El Gobierno nacional tiene todas las estadísticas necesarias para no dudar que los pasos fronterizos que tiene Misiones con Brasil y Paraguay generan el mayor tráfico terrestre de personas (ingresos y salidas del país) de toda la Argentina.
Los misioneros y los habitantes de los Departamentos y Estados vecinos también conocen de esta masividad, porque deben padecer por horas el intento de cruzar de un lado al otro de la frontera.
En especial, los puentes internacionales San Roque González de Santa Cruz entre Posadas y Encarnación; y el Tancredo Neves entre Puerto Iguazú y Foz de Iguazú.
En menor medida, pero con un incremento de tráfico en verano, está Bernardo de Irigoyen que se descomprime un poco durante el tiempo que permanece habilitado el paso Rosales en San Pedro.
Lamentablemente, el tránsito vecinal fronterizo en Iguazú, Posadas e Irigoyen fue seriamente afectado por la lentitud en el funcionamiento de los controles. Y tanto Paraguay como Brasil, apuntan a los funcionarios de Migraciones y Aduanas de Argentina por el tiempo que se tarda en registrar y controlar a las personas y a los vehículos.
¿Falta personal? ¿La infraestructura es inadecuada? ¿Los sistemas informáticos fallan? Parece haber de todo un poco. El conjunto conspira contra los brasileños y paraguayos que quieren venir a consumir con gastronomía, turismo o compras a Misiones. En particular, con reales y dólares que bien valen para satisfacer las demandas vecinales.
En Bernardo de Irigoyen, el funcionamiento de un solo carril de acceso, hasta provocó hechos de inseguridad, mientras se espera en la cola para cruzar dentro del vehículo.
Desde el sector privado, la provincia y los municipios se hicieron decenas de gestiones. Las promesas abundaron. Pero las soluciones siguen sin aparecer, ante la ausencia de una mirada federal de muchos funcionarios responsables de tomar las decisiones necesarias para revertir esta práctica diaria que impacta negativamente en las economías locales donde se encuentran los cruces.