Brayan Damián Casso Acosta aseguró el lunes, durante la primera jornada de juicio oral ante el Tribunal Penal 1 de esta capital, que no tuvo intención de matar a su compatriota colombiano Gustavo Rojas Gallego. Pidió perdón y lanzó el anzuelo con carnada, plomada y lineada de su coartada a los jueces Gustavo Arnaldo Bernie, Viviana Gladis Cukla y Fernando Luis Verón.
Ayer el reconocido, en la provincia y en el exterior, médico forense del Superior Tribunal de Justicia, Claudio Joaquín Heredia, detalló que el colombiano Rojas Gallego fue ultimado de 25 puntazos, heridas en la cabeza, cuello, tórax, abdomen y brazos, todas lesiones hechas a un cuerpo vivo y que la estocada letal fue la que le perforó el ventrículo derecho del corazón.
También remarcó que el cadáver no tenía ninguna lesión de defensa.
La segunda jornada de debate oral fue el puntapié para la lista de testigos en una causa que se inició en febrero de 2021 en el barrio Yacyretá cuando fue asesinado el prestamista de 32 años. Dos son los acusados, Brayan Casso Acosta (29) y el misionero José Ramón Ramírez (30), por el crimen vinculado al dinero de los microcréditos y venta de muebles que despliegan ciudadanos colombianos en varios puntos del país.
El forense Heredia también resaltó que las lesiones que le habrían quitado la vida de todas maneras fueron tres, la del ventrículo fue la letal, pero las otras dos habrían derivado en el mismo resultado.
Sostuvo además que, el cuadro de gravedad requería una asistencia inmediata, no mayor a los treinta minutos de espera.
Entre los testigos, vale remarcar la voz de Emilio Jara Acosta, paraguayo de 69 años quien admitió que la noche previa al homicidio, viernes 26 de febrero le brindó alojamiento a Ramírez y Casso Acosta en su vivienda de la zona oeste. “Lo conozco a José (Ramírez) desde que era niño porque se crió con mi hijo que falleció hace siete años. Por eso le permití que se quedaran a dormir. Al otro día yo me fui a vender limones hasta el mediodía y cuando volví le presté mi vehículo pero hasta las 17 porque tenía que salir, pasaron las 19 y no regresaban. Cuando lo hicieron le dije a José: ‘Hasta acá nomás llego’. A la noche volvieron, José a pie y Brayan en una moto”.
“Ahí me dijo José: ‘Brayan se mandó una cagada, estamos hasta el orto’. Los dos estaban alterados, nerviosos y transpirados. Solo quería que se fueran y me dejen tranquilo. Brayan borró todos los mensajes que mandó con mi teléfono, le presté y se comunicó con un número que termina en 28. También me pidió una camisa Brayan porque volvió sin remera”.
La expareja de Casso Acosta, Rocío Amarilla (24), declaró que “Brayan vino de Corrientes a Posadas ese día porque tenía que realizar una cobranza”. Admitió luego: “El lunes vino a mi casa antes de entregarse y dijo que fue él quién cometió el crimen, contó que se perdió, que estaba re mal y que lo mató (a Rojas Gallego)”.
“Excelente patrón”
Entre los tres últimos testigos, dos colombianos aportaron más detalles e información posterior al ataque y muerte del prestamista. Se trató de Edilson Moreno Arley y Juan Carlos Molina, trabajadores vinculados a Rojas Gallego a quien, por ejemplo, Molina definió como “el patrón” para el que trabajaba en los cobros de los préstamos que otorgaban.
Moreno y Molina llegaron al lugar alertados por un vecino de Rojas Gallego que los llamó segundos después que su hija le dijera desesperada que en ese inmueble había sucedido algo grave porque oyó música fuerte y gritos. Y luego salir raudamente del lugar a Casso Acosta y a otro joven, llevándose una motocicleta y un elemento grande que se presume era una caja fuerte.
Moreno detalló: “Ingresamos al departamento con una escalera, parecía una carnicería adentro y estaba todo saqueado. Fui al lavadero a mirar y buscar las llaves y encontré a Gustavo (Rojas Gallego)”. “Se llevaron una caja fuerte, una mochila y unas zapatillas. Yo lo conocía a Brayan porque él había trabajado para Gustavo. Nunca lo había amenazado pero recuerdo que dos años antes ya habían tenido problemas entre ellos”.
En el caso de Moreno fue detenido pocos días después en jurisdicción de la comisaría por circular con una motocicleta robada. “Me querían llevar a la comisaría Sexta y yo sabía que ahí estaba alojado Casso Acosta. Pedí que no lo hicieran pero me llevaron igual, ahí me golpearon entre Brayan y todos los demás de la celda. 25 horas detenido estuve ahí. Lo denuncié e intervino hasta la Comisión de Tortura, pero no pasó nada”.
“Gustavo era un excelente patrón”, abrió su declaración Juan Carlos Molina. “Por plata había problemas entre Casso y Gustavo. Brayan le robó una ruta de préstamos y clientes y le debía dinero”, afirmó el testigo y agregó: “Con el patrón charlé una vez y me dijo que tuvo discusiones con Casso varias veces por la plata de las rutas”.
“Yo obedezco órdenes”
La audiencia de ayer tenía el arranque pautado a las 8. Minutos antes, un cronista de PRIMERA EDICIÓN se presentó para acreditar su procedencia e ingresar. Pero no lo pudo hacer, tres policías provinciales tenían la orden de impedir la entrada de todo periodista que lo intentara.
“No, no podés entrar, yo obedezco órdenes”, fue la respuesta a cada consulta por los motivos de la prohibición. A las 9.30 hubo cuarto intermedio en la sala de calle La Rioja casi Rivadavia y los protagonistas que salieron a la vereda a fumar y distenderse se sorprendieron ante la situación y repitieron: “Adentro hay lugar”.
El latiguillo “yo obedezco órdenes” lo repitieron también -y atemorizados- varios empleados del tribunal al tomar contacto con el incidente. Durante la espera en la vereda, sin embargo, la jueza Cukla ordenó que ingresara un fotógrafo que le envió mensajes desde su teléfono celular.
La “normalidad” imperó recién cuando el periodista de este Diario logró que el presidente del TP-1, Gustavo Bernie, saliera a la vereda para responder por la medida de censura. “Es por cuestión de espacio” aseguró y paso seguido, como de magia dijo: “Ahora hay lugar y pueden entrar”.