Con 10 hijos, 50 nietos y a sus 78 años, Lorenza Villalba ha logrado terminar sus estudios primarios tras 6 años de estudio en Eldorado. Tenía 72 años cuando una maestra rural fue hasta la puerta de su casa para proponerle que se anotara en las clases.
Lorenza nació en Paraguay, pero cuando tenía 3 años vino desde Villa Rica hacia la Argentina junto a su familia, y se convirtió en su hogar definitivo. A los 16 años conoció en Puerto Piray a quien iba ser el padre de todos sus hijos y el amor de su vida.
“Mis padres eran muy humildes, me crié más con la hermana de mi papá, y era imposible que yo fuese al colegio”, dijo en diálogo con Infobae.
Cuando era chica tuvo que dejar la escuela y siempre priorizó que cada uno de sus hijos pueda ir a estudiar. Ha demostrado que la edad no es un impedimento para perseguir los sueños y alcanzar metas personales. Su dedicación y empeño han sido la inspiración de muchos en la comunidad local.

En 2018, cuando murió su marido, pensó que no había más proyectos por delante, luego de compartir 57 años de casados. Sin embargo, su profesora Silvia le insistió en que fuese a aprender para distraerse, pero fue mucho más que eso y hoy se vieron los resultados.
Tras tomar clases en un comedor del barrio Ziegler, junto a otros alumnos, a los 78 años Lorenza ya tiene su libreta de calificaciones en mano y el ansiado diploma.
El sostén de una gran familia
Asimismo, Lorenza es una persona amable y querida por todos, que además de ser estudiosa, tiene otras cualidades. Ama preparar multitudinarios guisos y locros para agasajar a sus invitados: “Me encanta cocinar, sobre todo los porotos y las lentejas, eso es lo que más me gusta, pero hago de todo”.
Contó además que sabe pescar, sobre todo anguilas para luego cocinarlas. “Me voy a una laguna cerca de mi casa y paso la tarde pescando, aprendí de grande y ya hace muchos años que lo hago, después vuelvo para prepararlas y todos mis vecinos saben que siempre tengo alguna cosa lista para comer”, relata.
Transitó diez embarazos y agradece que no tuvo ninguna complicación en las gestaciones. “Tuve a mis 10 hijos por parto natural, algunos en el hospital y otros en mi casa, porque en tiempos de antes venía un enfermero muy valiente, que ya me conocía bien, sabía cuando el bebé estaba listo”, expresa.
Con picardía, atribuye la familia numerosa al famoso dicho de que “no había televisión”. “Después que llegó la tele a casa, no tuvimos más hijos”, remata con humor. Por fuera de las carcajadas, comenta que su mayor orgullo es la unión familiar. “La verdad que me siento bien conmigo misma porque los crié bien, los mandé a todos a la escuela, aún cuando tenía a uno en jardín, otro en primaria, y otro que todavía no caminaba, todos pudieron estudiar, tal como nos propusimos con mi marido, y eso es importante”, resalta. Ella, por su parte, más de una vez quiso aprender a sumar y restar, pero el tiempo fue pasando y pensó que ya no iba a haber oportunidad.
“Algunas veces tuvimos las clases en mi galería, le presté ese espacio a mi profe porque la escuelita queda cerca, y vinieron todos a mi casa, todos de diferentes edades, pero adultos, y me trataron muy bien”, asegura. Pasó lindos momentos con todos ellos, recuperó la sonrisa después de perder a su esposo, y trató de mantenerse en pie, enfocada en las tareas, porque no fue el único golpe anímico que sufrió. Su hijo Fulgencio se suma a la charla con este medio y habla en representación de sus hermanos sobre cómo vivieron la etapa escolar de su mamá.
“Ella es nuestro pilar en todos los sentidos, es el verdadero sostén de la familia, siempre de pie para todo. Su lucha, su constancia, y su estudio terminado es un orgullo para todos, y sobre todo después de que perdimos a nuestro padre y al poco tiempo a mi hermano Claudio, el mayor de todos, que murió por la enfermedad de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica)”, revela conmovido. Y agrega: “Mamá nos demostró que aún en los peores tiempos la vida continúa, nos aferramos a la fe y esa hiperactividad que tiene, que siempre está buscando algo para hacer, y es lo que la mantiene bien, fortalecida, realmente no sabe lo que significa estar sentada todo el día”.
El impacto de su logro se extiende más allá de las fronteras de Eldorado, resonando en toda la provincia de Misiones. Esta historia singular subraya la diversidad y la fortaleza de la gente de Misiones, que continúa desafiando las expectativas y contribuyendo de manera positiva al tejido social.
Fuente: Infobae.