Cuando las soluciones no aparecen, conviene buscar y exponer responsables. El libreto de Javier Milei es tan básico como efectivo.
Despojados de fanatismo, nadie puede negar la existencia de los denominados “jinetes del fracaso”, están ahí y seguirán estando porque el sistema está diseñado en favor de ellos. Pero no debería omitir el Presidente que varios de sus funcionarios también son parte de esa tropilla que condujo al país a un fracaso fenomenal. Y tampoco debería evadir su responsabilidad por el estado de la Nación.
El abrupto crecimiento de una pobreza que ya era estructural y que él viene a remediar es también culpa suya y de sus medidas que, al día de hoy, siguen apenas rozando a la casta política y económica.
¿O acaso la escalada de precios, la recesión y la brutal pérdida del poder adquisitivo son patrimonio exclusivo de los gobiernos anteriores?
En lo que lleva de mandato, el oficialismo inflige un daño tan grande que para las familias que cayeron en la pobreza y las que fueron empujadas a la indigencia les tomará lustros recuperarse. La lógica de empobrecer mucho hoy para estar algo mejor después no tiene justamente eso, lógica. Celebrar una inflación de 15% cuando hace apenas algunas semanas fue impulsada a 25% suena a burla, pero es lo que va a ocurrir.
“No hay plata porque se la robaron los políticos chorros e ineficientes”, soltó Milei. Una frase tan simple como efectiva, disparadora de aplausos en los seguidores a los que hay que abroquelar con discurso cuando las medidas no son las prometidas. En eso radica el “éxito” de Milei, en soltar frases cortas y duras, exteriorizar a los responsables del fracaso y evadir las culpas mientras las soluciones siguen sin aparecer.
Y cuando esa dinámica empieza a perder fuerza (porque al fin y al cabo es una maniobra política) a partir de los datos duros de la realidad, sobreviene un llamado al diálogo tan superfluo como casi todo lo expuesto en casi tres meses.
Un llamado que él mismo da por fracasado al instante, una propuesta de pacto que suena más a exigencia de capitulación, una herramienta para seguir echando culpas hacia atrás, tal y como se hizo durante las últimas presidencias.
El ajuste y la pobreza seguirán siendo patrimonio de la sociedad, mientras la nueva dirigencia demuestra que no tiene nada distinto a la vieja.
Milei no es diferente, su discurso es más efectivo.