“Hace un año que se terminaron las celebraciones: no tuvimos más cumpleaños, ni fiestas de
fin de año. Es imposible juntarnos y estar festejando algo sin ella”, sintetizó Rafaela Gómez, una de las hermanas de Gladis (39), de cuya muerte se cumplió un año este lunes.
La comerciante obereña fue asesinada en su comercio, un pequeño kiosko de calle Piedrabuena y Colombia, tras un asalto “motochorro” cometido el 2 de marzo de 2022. Tras once días de agonía, falleció. “Fue un golpe grande que nos cambió la vida totalmente. Fue un año muy difícil”, reconoció Rafaela.
“Lo más doloroso es la crueldad, la frialdad con que la asesinaron por nada, ella ni siquiera se resistió”, describió.
Gladis “quería tener una plantación con mi papá y mi tío, para traer a vender a la feria franca. Ya tenían la tierra y hacían planes con eso”, recordó su hermana.
Para la familia nada volvió a ser igual. Rafaela vivía en la chacra con su madre, pero luego del hecho se fue a la ciudad para estar con Liliana, la otra hermana mujer, que en aquel momento vivía con Gladis. “No quisimos que quede sola”, explicó.
Los Gómez son cinco hermanos que siempre tuvieron una excelente relación, pero la partida de la mayor de ellos los sumió en el desconcierto y sienten que perdieron el rumbo.
“Era la mayor, la que siempre nos aconsejaba, era nuestro pilar. Nunca se enojaba, siempre nos decía que hay que rezar por las personas que no nos quieren o nos hacen daño”.
Sobre el hecho “hablamos con papá y mis hermanos, pero con mamá no, no quiere hablar del tema, vive su dolor a su manera. Hablamos de la causa y nos preguntamos si algún día va a haber justicia y los culpables van a pagar por lo que hicieron”, agregó.
La celebración de una misa en su memoria y posterior marcha pidiendo justicia, este lunes, fue la manera de sobrellevar el primer aniversario del nefasto hecho. “Sabíamos que era querida, pero nunca pensamos que con esta magnitud. Nos siguen contando cosas que ella hizo por las personas, se no acerca gente que no conocemos para contarnos algunos gestos que ella tuvo en algún momento. Estamos agradecidos porque nos sentimos acompañados por la comunidad, sobre todo por los amigos, y valoramos la presencia del obispo (de Oberá, Damián Bitar), que siempre nos está acompañando, y de los sacerdotes de la Cristo Rey, donde Gladis era catequista”.
Pero la causa no arrojó avances significativos: “Nos dicen que está en proceso de investigación, lo que pedimos es que se investigue a fondo, para que los que nos provocaron ese daño paguen. Pedimos perpetua para los culpables”, señaló Rafaela.
Y sobre la dura prueba como cristianos, contó su propia vivencia. “Cuando pasó me enojé muchísimo con Dios, porque Gladis era una gran servidora, ella estaba cumpliendo su deber en la Iglesia. Me pregunto todavía, y le reprocho a Dios, dónde estaba en ese momento, por qué no la protegió o por qué no la salvó. Pero durante este año, hablando con los sacerdotes, nos dicen que Dios siempre elige a la flor más bella de su jardín para llevar y nos agarramos de ahí para seguir confiando en Dios y tener fe, creer que ella está en un lugar mejor que nosotros, donde ya no sufre”.
“Me dicen que tengo que perdonar para tener paz, yo me pregunto quién puede perdonar algo así. Quien puede perdonar al asesino de un hermano. No se si podré, quizás si se demuestra que fueron ellos y son sentenciados, pueda tener algo de paz y sobre todo Gladis va a descansar en paz”, finalizó Rafaela.