POSADAS (Redacción central). A poco más de un año de los terribles incendios que arrasaron con pueblos enteros en Chubut y Río Negro, las llamas volvieron a ser el foco de la atención informativa. Esta vez es Corrientes, una de las provincias de la Mesopotamia, que vive un verdadero desastre ecológico, económico y social.
Las imágenes impactan: víboras disecadas, yacarés que le escapan a las llamas, bomberos voluntarios que hace más de dos meses trabajan sin descanso y no logran contener la catástrofe.
Ellos, son la imagen de la impotencia, de la falta de planificación, de la falta de prevención, de liderazgo político y de los nuevos escenarios que la crisis climática transmuta en cotidianos. Las autoridades provinciales y nacionales estaban alertadas de que esto podía ocurrir.
Y las advertencias llegaron desde varios sectores y hace varios meses: el reporte que elabora el Plan Nacional de Manejo del Fuego mostraba a Corrientes como un polvorín que se podía encender con sólo acercar una colilla. El INTA presentó datos señalando que la bajante histórica del Paraná y la seca que lleva tres años podían provocar este ecocidio. También el Servicio Meteorológico Nacional advirtió sobre el efecto que La Niña puede causar en esta zona y puso a disposición los mapas satelitales que daban cuenta de la elevada temperatura del suelo.
Esta situación, que llevó a Misiones a declarar la Emergencia Ígnea a fines del año pasado, fue pasada por alto por el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, quien se fue de vacaciones a Punta del Este, Uruguay, un par de días después de que los primeros focos de incendios comenzaban a azotar a su provincia.
Actualmente, a más de dos meses de iniciado los incendios, el fuego continúa golpeando a la provincia y los incendios llegaron a afectar a casi el 40% del Parque Nacional Iberá, según señaló un comunicado de la Fundación Rewilding Argentina.
También se supo que la Justicia local abrió más de 70 causas por denuncias de incendios rurales intencionales en el territorio.
“Mientras el fuego continúa, al día de hoy los incendios en Corrientes consumieron 1.000.000 de hectáreas que equivalen al 10% de la superficie de la provincia. De ese total, el fuego afectó cerca de 74 mil hectáreas del Parque Nacional Iberá (el 40% de su superficie)”, precisó el texto publicado este martes.
Según señala el comunicado, el territorio afectado “corresponden a humedales, pastizales y bosques únicos por su biodiversidad, hogar de especies amenazadas como el venado de las pampas, el aguará guazú y el yetapá de collar”. En la zona golpeada por el fuego, además, la fundación trabaja para reinsertar especies extintas como el guacamayo rojo, la nutria gigante y el yaguareté.
En manos de la solidaridad
Los primeros llamados de auxilio no se escucharon y en muy poco tiempo la situación se volvió incontrolable.
Son más de diez las provincias que colaboran con Corrientes para frenar las llamas. A los más de 600 socorristas argentinos, entre bomberos voluntarios y brigadistas capacitados en incendios forestales, también se sumaron 100 efectivos de las Fuerzas Armadas y del Ejército Argentino, personal del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) y 1.500 bomberos voluntarios y policías locales, según detalló la Dirección de Defensa Civil.
A la par, se tendieron docenas de redes solidarias, tanto para ayudar a las organizaciones de bomberos voluntarios como para proteger a la fauna autóctona, que se ve amenazada en su hábitat. El espíritu de colaboración a nivel nacional es total.
“Hoy está colaborando muchísima gente. Hay bomberos de toda la Argentina y entraron bomberos de Brasil a la zona de Santo Tomé porque los incendios no sólo están en el Estero del Iberá y alrededores sino también en los campos, las plantaciones y las cañadas”, precisó a TN Walter Drews, intendente del Parque Provincial Iberá.
“Está colaborando todo el país pero no alcanza para resolver el problema”, se lamentó Drews, quien describió que se registraron frentes de fuego de hasta 4 km que son muy difíciles de combatir porque hay campos que son de difícil acceso.
A su vez, el intendente del Parque Provincial Iberá recordó que en ese sector los primeros incendios arrancaron hace un mes y que las condiciones climáticas complicaron aún más la situación. “Está todo muy seco y cualquier cosa puede producir un incendio. Venimos de una sequía muy grande, de dos años sin lluvias regulares”, señaló Drews.
En forma constante se presentan nuevos focos de incendio. La mayoría de ellos se producen por factores antrópicos (acción humana) deliberados o accidentales, favorecido por la grave sequía.
Corrientes tiene un promedio de entre 800 y 1.000 milímetros de lluvias anuales, pero en 2020 fue de 200 el total anual y en 2021 muy similar.
Para este trimestre los pronósticos no fueron alentadores y preveían escasas precipitaciones. Eso no contribuye a frenar el fuego y prevenir a futuro, aunque el gobernador Valdés quiera culpar a la mala suerte y apueste al milagro.