de las dos fiscalías. En ese momento fueron muchas horas de trabajo y capacitación que apuntaron a buen puerto. Esto no es Disney, pero tratamos de hacer las cosas de la mejor manera, demostramos que nos defendemos con trabajo constante. El destinatario del servicio que presto está claro. Para hablar conmigo no hay que pedir entrevistas o audiencias, la oficina está abierta sin pedir turno”.
Vale recordar que el Consejo de la Magistratura concursó y ternó a Rau para suceder a Liliana Picazo, hoy ministra del Superior Tribunal de Justicia. “Picazo es un modelo a seguir, no sólo para esta fiscalía sino para el Ministerio Público completo. Yo fui empleado del Tribunal Penal 1 y su desempeño me sirvió en gran parte para formar el mío. Hay que copiar las cosas que se hacen bien”.
“Quiero llegar al estándar de lo apropiado pero debemos a su vez ampliarlo, modificarlo para mejorar (…) No podemos olvidar que la Justicia debe responder a la sociedad. Este servicio tiene contraprestación y me obliga como funcionario a mantener una conducta decorosa dentro y fuera de la función (…) Este laburo no es de seis horas diarias, nos exigimos y tratamos de progresar todo el tiempo posible, la fiscalía tiene este compromiso”.
Ni carcelero ni abolicionista
“Si la mirada es extrema y superficial se puede llegar a entender que el proceso penal tiene sólo dos lados, uno el del fiscal como punitivista y en el otro el defensor abolicionista. Y en el medio el tribunal que actúa como medio lo más salomónico posible. Se nos puede ver y calificar a los fiscales como los carceleros o mala onda que sólo tratamos de meter tras las rejas a alguien, pero no es ecuánime observarlo así. Yo como profesor de Derecho Procesal Penal no puedo no pensar con el principio ‘pro homine’, estar a favor del ser humano, en este caso el imputado”.
Acusar, pedir prisión perpetua es muy fuerte. Entre las leyes que juré cumplir está el Código Penal y es allí donde están reglamentadas las escalas que corresponden a cada delito. No tengo margen para apartarme de lo que el legislador dice, lo que el Estado indica”.