Hace menos de 10 años era imposible imaginar la apertura de mercado que iban a tener los productos elaborados artesanalmente como el azúcar rubio, muy requerido por sus propiedades saludables para el consumo.
“Este emprendimiento familiar comenzó a tener fuerza una vez que comprobé conmigo misma que cambiar el consumo de azúcar blanca por el rubio era bueno para mi salud. Entendí que el resto de las personas también iban a querer cuidarse. Así arrancamos y nunca dejamos de soñar con tener nuestra propia marca, para que nunca más los intermediarios sean más beneficiados que nosotros con lo que producimos con tanto esfuerzo”.
En estos términos, la pequeña productora Marianela Evelin Díaz, quien se dedica a la actividad a pleno desde hace seis años contó una realidad taxativa de muchos colonos: sin la marca, están obligados a vender a granel y el intermediario que compra el producto y lo fracciona se lleva ganancias que en muchos casos supera el 100%.
“Antes escuchábamos hablar de los productos naturales como un nicho de mercado, pero la demanda era mínima. Ahora que ha crecido no podemos ver esas ganancias y para verlas necesitamos la marca propia”, remarcó la productora.
En la chacra, trabaja a la par junto a su esposo, Daniel Pablo de Matos, experimentado cañero.
De base
Díaz contó que “estamos haciendo un trabajo de base, pero aún no alcanza por falta de recursos para mejorar nuestra sala de producción. El Ministerio de Agricultura Familiar nos alienta a probar nuevas opciones y a conocer más sobre lo que consumimos para innovar, por ello estamos ofreciendo rapaduras con mandarina y naranja, que tuvo mucho éxito en la Plaza Dulce”.
“Sería importante que la Provincia siga acompañando nuestro crecimiento, ya no sólo con asesoramiento sino con créditos destinados a infraestructura, que sería un paso anterior a la marca”, enfatizó la emprendedora.