La defensa del único detenido por el crimen de la catequista y comerciante Gladis Gómez (39) pidió su sobreseimiento en la causa, por lo que el juez de Instrucción 1 obereño, a cargo de la investigación, Pedro Benito Piris, envió el expediente a su fiscalía para que emita opinión, señalaron las fuentes.
Será el Ministerio Público el que defina parte del futuro procesal del sospechoso, que tal como publicó PRIMERA EDICIÓN en exclusiva, fue imputado en forma preventiva por “homicidio en ocasión de robo” tras ser capturado a mediados de marzo pasado en la provincia de Buenos Aires y luego de permanecer seis meses prófugo. Mientras tanto, voceros del caso confiaron que las medidas ordenadas en la causa por el citado magistrado ya se habrían agotado, por lo que sería inminente que el acusado, de 32 años, o sea liberado o se encamine a una posible prisión preventiva. La última palabra la tendrá Piris.
En su declaración indagatoria ante el mencionado juez, el sospechoso aseguró que aquel 2 de marzo de 2022, noche del homicidio, trabajó durante toda la jornada en una construcción y que las personas que lo mencionan como uno de los dos motochorros que llegaron al comercio de la catequista sobre la calle Piedra Buena de Oberá, se confunden o mienten.
De acuerdo a la versión policial y de la propia víctima, uno de los dos delincuentes le exigió que entregara dinero y, como la respuesta fue negativa, le disparó.
Sin embargo, pese a que intentó desligarse del hecho, fue llamativo para los pesquisas que el imputado salió de la provincia prácticamente al otro día. Más aún, cuando un testigo mencionó en el expediente que uno de los supuestos asaltantes tenía un tatuaje de un trébol, similar al que tiene el acusado. Los primeros dos detenidos en la causa, también lo mencionaron. Incluso, surge de la instrucción del hecho que entre ellos un “datero” policial fue quien mencionó el nombre del ahora detenido, conocido como “Elias”.
Un pedido incesante de justicia
El robo seguido de homicidio fue perpetrado la noche del miércoles 2 de marzo de 2022, cuando dos motochorros asaltaron el comercio donde trabajaba Gladis en Oberá. Uno de ellos, el que ingresó al local, le disparó en la cabeza.
La misma víctima, quien agonizó once días, llegó a decirle a un ocasional testigo que uno de los ladrones, el que disparó (el otro quedó en la moto), tenía acento porteño.
Apenas cometido el crimen, y por testimonios, surgieron dos posibles autores. Sin embargo, fueron liberados a pocos días de cumplirse un año del homicidio de Gladis, quien también era catequista. Fue porque no hubo evidencia concreta en su contra.
La irreparable pérdida a manos de asesinos generó numerosas marchas en pedidos de justicia en Oberá.
La mujer era muy apreciada en la ciudad y su muerte hizo que por primera vez gran parte de los comerciantes de la zona centro se movilizaran solicitando mayor seguridad y pronto esclarecimiento del hecho. Fue una cita sin precedentes a la que acompañó la comunidad local en general.
Cuando liberaron a los dos primeros sospechosos (quienes fueron sobreseídos tras permanecer detenidos por más de un año), el golpe que recibió la familia de la víctima fue tal que para una de las hermanas de Gladis fue como “que la volvieron a matar”.