En la nota anterior dimos comienzo a nuestras lecturas vacacionales compartiendo la guía para lograr la relajación de la profesora de yoga Stella Ianantuoni, con el propósito de aportar un valioso recurso que nos permita aprovechar al máximo las vacaciones, luego de un año intenso en el que día tras día hemos estado viviendo hacia afuera -como dice Stella- ocupadísimos con la familia, el trabajo, la economía, los sucesos… con su consecuencia de estrés y tensiones manifestadas en músculos rígidos y articulaciones endurecidas que causan dolores de cabeza, cuello y espalda, dificultades para dormir y sensación de cansancio constante. ¡Puuufff!
La técnica del yoga para la relajación física allí descripta es profundamente sanadora y produce efectos mentales inmediatos, porque cuando se relajan los músculos también descansa la mente. Y recíprocamente, con la relajación de la mente el cuerpo también se sosiega, porque ambos están íntimamente interconectados y accionan directamente entre sí.
Pero también repasando la nota anterior vemos que la respiración es fundamental en este proceso de la relajación. Sí, todos respiramos continuamente, pero ¿cuántas veces somos conscientes de nuestra respiración?
Stella nos recuerda lo importante que es observar perceptivamente la respiración natural y espontánea, el shvasa prashvasa o “aire que entra, aire que sale”, porque es la expresión de la unidad fundamental de la vida. En ella la expansión y la contracción, el movimiento centrífugo y el centrípeto se complementan armoniosamente. Por eso con sólo observarla, sin juzgarla ni modificarla, esta respiración automática irá encontrando por sí misma su ritmo sereno y armónico.
Y nosotros comprenderemos que encontrar ese ritmo natural sólo requiere sentir y percibir relajadamente la libertad y sencillez con que sucede.
La respiración natural se origina en el diafragma, músculo respiratorio por excelencia, por lo que el centro del movimiento se ubica en la zona baja del tórax.
Si se respira correctamente, el primer paso es inhalar llenando la zona baja de los pulmones mientras el diafragma baja y se dilata el abdomen. Luego se llena la zona alta de los pulmones y el pecho se abre, hasta que la exhalación produce el vaciado larga y relajadamente.
Con la respiración abdominal o diafragmática venimos al mundo, nos dice Stella. Es la que vemos en los bebés y en las mascotas cuando duermen. Ya más creciditos, aprendemos a sentirla en el pecho. Cuando se realiza desde el abdomen y sin esfuerzo, la respiración irradia su movimiento a todo el cuerpo recorriéndolo como una ola. Por eso, una forma de observarla es a partir de los pequeños movimientos que origina, buscando primero localizar su centro y luego, como si el cuerpo fuese blando y elástico como un globo, sentir cómo se infla y se desinfla, dejándonos llevar por la sensación de apertura y liviandad, sin pensar en ello, solamente sintiendo y estando totalmente presentes.
Entonces, si aprendemos a observar la respiración, cada vez que nos sintamos nerviosos o tensos y ella se agite, podremos modificar su estado recurriendo a esta sencilla y placentera técnica en cualquier momento del día, tanto en reposo como caminando o desarrollando una actividad, porque observar la respiración nos conecta inmediatamente con el cuerpo, relaja las tensiones y purifica e integra la mente.
Y si ya veníamos sabiendo que al respirar correcta y conscientemente logramos purificar el organismo e incorporar mayor cantidad de oxígeno y energía vital y todo eso, ahora, ya en reposo, sentimos que al mismo tiempo estamos optimizando la concentración y logrando el silencio interior, porque quedarse así centrados en la respiración ya es una forma de meditación…
Entonces: a disfrutar del aire, a disfrutar de la respiración, a disfrutar de las vacaciones y a regalarnos momentos para vivir esta hermosa experiencia en el aquí y el ahora, que quizás posibilite ese instante de puro presente, ese vislumbre de la eternidad… ¡Felices vacaciones! Namasté.
Colabora
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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