El escritor argentino Ernesto Sabato hizo famosa esta frase y él mismo amplió su significado expresando que no es que antes sucedieron menos cosas malas, sino que algunas ya fueron olvidadas.
El gran desafío para la humanidad en todos los tiempos fue “vivir el hoy”, con todo lo que eso conlleva. Hay mecanismos naturales de autodefensa que todos tenemos para buscar la tan ansiada y anhelada paz que imperiosamente necesitamos.
La negación y la evasión como maneras prácticas de escapar de la realidad cuando nos desborda y abruma son algunos de esos mecanismos que se destacan. Algunas personas quedan ancladas al pasado por diversas situaciones de vida, mientras que otras parecen preferir “apostar al futuro”.
En ambos extremos casi siempre hay un porcentaje alto de querer escapar del presente.
Más allá del tinte ideológico que porta, la famosa frase “la religión es el opio de los pueblos” tiene una arista que refiere casi en forma de burla a la necesidad del ser humano de evadir la realidad en busca de paz.
Podemos agregar frases tan escuchadas que tal vez muchas veces hemos dicho: “¡Como quiero desaparecer!”, “¡quiero irme lejos, donde nadie me conozca!”; y otras más graves que tienen que ver con terminar con nuestras vidas. Jesús les dijo a sus discípulos: “La paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da”.
También les manifestó: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo”.
Al decir esto, Jesús no se refería a que “escondernos en la religión nos daría paz”… no, no. La religión no es mala, pero sí incompleta. Jesús nos llamó a buscarlo a Él, nos llamó a la comunión con Dios en contraste con la aflicción (angustia, presión, depresión, opresión etc.) de lo cotidiano que solamente en esa “realidad” se puede tener paz como fruto del Espíritu Santo presente en nuestras vidas.
La Biblia, que es la palabra de Dios, no registra que Jesús les haya dicho a sus discípulos que no tendrían adversidades ni tribulaciones, sino que Él aseguró que, a pesar de cualquier circunstancia, su paz que sobrepasa todo entendimiento guardaría sus corazones y pensamiento para superarla.
La clave para obtener la paz de Dios y tener vidas plenas no está en negar ni evadir la realidad, tampoco en desaparecer ni irnos lejos, donde nadie nos conozca. Por supuesto menos aún en terminar con nuestras vidas.
La clave es ir a Jesucristo y recibir su paz. Él dijo: “Venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados y yo os haré descansar”.
Estimado lector, con el mayor de los respetos, la paz que necesitamos no está en algún lugar paradisíaco (mar, montaña, bosque, etc.). Tampoco está en anclarnos al pasado, ni en vivir una “proyección virtual” de un futuro ideal.
La paz que necesitamos para vivir plenamente el hoy, que es un verdadero “presente=regalo” de Dios, está en aceptar el amor de Dios en Jesucristo como señor y salvador, quien todo lo que prometió lo conquistó en la cruz, poniéndolo a favor nuestro inmerecidamente por su gracia.