“1 y 2 de mayo” fue el título del texto que se publicó en esta página el domingo pasado. La primera fecha hacía alusión al Día Internacional del Trabajador y su significado en la Argentina actual. La segunda fecha, en cambio, era meramente técnica, pero con fuerte contexto.
Hacía alusión al día exacto en el que el país podía quedarse sin dólares en las reservas del BCRA si les pagaba a los organismos internacionales.
Lo que en teoría iba a ocurrir ese martes era algo que se venía post0ergando desde marzo gracias a un guiño de Estados Unidos luego de una cita entre Alberto Fernández y Joe Biden. Ese favor había permitido oxigenar las reservas, pero quedó la promesa de seguir con los pagos en abril y mayo.
Las reservas del Banco Central quedaron en terreno negativo esta semana y se agudizó la incertidumbre sobre si el Gobierno logrará que el Fondo Monetario Internacional (FMI) desembolse a tiempo un adelanto de créditos. La caída de las reservas, agravada en la última semana por un pago al FMI de 750 millones de dólares, significa menos capacidad del Banco Central para frenar una depreciación desordenada de peso.
En medio de una escalada inflacionaria con variaciones espasmódicas del tipo de cambio, el Banco Central vuelve a ser uno de los flancos más débiles. Las medidas tendientes a suavizar la falta de divisas tienen como protagonista al dólar agro que, a todas luces, no dan el resultado deseado. Pero el problema ahora es mayor, las reservas netas están en terreno negativo.
En medio de este conflicto técnico con fuertes derivaciones económicas y políticas, el Gobierno explora sin éxito opciones que permitan recomponer las arcas del Central, un requisito para evitar un cepo cambiario aún más duro y llegar a las elecciones de octubre sin devaluaciones abruptas.