Días atrás, en esta misma columna y bajo un título parecido, nos referimos a la inflación del mes que está a punto de terminar, inflación que de la mano de alimentos y bebidas no alcohólicas, se encamina a cerrar cerca de los siete puntos… un índice difícil de digerir.
Fenómenos inflacionarios como el descripto explican en parte que en Argentina más de 17 millones de personas resulten afectadas por la pobreza, un flagelo que se vuelve cada vez más estructural entre quienes habitamos este país. El dato se conoció ayer y, en rigor, es viejo porque habla de la pobreza en el primer semestre, un período con tres meses de inflación relativamente baja. La gente recordará, por haberlo vivido en carne propia, que la espiral inflacionaria se agudizó a partir de abril y desde entonces los precios sólo van en una dirección.
Oficialmente, durante el primer semestre la tasa de pobreza se ubicó en 36,5%. La indigencia, en tanto, alcanzó al 8,8%, lo que representa a 5.300.000 personas… un índice difícil de digerir.
Y si de problemas para digerir se habla, hay que referirse a los más chicos. Los datos más duros revelan que más de la mitad de los chicos de catorce años -el 50,9%- vive en la pobreza mientras que el 12,7% está en la indigencia. Es a ese segmento que se refieren los incontables discursos políticos que dicen “ellos son el futuro”.
Entre los muchos datos viejos del informe del INDEC, hay uno que no está desactualizado porque explica la dinámica de la pobreza hablando estrictamente de poder adquisitivo. De acuerdo a los datos oficiales, los hogares en situación de pobreza afrontan una canasta familiar de 93.177 pesos con ingresos de 58.472 pesos. De esta forma lo que ganan las familias pobres está un 40% debajo de lo necesario para salir de esa situación.
Vale repetirlo, la información difundida ayer por el INDEC no abarca la escalada inflacionaria que comenzó en abril y se profundizó desde julio, agosto y lo que va de septiembre, con lo que hablar de la pobreza actual equivaldría a sopesar niveles superiores al 40%.