Existe una correlación directa entre crisis económica y los niveles de pobreza que azotan a cada país. En la Argentina, en1988 el INDEC publicó los primeros datos de pobreza. En mayo de 1994, se registró el nivel más bajo de la serie con un 16,1%. El peor dato fue en 2002 cuando llegó a un 57,5%.
En la actualidad, tenemos el tercer peor dato de la serie con un 40,1%. Y, actualmente, 4 de cada 10 argentinos está trabajando con un salario registrado que se encontraría por debajo de la línea de pobreza. El problema será difícil de solucionar a mediano plazo debido a la incidencia de la inflación como principal acelerador de la caída de poder adquisitivo del salario de los trabajadores.
Al comparar el período 2022 respecto a 2023, para una familia con 4 integrantes y si tomamos el caso donde 2 personas adultas reciben ingresos promedios iguales tomando los 3 principales deciles de la serie de distribución de ingresos en el 2022, en promedio percibían US$ 728, US$ 461, y US$ 284, respectivamente.
Mismo análisis a datos de hoy los deciles son de US$ 619, US$ 364 y US$ 213. Es decir, el 49% de la población (clase baja) percibía ingresos por US$ 284 en 2022 mientras que hoy con US$ 213 representa aproximadamente el 50% de la población argentina.
La mejora del nivel de ingreso no es posible efectuarla sacándole una parte al que produce para entregársela al que está fuera del sistema de producción en forma indefinida.
Hace ya más de 25 años la política intentó convencer al nivel socioeconómico más bajo y vulnerable de la población que esto era posible. El resultado fue la creación de más pobres e indigentes.
Básicamente porque aquel que produce e invierte tiene la potencialidad de incluir a aquel que está fuera del sistema de producción sin empleo. A su vez, quien no produce pero podría hacerlo más y mejor podría también incluir a muchas de estas personas dentro de ese circuito productivo para ofrecer sus bienes y servicios.
Sin embargo, no lo hace porque la política regula hasta la fórmula de la inversión privada. Si la asignación de recursos y capital por parte de un argentino tiene regulado el precio al cual debe vender su bien o servicio nadie va a invertir porque se está regulando su retorno de capital.
Si la asignación de recursos y capital por parte de un argentino a una inversión tiene riesgo de contraparte que un sindicato le pare la planta de producción, le determine la extensión de la jornada laboral o los días laborales o no nadie va a asumir ese riesgo.
Y si la asignación de recursos y capital por parte de un argentino requiere mano de obra pero eso implica un juicio laboral que lo va a dejar sin los recursos y capital, entonces el costo de oportunidad indica que es mejor quedarse con el capital a pérdida en el tiempo que exponerlo a la inversión.
Menos inversión privada = menos crecimiento económico = menos empleo = más pobreza = más indigencia. No hay salvadores.
En Argentina y Latinoamérica
Para evaluar la profundidad de esta problemática, podemos compararnos cómo estamos en relación con otros países de Latinoamérica, por lo que será necesario evaluar índices de pobreza e indigencia.
Es importante aclarar antes que la pobreza tiene distintas metodologías para evaluarla. Básicamente cada uno determina cuál es el ingreso de cada persona en cada país para satisfacer sus necesidades básicas.
Para el caso de Chile, la pobreza es de 6,5%, Uruguay 10,4%, Brasil 23,7%, Paraguay 24,7%, Bolivia 36% y es Argentina la que en relación con este grupo de países tiene el 40,1% siendo este dato el más alto de la serie.
Y con relación a la indigencia si bien no somos el primero en la lista con un 9,3%, estamos en el segundo lugar con relación a Bolivia que hoy tiene un 11%.
Otra metodología es evaluando la línea de pobreza que es el monto mínimo de ingresos que necesitan para satisfacer necesidades como nutrición, vivienda y vestimenta. La Argentina tuvo varios cambios de metodología y la última fue en la gestión de Mauricio Macri cuando se subió la vara de bienes y servicios necesarios para no ser pobre.
Cada uno de los países con sus metodologías e indicadores muestran una persona es considerada pobre si obtiene ingresos inferiores en Uruguay de US$ 318, Chile US$ 243, Paraguay US$ 113,2, Argentina US$ 113,7, Perú US$ 110, Brasil US$ 100, Colombia US$ 82 y Bolivia 63 dólares.
Es importante ver que todas las líneas de pobreza están compuestas en mayor proporción por el componente alimenticio basado en los principales elementos de la canasta básica de cada país, por lo que en un país como Argentina incide mucho más si la crisis inflacionaria muestra niveles de aumentos de precios por encima del 100%.
En la Argentina, hay 18.632.582 personas pobres y 4.321272 indigentes. En los grupos de edad según su condición de pobreza un 56,2% de las personas de 0 a 14 años son pobres, mientras que la indigencia para este mismo grupo es de 13,6%.
La pobreza e indigencia en la Argentina no es producto de la desdicha del destino de sus habitantes sino de las malas políticas públicas que han condicionado ese destino de los argentinos. El capital es sinónimo del enemigo.
Sin embargo, los mayores niveles de ahorro y mejora del bienestar de vida se ven en la clase política en detrimento de los argentinos. El capital debe ser apropiado vía impuestos y distribuido hacia los que menos tienen.
Sin embargo, los que menos tienen cada vez tienen menos porque el capital no es reinvertido para incluirlos en el sistema privado de producción porque es regulado, condicionado y hasta adelantado en sus impuestos y ganancias por la política. El capital es concentrador. Pero, el 99,2% del volumen del país es PyME que está asfixiado de impuestos y regulaciones que anulan la reinversión, adquisición de bienes de capital y mano de obra para apostar por un crecimiento. Sobreviven y subsisten.
El inversor privado americano James Dale Davidson describe en palabras lo que viene sucediendo en nuestro país también con los planes sociales vía reparto y distribución de los que más tienen que cada vez tienen menos a los que menos tenían y ahora tienen menos aún: “Los políticos no se limitan a exigirte tu dinero: quieren tu espíritu. Quieren doblegarte con sus impuestos hasta que te veas indefenso. Si subvencionamos la pobreza y el fracaso, lo que obtenemos es precisamente más pobreza y más fracaso”.
Crisis profunda
Según Roberto Cachanosky, los datos de pobreza informados por el INDEC en la última semana, en rigor, ya son historia porque corresponden al primer semestre del año y, porque para la segunda mitad de 2023 se prevé un nivel más alto, porque se disparó la inflación.
No obstante, Argentina ha entrado en una pobreza estructural que se explica más allá de la inflación. Obviamente, el ritmo de suba de los precios de los productos y servicios básicos profundiza el problema, pero hay otros factores que alimentan ese cuadro socioeconómico extremo.
El primer punto es la escasa inversión en empresas que creen más puestos de trabajo. En vez de seducir al capital, se ha seguido el texto de “la marchita peronista” y diferentes gobiernos se la pasaron combatiendo al capital.
Si el capital es perseguido con diferentes instrumentos (carga impositiva, regulaciones, controles de precios, etc.) la inversión no solo no viene a la Argentina, sino que se va, como se vio a lo largo de los últimos 4 años.
El razonamiento populista parte siempre de buscar un enemigo al cual combatir poder “defender” al pueblo sometido, como el FMI, las empresas o los empresarios, que consideran que ganan “mucho”, “especulan”; y “sacrilegios” por el estilo.
Estas acusaciones se traducen en controles de precios, prohibiciones e impuestos a los que exportan, más tributos a las empresas en nombre de la “solidaridad social” y regulaciones de todo tipo.
Según Doing Business, que anualmente publica el Banco Mundial, Argentina se mantiene segunda entre los países que más impuestos les cobra a las empresas sobre las ganancias, detrás de Isla de Gran Comoras, porque el Estado se queda, vía impuestos, con 106,3% de las utilidades. O sea, se queda con todas las utilidades y parte del capital de la empresa. Bajo esas condiciones los estímulos para invertir son nulos en el caso argentino.
Pareciera ser que la dirigencia política no termina de entender que los países compiten entre sí para captar inversiones, estableciendo cargas tributarias bajas, pocas regulaciones, facilidades para abrir una empresa, etc. para atraer inversiones.
Uno de los típicos discursos de los populistas es decir que hay que establecer controles de precios porque las empresas ganan “mucho”. La pregunta es: ¿qué es ganar mucho? ¿Acaso es lo mismo hundir una inversión en Alemania donde las reglas de juego son previsibles, que en Argentina?
La tasa de rentabilidad que se le pide a una empresa es mucho más alta en los países que no respetan los derechos de propiedad o cambian permanentemente las reglas de juego, que en los que sí, porque el riesgo empresario está determinado por el poder político.
Salvia: “Alberto Fernández va a dejar más de 45% de pobreza”
Agustín Salvia, reconocido sociólogo, afirmó que la pobreza aumentó con distintos signos políticos. “Hay entre 15 y 20% de las clases medias y bajas que han caído en la pobreza con gobiernos de los dos lados de la grieta”, destacó el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).
“La pobreza es una medida relativa, no quiero entrar en cuestiones epistemológicas y metodológicas, pero cuando uno discute o mide la pobreza, lo que hace es medir el fenómeno absoluto de las privaciones económicas que experimenta la sociedad”, indicó Salvia.
“Para eso, se utilizan elementos metodológicos como la pobreza para dar representación de esos fenómenos. En este caso, lo que vemos es la relación entre los ingresos corrientes de una familia, con un parámetro que es el valor de un conjunto de bienes y servicios. Uno es la canasta básica alimentaria, que implica bienes básicos para la supervivencia”, consideró.
“Mauricio Macri dejó una tasa de pobreza del 38% y Alberto Fernández seguramente deje una tasa del 45% y con más del 50% de la población beneficiada por algún sistema de asistencia económica que busca aliviar el problema, pero no lo resuelve”, indicó.
“Esto sería el circuito de una Argentina que viene en decadencia en materia de desarrollo, no brinda oportunidades de empleo productivo para que las familias logren a través de su trabajo tener capacidad de subsistencia, ahorro e inversión en capital humano”, consideró Salvia.
Por último, Salvia analizó que en materia de distribución de los ingresos, el proceso que vienen experimentando nuestros vecinos es el inverso y están incorporando clases medias. Se está reduciendo el componente de marginalidad estructural y está creciendo la clase media sistémica en la sociedad.