Precisión de relato en médicos forenses y efectivos policiales, fue la síntesis o el resumen de la tercera jornada de debate oral en el que Alejandro Guillermo Esteche (34) es juzgado por el “abuso sexual ultrajante seguido de muerte” de Irma Ferreyra Da Rocha (47) ocurrido en diciembre de 2016 en un terreno baldío del barrio Villa Bonita en Garupá.
Carlos Sebastián Wolheim, legista integrante del Cuerpo Médico Forense del Superior Tribunal de Justicia de Misiones, detalló ante los camaristas del Tribunal Penal 1, Viviana Cukla, César Antonio Yaya (por subrogación) y Ángel Dejesús Cardozo, el informe de autopsia a la víctima. La descripción del galeno -con más de veinte años de experiencia especializada- fue detallada respecto a cada uno de los órganos lesionados por la rama o gajo de árbol con la que fue atacada Ferreyra Da Rocha.
Wolheim apuntó que la mujer (madre de doce hijos) fue ultrajada sexualmente luego del estado de indefensión provocado por los golpes: “Cuatro en el rostro y con un elemento romo, sin asperezas ni aristas” que se corresponderían a lesiones de puñetazos, “en los malares, nariz y submentón”.
El ataque a golpes le produjo una “contusión cerebral transitoria y pérdida de reflejos”. En ese estado de inconsciencia Da Rocha no pudo activar ningún “mecanismo de defensa (…) No pudo gritar, defenderse con los brazos, manos, piernas, pelvis o esfínter anal como último recurso”.
Da Rocha murió por la “septicemia. El deceso fue bastante claro, sufrió una peritonitis, un conflicto pulmonar y una infección generalizada rápidamente evolutiva”. La rama con puntas astilladas ingresó hasta el pulmón izquierdo y tocó la clavícula superior del mismo lado.
Sin rodeos ni interpretaciones descriptivas adjetivadas, Wolheim aseguró que “cualquier persona ante el estado de indefensión de una víctima tiene la fuerza suficiente para introducirle un objeto similar, o esa rama en el ano”. Y remarcó que la inconsciencia a golpes con un elemento romo coincide con un puño cerrado: “Las manos de un albañil, por ejemplo y no las de un oficinista”. Vale recordar que el encartado en esta causa, Alejandro “Porteño” Esteche, declaró el martes en la primera jornada de juicio y repitió que su oficio antes de ser detenido estaba relacionado con la construcción, “durlero” o colocador de divisiones, paredes y aberturas de durlock.
Rodolfo Cantero, también médico forense del Poder Judicial, también formó parte del grupo de ocho testigos citados ayer, y su relato fue coincidente con el informe de autopsia de Wolheim. “Habitualmente hacemos una reunión de forenses, similar a un ateneo, y en este caso firmamos los resultados tras debatir todos los registros de la autopsia”.
Sin contradicciones, también se expresaron tres efectivos policiales que prestaban servicio en diciembre de 2016 en distintas dependencias de la Unidad Regional X.
El primero de ellos fue el comisario de la seccional Quinta (jurisdicción donde ocurrió el crimen) Marcelo Rivero, quien entrevistó a Irma Ferreyra Da Rocha el sábado 17 de diciembre en el Hospital Madariaga pocas horas después del ataque en el baldío de la calle 246 a pocos metros de la colectora Roth de la autovía ruta nacional 12 en Garupá.
“Empezamos a averiguar sobre lo sucedido y fui al hospital con un suboficial de la comisaría, ingresé a la sala donde Da Rocha estaba en cama y conectada a oxígeno, gemía muy dolorida. Pero fue muy clara al responder pausadamente cuando le pregunté quién la lastimó. Me indicó que fue un muchacho que frecuentaba un lavadero de la avenida Las Américas (Garupá) (…) lo describió como alto, delgado, de cabello negro corto y de 25 a 30 años de edad”.
Consultado por el fiscal del Tribunal Penal 1, Martín Alejandro Rau, sobre cómo estaba vestido el agresor de Da Rocha según se lo dijo ella, respondió: “Me dijo que tenía puesta una bermuda blanca y una remera oscura”. El martes la misma pregunta Rau se la hizo al acusado y este resaltó que tenía puesta “una remera azul oscura y un bermuda con muchos bolsillos blanca”.
Rivero también manifestó que Da Rocha contó que salió de la fiesta, de “La Saladita” de Garupá, con el joven y que en el túnel que atraviesa la autovía mantuvieron relaciones sin problemas, pero de repente perdió el conocimiento: “Me pegó y desmayó” y que despertó en el baldío por los dolores que sentía por la rama dentro de su cuerpo.
Un integrante de la división Investigaciones de la Unidad Regional X, Diego Alejandro Gamón, declaró después y describió una entrevista similar con Da Rocha en el Hospital Madariaga. “Fui a verla y me contó que el hombre que la agredió vestía bermuda blanca y remera oscura. También que lo conoció como un muchacho que siempre se juntaba en el lavadero de Las Américas, donde trabajaba o frecuentaba, que era delgado y tenía entre 25 y 30 años, dijo la víctima”.
Destacados
Confirmación. El lunes 29 de agosto fue ratificada la fecha para alegatos y sentencia en el Tribunal Penal 1 de calle La Rioja. El miércoles 24 será la última audiencia de incorporación de pruebas.
Testigo clave. La declaración de Hugo Martínez -presunto allegado o amigo de Esteche y primer demorado por el crimen de Irma Da Rocha- está fijada para la última jornada de testigos (24 de agosto).
Prudencia y cuidado. Carlos Sebastián Wolheim, legista del Cuerpo Médico Forense del Superior Tribunal de Justicia, completó su testimonio sin periodistas presentes por la sensibilidad de las imágenes que se proyectaron correspondientes a la autopsia al cuerpo de Irma Da Rocha.