Cuento Sufí: “Un hombre llegó a un pueblo y fue a ver al maestro sufí, el anciano sabio de la localidad.
El visitante dijo:
-Estoy considerando mudarme aquí. Me preguntaba qué clase de vecindario es éste. ¿Puede decirme cómo son las personas aquí?
-Dime qué clase de personas vivían en el lugar de donde vienes –dijo el maestro sufí.
-¡Oh!, eran salteadores, estafadores y embusteros.
-¿Sabes algo? Ésa es exactamente la clase de personas que viven aquí.
El visitante se fue y nunca volvió. Media hora después, otro hombre entró al pueblo, buscó al maestro sufí y le dijo: -Estoy pensando en mudarme para acá. ¿Puede decirme qué clase de personas viven aquí?
-Dime qué clase de personas vivían en el lugar de donde vienes –volvió a responder el maestro.
-¡Oh!, eran las personas más amables, dulces, compasivas y afectuosas. ¡Los voy a extrañar muchísimo!
-Ésa es exactamente la clase de personas que vive aquí – dijo el maestro.”
Este cuento suelo usarlo en las mediaciones para hacer consciente en las partes el papel protagónico que cada persona tiene en la creación de su realidad.
La realidad externa de las personas es un reflejo de su interior, de allí la necesidad de trabajar el mayor desafío de estos tiempos que es achicar la brecha entre el ser y el hacer.
Lo que experimentamos como real tiene que ver con quienes somos. Aquello que no nos agrade, que nos resuene o que nos incomode es una oportunidad para revisarnos.
Para cambiar nuestra realidad, primero debemos transformarnos internamente. Muchas veces confundimos emociones con sentimientos, con creencias, con opiniones ajenas de las que nos apropiamos. Entender y clarificar de dónde provienen nuestros sufrimientos nos hará reducir el estrés que produce esta emoción y nos quita la paz.
Comprender que siempre se puede cambiar, transmutar en algo nuevo, eso es algo que depende pura y exclusivamente de nosotros.
Todos llevamos dentro el poder del amor, el poder de vivir la vida desde ese espacio. No evitaremos con eso que alguna emoción nos corra del eje, pero tendremos ejercitado como volver a él.
Y si en algún momento nos desconectamos y dejamos de escucharnos, estaremos atentos para volver a intentarlo una y mil veces si es necesario, será un trabajo más de cada día de nuestras vidas, un maravilloso trabajo de descubrimiento para así crear la realidad que queremos.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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