Por: Aída Ofelia Giménez (*)
La caja sobre la mesita de la biblioteca, con un gran moño en uno de los vértices de la tapa, llama la atención. Sus suaves tonos pasteles se destacan con singular belleza.
Pitzi, con sus ojos nórdicos y su sonrisa argentina, recorrió el sendero entre los árboles hasta la cabaña, cargando una bolsa de papel. Me la entregó diciendo: no la envolví porque ella luce por sí misma. No le faltó razón.
La contemplé una vez más; primorosa, hermosa. Siempre me intrigó la habilidad de algunas personas para lograr que un trozo de madera, cualquiera sea su forma geométrica, con unos pocos toques de pintura o pirograbado, devengan en obras de arte. Será porque yo, en un trozo de madera, veo un trozo de madera.
Esa noche, a la luz difusa del spot, que ilumina tímidamente una marina de David Heynemann, donde unas barcas son mecidas en un quieto paisaje de riacho adormecido por caricias de sauces llorones, admirando su reflejo como Narcisos harapientos.
La luz destacó el cubo que reposaba en la mesa. Al acercarme a la caja me pareció sentir un leve aleteo, un suspiro recóndito.
En la tapa, mariposas pintadas lucían tonos rosa fucsia, amarillo naranja, azul celeste, resaltadas con pinceladas blancas. Pero… debajo de éstas, perfectamente definidas, se encontraban apenas bosquejadas, siluetas de mariposas acromáticas, siluetas que pugnaban por vivir.
Alas y cuerpos albinos aplastados por la paleta de colores del creador de las bellas mariposas; quien no tomó en cuenta de lo que se plasma hoy y aquí, queda en la memoria del futuro.
La caja vibraba en sinfonías de primavera. Con temblorosos dedos levanté, apenas la tapa, donde aleteaban las vanidosas y policromas mariposas llenando de coloridos destellos su entorno. Desde un intersticio, creado por mis dedos, alargando y aplastando su forma, en un esfuerzo cósmico y ancestral, surgió una silueta blanca, alada e iridiscente.
Un gran estremecimiento invadió el espacio. Al destapar la caja se detuvo el tiempo. Cientos de mariposas blancas revoloteaban en la sala como pequeñas hadas.
Se posaban en el cuadro quebrando la quietud del agua. Se colgaban en la melena de los sauces llorones. Se posaban en los libros y en las ventanas. Por una de ellas que estaba abierta, escaparon a la libertad del monte.
Se las puede ver sólo por las noches a la luz de los faros de algún auto o danzando en derredor de las lámparas de las casas. Son las mariposas nocturnas que escaparon de la caja, en las que fueron introducidas por las bellas mariposas de colores, cuando Pitzi ajena al drama que se estaba gestando en su interior, colocó la tapa y el moño.
Glosario:
David Heynemann: Pintor contemporáneo.
Narciso:En la mitología griega, joven enamorado de sí mismo. Se extasiaba ante su propia imagen reflejada en el lago.