Bajar la inflación aniquilando el consumo… la maniobra que muchos gobiernos argentinos usaron -sin que por ello hayan resuelto un drama histórico- vuelve a ser la principal herramienta de una gestión que, en ese rubro, se diferencia de las demás únicamente por la velocidad con la que lleva adelante el ajuste.
Hoy son múltiples los datos que aseveran la caída del consumo y ponen en serio riesgo a millones de familias y personas que votaron por un cambio esperando que los recortes los pagaran la casta política y económica.
Ahora bien, identificar dónde se está produciendo la mayor caída del consumo permite ver la profundidad desde la que habrá que salir cuando la macro haya resuelto todos sus problemas y el Gobierno, por fin, se ocupe de la economía real.
Enero y febrero, por hablar de dos meses bajo total órbita de la actual gestión, fueron apabullantes para los bolsillos de trabajadores y jubilados. En ese período la caída de ventas fue mayor a la de la pandemia por el desplome del salario y la devaluación dispuesta por Economía como medida inicial.
Promediando el mes en curso los datos son alarmantes. Por la caída del consumo crece la liquidación de alimentos que están cerca de vencer y hay comerciantes que rematan sus productos a través de ofertas que buscan incentivar el rubro y disminuir los costos de pérdida.
El consumo de leche está cayendo entre 20% y 25% promedio lo cual propone dos vías de preocupación: la situación del rubro en cuestión y la calidad de la alimentación de la población. Lo mismo ocurre cuando se habla de medicamentos, cuyas ventas disminuyeron 43%.
A partir de la escalada inflacionaria y la fuerte caída del poder adquisitivo, el consumo de carne vacuna en febrero fue el más bajo desde 2011. El nivel de actividad de los aserraderos se redujo 40% y las ventas de productos de madera y muebles se retrajo fuerte desde enero. El sector habla ya de “inminentes despidos masivos” por la caída del consumo.
La herencia es dura, la crisis no es nueva ni fácil de resolver, pero apelar a la misma herramienta (reducir inflación aniquilando consumo) que usaron los que ya fracasaron no traerá otro resultado… el problema hoy, en todo caso, es la velocidad del fracaso.