“A mi hermana la mataron pero también nos dejaron un puñal clavado en el corazón a nosotras”. Juana, la mayor de las cinco hermanas que ayer despidieron a Claudia Benítez en un cementerio privado de Garupá sobre la ruta nacional 105, lanzó la metáfora al sol de la siesta y segundos antes de que los restos fueran enterrados.
“Le pedimos a Dios y a todos que nos acompañen y nos den más fuerzas para no bajar los brazos y reclamar por justicia para Claudia. Queremos justicia, amamos a nuestra hermana, exigimos justicia”, agregó antes de arrojar un clavel blanco y un puñado de tierra colorada a la fosa donde descendía el cajón.
La mezcla de silencio y sollozos, marcaban el contexto de drama profundo. Fuerte viento a contramano para que cualquiera de los presentes se animara a ofrendar palabras para Claudia.
Sin embargo, y tal vez propulsada por el valor que destaca el coraje de género, Angélica Mascareño, una de las compañeras “tacheras” de Benítez, no dudó y dijo de pie frente al cajón de madera lustrado de ocho manijas cromadas: “No vamos a parar Claudia, nunca, hasta que todas las mujeres puedan viajar tranquilas en un taxi, siempre vamos a luchar por vos y por este objetivo. Amiga siempre vas a estar en nuestros corazones”.
Adriana González, también taxista y amiga de Claudia, desde el martes a la mañana no durmió, buscó primero a su amiga por cada rincón que se le ocurrió y después con la muerte más fuerte que el frío, no se desprendió de las hermanas de la víctima fatal, las llevó por juzgado, comisaría, morgue judicial, primero para poder identificar el cuerpo y después para acompañarlas en el duelo del velorio y en el entierro.
“Claudia va a ser nuestro ángel guardián, inseparable para todas las taxistas de Posadas. Vamos a pelear por justicia por ella y para todas las mujeres. Era una amiga increíble, se preocupaba por todos sus compañeros de trabajo, para que nadie se sintiera inseguro en la calle, era solidaria, muy buena persona”.
Al finalizar el entierro, “las tacheras” se reunieron alrededor del taxi de Adriana y describieron a Claudia: “En septiembre del año pasado vendió su auto particular y se endeudó para conseguir un taxi propio, con licencia, de ella y ya no alquilar más uno. No paraba de trabajar para poder pagarlo pero tampoco paraba de preocuparse por nosotras, era la primera que saludaba todas las mañanas por radio o con un mensaje: ‘buena jornada para todas chicas, bendiciones’”.