Javier Milei está cambiando la teoría económica… pero quizás no en el sentido en el que, afirma el propio mandatario, lo hará merecedor de un premio Nobel, sino más bien en uno que conduce al país a la inversa, a un terreno crítico que dista mucho del que imagina o promociona el Presidente.
La ansiedad de reactivación de quienes apostaron por un cambio de Gobierno y de rumbo no termina de diluirse. El libertario asumió con la fuerte premisa de torcer el destino del país que recibió.
Hoy, a casi siete meses de su asunción, no solo que no está ni siquiera en el mismo punto de partido, sino que retrocedió varios casilleros instalando la base de una hipotética reactivación nada menos que debajo del subsuelo. El Presidente regresó esta semana al país tras una nueva salida al exterior y ya no podrá eludir la dura realidad que generó y que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) puso totalmente sobre su gestión.
El dato de actividad económica aportado el lunes por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) lo certifica y confirma. La tarea del libertario pasaba por revertir la inercia de la crisis, domar a la inflación y proteger el empleo privado.
A casi siete meses del punto de partida ya no le quedan excusas, la caída de 5,1% de la actividad económica y el fuerte crecimiento del desempleo desnudan al Presidente que ya no puede ampararse nada más que en la pesada herencia. El crítico contexto actual es, mal que le pese a toda dirigencia, el resultado de ambas gestiones, la pasada y la presente.
El doloroso ajuste que, en mayor medida, vienen pagando trabajadores y jubilados no hizo más que profundizar la caída del PBI y aumentar la desocupación en cientos de miles de personas en muy pocos meses.
Tampoco hubo desaparición o baja de impuestos que mejoren la competitividad de todas las empresas argentinas (pequeñas, medianas o grandes) tal y como se prometió en campaña.
La variación negativa del PBI que informó INDEC superó incluso las proyecciones de las consultoras privadas, que habían arrojado una baja más cercana a 4%. Es así que el dato oficial demuestra que la corrección cambiaria con la que arrancó la gestión de Javier Milei (una devaluación del orden de los tres dígitos) fue solo un mazazo a la sociedad sin efectos positivos sobre la economía.
Peor aún, si se extrapola el rubro del agro a los registros del año pasado, la caída de la economía rondaría hoy el escalofriante nivel de 12%.
No hay entonces en el horizonte de una hipotética recuperación la figura de una V (techo, suelo y rápidamente techo otra vez). De hecho no hay datos duros de la realidad en el futuro inmediato que permitan pensar siquiera en una recuperación. En todo caso Argentina agoniza en la barra horizontal de una extensísima L.
La inflación, acaso el dato del que se aferra el Gobierno para afirmar que “lo peor ya pasó”, volverá a subir en su medición de junio y los aumentos que estaban previstos en tarifas, combustibles y otros rubros estacionales proyectaban el mismo camino para julio. De ahí el nuevo congelamiento dispuesto en las últimas horas. En cualquier caso celebrar niveles inflacionarios de 4% o 5% sería volver a la situación del Gobierno anterior.
Solo basta con rever los índices de uno de los peores gobiernos de la historia argentina. En diciembre de 2019 el IPC del INDEC marcaba 3,7%. En 2020 la inflación acumulada fue de 36,1%, con un pico apenas empezada la pandemia (3,3% mensual en marzo) y una aceleración sobre fin de año (3,8% en octubre y 4% en diciembre), con el inicio de la reactivación de la mayoría de las actividades productivas.
En diciembre de 2021 los precios volvieron a acelerarse y el último mes del año cerró con un 3,8%.
En 2022 el país experimentó una disparada del índice inflacionario, que se colocó en el 94,8% interanual, el registro más alto hasta el momento desde la Convertibilidad de 1991. Para fines de 2022, los precios subían a un ritmo cercano al 5%. El año pasado fue uno de los peores de la historia nacional con ritmos inflacionarios que fueron del 6 al 12,8%.
Si se despojara a Milei del dato inflacionario de diciembre de 2023, que en gran medida respondió a la herencia de Sergio Massa y la devaluación de Caputo, cabe entonces la siguiente progresión: 20,6% en enero; 13,2% en febrero; 11% en marzo; 8,8% en abril; y 4,2% en mayo para retomar la tendencia alcista en junio. Es decir, la mejor inflación de Milei es, en el mejor de los casos, la de diciembre de 2020… Datos, no opinión.
En teoría, la devaluación que aplicó Luis Caputo apenas el Gobierno se supo ganador de las elecciones buscó corregir precios relativos, pero, en cambio, impulsó fuertemente la inflación, una de las causas principales de la contracción económica.
Tal y como se afirmó decenas de veces, los problemas reales pasan por la caída del salario real y la falta de impulso fiscal a partir de la “guerra santa” del superávit que defiende La Libertad Avanza. Ese cuadro de situación implosiona la demanda interna y deprime las economías de millones de familias que siguen cayendo en la pobreza mes a mes.
La profunda recesión que confirmó el INDEC tuvo un impacto mayor a lo esperado sobre el empleo en función de la dinámica de los últimos años, sucedió en el primer trimestre y deja una luz roja sobre lo que resta del año.
Detrás de un ajuste desordenado con resultados a la vista, a casi siete meses ya no fluyen los comentarios positivos ni siquiera de quienes apoyaban el modelo desde el principio. Domingo Cavallo, con quien Milei buscó congraciarse al venerar el modelo menemista, descree en un proceso de desinflación sin un plan de estabilización que lo abroquele.
El economista Carlos Rodríguez, exasesor senior del mandatario, criticó duramente al contexto y cargó contra el líder libertario por no haber cumplido “ninguna” de sus promesas de campaña en términos económicos. “Devaluó, subió impuestos, licuó pagos y super CEPO”, resumió el especialista.
“Mejor que (Milei) se deje de fanfarronear y decir pavadas. En los últimos 30 días (Junio 7/Mayo7) la Base Monetaria, o sea DINERO creció (se emitió) un 31.7%. Eso es equivalente a una tasa anualizada de emisión de dinero de alto poder de 2.634%. Son datos oficiales del Balance Semanal del BCRA”.
En otras palabras, Milei no solo no cumplió con ninguno de los objetivos propuestos en su plataforma, sino que además camina sobre los mismos errores de su antecesor.
Incluso el último Staff Reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI), genera sensaciones encontradas. Por un lado elogia el ajuste, algo que no sorprende tratándose de ese organismo, pero al mismo tiempo espera una devaluación y establece su preocupación por la estabilidad social y el proceso de endeudamiento público.
De su lado, en el último Informe de Perspectivas, el Banco Mundial proyectó que la economía argentina será la que más caiga entre las de América Latina este año, con una contracción del 3,5% de su Producto Interno Bruto. En abril, la entidad había calculado una merma de 2,7%, pero recalibró el porcentaje a partir de los primeros números de actividad del año.
Los únicos que quizás podrían defender el modelo de “ordenamiento de la macro”, tal y como lo plantea el Gobierno, son la casta económica, el mercado y los especuladores financieros. Pero los últimos datos sobre caída de bonos, acciones y la suba del dólar paralelo afirman que lo que crece en esos sectores es la desconfianza en el modelo.
Es normal, salvo los ministros y secretarios del Poder Ejecutivo y los legisladores nacionales, casi nadie puede afirmar que mejoró su posición desde que La Libertad Avanza asumió el poder.
Frente a ese escenario, al Gobierno le queda la venta de expectativas, un terreno en el que hasta ahora se siente cómodo, sobre todo cuando se trata de redes sociales donde vierte argumentos propios de ese ecosistema más que de fundamentalistas de la economía, que en definitiva es de donde dicen venir.
Pero la reciente caída de la imagen positiva de la gestión deja poco margen para seguir con esa estrategia.
No es que lo que digan las consultoras termina siendo verdad, pero las mismas que hasta la primera quincena de junio afirmaban que la popularidad del Presidente se mantenía intacta, cambiaron sus proyecciones la semana pasada a partir de las encuestas que desarrollan.
Proyección Consultores, por ejemplo, advierte que los resultados a partir de un trabajo realizado en todo el país muestran que la paciencia de los participantes empezó una parábola descendente y el inconformismo se instala en el humor social. Ante la pregunta “¿Qué sensación le genera el rumbo del país?”, que en mayo había tenido como principal resultado al “optimismo”, durante junio la respuesta preponderante fue “incertidumbre”, que creció casi un 9% mientras que las respuestas positivas cayeron siete puntos.
Al consultar por el rumbo de la economía, cuyas respuestas favorecían al Gobierno en los últimos dos meses, el resultado ahora se desplomó y quedó por debajo del “rumbo incorrecto” que percibieron los participantes del informe.
“Con mi jefe de asesores, el doctor Demian Reidel, estamos reescribiendo gran parte de la teoría económica. Si nos termina de salir bien, probablemente me den el Nobel de Economía junto a Demian”, soltó el Presidente el lunes en República Checa, donde mantuvo reuniones con autoridades locales.
Tiene razón el Presidente… en parte. Los datos de la actualidad hablan de que está reescribiendo gran parte de la teoría económica, pero los resultados, al día de hoy, lejos están de hacerlo merecedor de nada menos que el Nobel de Economía.
El contexto actual se asemeja al de otras crisis
Dentro del enorme esquema de la economía hay dos rubros (Nivel de Actividad y Nivel de Inversión) que, relacionados con la evolución del Desempleo y la Variación del PBI, dan por resultado la foto total.
Las mediciones expuestas en los gráficos expresan los datos duros de la realidad que contrastan enormemente con el relato oficial y la asemejan a otros momentos dolorosos para el país.
Durante las grandes crisis de Argentina vinieron de períodos de políticas macroeconómicas bastantes similares:
• 1976-1982/3 Período Militar, el impacto lo paga el gobierno de Raúl Alfonsín.
• 1989-1999 Período de Carlos Memen cuyo impacto recae en Fernando De la Rúa.
• 2016-2019 Período Mauricio Macri, cuyo impacto alcanza hasta la actualidad.
En todos los casos los problemas fueron similares, atraso cambiario, graves problemas de balanza de pagos, bajo nivel de actividad, altas tasas de desempleo, caída del salario, bajos niveles de inversión productiva sostenida.
El esquema da por resultado un alto nivel de presión cambiaria por carencia de divisas, problemas macroeconómicos que derivan en microeconómicos, desinversión y necesidades de financiamiento externo, crisis social.
Para resolver los problemas macro se necesita un plan económico. Para resolver problemas micro se origina una crisis que deriva en un ajuste y luego termina en un plan. Nuestra crisis más grave, la de 2001, viene de un problema macro que derivo en un problema micro que trajo aparejada la crisis por carecer de financiamiento.
Además se debe tener en cuenta que esto se dio con una inflación negativa en cada uno de los años del gobierno de De la Rúa.
También se debe tener en cuenta que una crisis no se da en un contexto inflacionario que, de por si es expansivo, sino que se da siempre en un contexto recesivo extremo tal y como el que se está generando y sabiendo que, sin la inyección de capital directa en el corto plazo, el destino no será distinto al de años atrás.
Pobreza
Cuando mide la pobreza, el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina, utiliza una metodología diferente (multidimensional) a la que usa el INDEC (enfoque monetario).
La última medición al respecto trazó una proyección en base a los datos disponibles al tercer trimestres de 2023 y la evolución de la canasta básica y los ingresos laborales -ambos datos publicados por el INDEC-. Fue así que estimó que en el primer trimestre de 2024 la pobreza afectó al 55,5% de la población, mientras que la indigencia aumentó al 17,5%.
“En el primer trimestre de 2024, 24,9 millones de personas residentes en áreas urbanas del país habrían estado en situación de pobreza (por debajo de la Canasta Básica Total), entre las cuales, 7,8 millones de personas en estado de pobreza extrema o indigencia (por debajo de la Canasta Básica Alimentaria)”, señala el estudio del ODSA.