La actividad física tiene importantes beneficios en la salud física y mental. Actualmente, la ansiedad y la depresión son los trastornos mentales más prevalentes en la población mundial. Sin embargo, estudios epidemiológicos han observado que el ejercicio físico ayuda a su reducción, además de ser una buena terapia complementaria en el tratamiento de conductas adictivas y en la reducción del impulso del apetito y la saciedad.
La actividad física previene el deterioro cognitivo ligado a la edad en personas sanas, reduce el riesgo de desarrollar demencia y puede mejorar la calidad de vida en personas con demencia, más allá de los beneficios físicos que también comporta. La OMS recomienda la práctica habitual de actividad física. Un mínimo de 150 minutos (2,5h) de actividad física a la semana, obteniendo más beneficios si se alcanzan los 300 minutos semanales (5h).
Realizar actividad física mejora la función cognitiva, la memoria, la eficiencia y la atención. Una posible explicación es que estimula la circulación sanguínea en los circuitos neuronales implicados en la función cognitiva.
El incremento del flujo sanguíneo cerebral libera más oxígeno en los tejidos del cerebro, se reduce la tensión muscular y provoca un incremento en la sangre de los receptores endocannabinoides (moléculas implicadas en la sensación de apetito, la sensibilidad al dolor, el humor y la memoria).
También aumenta la producción de serotonina, un neurotransmisor (molécula del cerebro) relacionado con el control de las emociones y estados de ánimo. Cuando este neurotransmisor aumenta disminuyen los niveles de ansiedad y depresión, los comportamientos psicóticos y los dolores de cabeza. Por otra parte, mejora el asertividad, la confianza, la estabilidad emocional, la función cognitiva, la imagen corporal.
¿Qué tipo de ejercicio?
La actividad o ejercicio físico aeróbico es aquél que requiere de oxígeno para generar energía. Realizar ejercicio aeróbico a una intensidad entre 50 y 70% de la frecuencia cardíaca máxima (que equivale a una intensidad moderada) tiene efectos beneficiosos para el cerebro. En la práctica se traduce en actividades que requieran cierto esfuerzo para realizarlas (deben cansar) pero sin ser extenuantes. Esto, evidentemente, depende de las características y la condición física individual.
Ejemplos de ejercicio aeróbico son caminar rápido, correr o andar en bici, nadar suave, bailar a buen ritmo, andar en rollers. Si no sabe cómo comenzar. Simplemente solo comience, no busque una actividad perfecta, algo que le guste y sienta que pueda sostener en el tiempo.
No piense ni analice, solo haga. Nuestro cerebro tiende a sabotear ese impulso a movernos, salir de la zona de confort muchas veces cuesta. Por eso como se cepilla los dietes cada día, el movimiento es una obligación más en su rutina.
Disfrute. Si es del team “odio entrenar”, deténgase a buscar esa actividad o disciplina que es más afín a su personalidad.
Luciana Amado Siry
Espacio Wellness
Whatsapp: 3764-628585