Olga Lucía Scrimini es médica psicoanalista y psiquiatra, especialista en mujeres en estado puerperal y embarazos traumáticos, además de trabajadora en distintos hospitales públicos y campañas en comunidades, fue la primera testigo de los 33 citados para el juicio a Rita Marianela Cervantes Martínez (31) en el Tribunal Penal 2 de la Primera Circunscripción Judicial.
Durante una hora y conectada a una aplicación de videoconferencias, Scrimini relató las conclusiones que obtuvo en las entrevistas realizadas con la mujer acusada de intentar quitarle la vida a una beba que había parido dos días antes en el Hospital de Neonatología del Parque de la Salud Ramón Madariaga, entre el 5 y 7 de septiembre de 2020.
“A Rita le costaba expresarse, describió una vida difícil durante su infancia que la transformó en una persona en constante actitud tímida, sumisa y con complicaciones para contar su historia de niña abusada sexualmente por su padre hasta los 11 años”, arrancó Scrimini con afirmaciones en esta dirección: “Esto a Rita le produjo negación y disociación. Sumisa en su vida de pareja, también para maternar aunque era lo que más quería y deseaba”.
Sobre lo sucedido antes de dar a luz en este caso que se la juzga por “homicidio calificado por el vínculo, en grado de tentativa, hurto y alteración de la identidad de un menor de 10 años, en concurso real”, artículos 80, 162 y 139 del Código Penal Argentino, Scrimini amplió: “Ella menstruó durante los nueve meses de embarazo y su negación era tal que en la primera ecografía sólo le registraron piedras en la vesícula y miomas. Es enigmático para la ciencia pero los ecógrafos no detectaron el feto”.
“Rita sufría el terror de su vida de niña, que le provocaba la negación del embarazo. Esto pasa y las mujeres pueden resistir el dolor y retener un parto hasta morir”.
Pero también fue precisa y abrió una ventana en el debate que no fue tomada en cuenta durante la instrucción del expediente en el Juzgado 7 (Miguel Mattos juez y Patricia Clérici, fiscal). Scrimini resaltó que el miedo en mujeres como Rita “se transforma en horror cuando entienden que en el vientre llevan a una niña y tienen terror que les ocurra lo mismo que sufrieron ellas cuando fueron abusadas. Se desesperan al pensar que pueden pasar por la misma experiencia”.
Agregó que esto “genera dificultades en el embarazo y parto. Durante este proceso las mujeres recuerdan sus problemas infantiles y en Rita se transformó en malestares físicos como los digestivos, en la vesícula, y por la angustia constante del recuerdo infantil, es inconsciente y provoca negación y disociación de la realidad”.
“Ella sentía terror a tener una hija mujer. Las chicas violadas no quieren tener una beba, lo sé porque tengo 40 años atendiendo este tipo de casos”, insistió la profesional de la salud y lo relacionó con los “brotes psicóticos” y posteriores deseos -y ya estando detenida- de “querer criar a su hija”.
“Estas mujeres viven los partos como violaciones, son intervenciones que les provocan llanto hasta el punto de desconocimiento de la hija que dieron a luz. Por eso en el caso de Rita le da el nombre de su primer hijo a la beba, en la disociación que estaba atravesando sola, ella cree que tuvo un hijito, no tiene claro qué había parido”.
Scrimini sostuvo que, durante las horas posteriores al parto, “Rita comenzó a visualizar otro mundo y se la ve tranquila en un estado delirante, de disociación”. Y que luego de su detención derivó en “ansiedad, angustia y depresión. Rita remarcó que sólo tenía esperanzas de vivir para poder ver a su hija”.
Aclaró además que si hubiera estado contenida en el hospital antes y después de parir “nunca habría rechazado a su hija. Ella llegó a ese lugar preparada, había ido al obstetra antes”.
Detalló que los rasgos de una niña abusada se lo detectaron y marcaron “como una mujer tímida y muy fóbica, no comprendida por su familia y por su pareja. De hecho su esposo después, cuando entendió lo que ella había atravesado, le pidió disculpas”.
Durante las entrevistas registró declaraciones de Rita sobre su pareja: “No me ayudaba con el nene y teníamos problemas de sexualidad. Se sintió abandonada y con los dolores que creía eran de vesícula, agarró un documento que no era suyo y se fue al hospital sola”.
Sobre la angustia y ansiedad de la joven, recalcó: “Sufrió un proceso de trastorno de despersonalización (…) Estaba internada y golpeada tras ser detenida y decía ‘me pegaron mis amigas’. Se lo repetía a la madre”.
“El embarazo de Rita estuvo completamente negado. Su consciencia no le permitía entender nada de lo que pasó. No se trata de rechazo, se trata de negación. Ella salió del hospital con un bebé en brazos sin entender lo que le estaba pasando y tampoco entendió qué le pasó después. No se trata de sentimientos sino de síntomas, no registró lo que le sucedió. Absoluta amnesia le provocó, es tan profundo que le provocó psicosis.
“La largaron a la calle sola”
La segunda testigo y también conectada por videoconferencia, fue Mabel Beatriz Bianco, médica dedicada a los servicios de salud pública, posee una maestría en el rubro y, entre un amplio registro de especialidades es coordinadora de la campaña internacional “Las mujeres no esperamos, acabemos con la violencia y el VIH”.
Puntualmente, fue perito en este caso por sus antecedentes de acompañamiento de problemas de embarazo, puerperio y parto, enfermedades y muerte maternas. “Sigo los casos, estoy muy atenta desde el punto de vista epidemiológico porque la comorbilidad-mortalidad es alta”.
“En cuanto a Rita, la seguimos porque se trataba de uno de los casos en los que los embarazos no se notaban, sin el crecimiento del abdomen, en los que sufren hemorragias que se confunden con los ciclos menstruales, se asocia a una menstruación”.
Sostuvo que “se registran casos, son raros pero no imposibles, en los que una mujer no percibe movimientos asociados a un embarazo. No lo sienten, no los identifican con un embarazo”.
“El puerperio dura hasta 45 días posteriores al parto, de adaptación del cuerpo de la mujer a la lactancia. Es una readaptación hormonal que interviene en las cuestiones anímicas, con impacto en la forma de conducirnos. En el caso de Rita más aún los problemas por los antecedentes de abuso sexual que tiene. No se trata de marcas externas, rastros o lesiones visibles. Son psicológicas y que influyeron en su embarazo y puerperio”.
Amplió detalles: “En Rita había anemia crónica y esto genera complicación en el embarazo”.
Sostuvo que existe un inconveniente en el servicio de salud pública y es la falta de asistencia integral a las mujeres que van a parir. “Nuestra medicina es clínica y biologicista. No atiende a los marcos sociales y su aspecto psicológico (…) Tenemos servicios de salud limitados a los aspectos biológicos”.
“Una mujer como Rita, con un embarazo sin vientre abultado, necesita atención mental por la atipicidad. Por ejemplo, las que sufrieron violencia constante pueden tener este tipo de secuelas. Pero además, si una mujer va a parir sola debe llamar la atención, necesita acompañamiento y recibir esta atención integral para recoger los datos que aportan a su estado psicológico”.
Fue enfática Bianco: “Un servicio que recibe a una parturienta y no está capacitado para hacerlo debe al menos no dejarla irse sola después con un bebé en brazos. No la pueden largar de alta así nomás. La salud es el equilibrio biopsicosocial y el hospital debía observar y averiguar por qué estaba sola Rita, registrar sus antecedentes de violencia porque lo que ella sufrió le dejó secuelas muy importantes”.
“A Rita la mandaron sola a la calle, yendo en un transporte cualquiera y en una situación confusional. Ella debía estar acompañada, pero la dejaron en banda”.
Bianco respondió a las preguntas de la defensa de Cervantes Martínez, integrada por Luciana Sommer Aromí y Karen Dalila Rodríguez De Olivera y al fiscal Vladimir Glinka. Entre otros puntos resaltó que la asistencia integral de Rita podría haberla ayudado y evitado el desenlace: “Conocer el antecedente de abuso que sufrió no necesitaba de un examen profundo. Son recursos que un servicio de salud puede ofrecer. No se necesita de un gran equipo de profesionales de la salud mental”.
Fue tajante: “No podemos aceptar la no atención integral y culpar, como en este caso a las mujeres más pobres. Pedimos consciencia y conocimiento, no gabinetes de salud mental”.
La segunda audiencia se cerró con tres testimonios más. Los de dos alcaides del Servicio Penitenciario Provincial que recibieron a Rita Cervantes en el anexo de mujeres detrás de la comisaría Segunda de Posadas, sobre la avenida Tambor de Tacuarí, luego de la golpiza que sufrió en la comisaría Decimonovena en Itaembé Guazú por parte de otras detenidas y que le provocaron lesiones que necesitaron de una extirpación de útero para que sobreviviera.
Las funcionarias del SPP describieron a Rita como una joven que le costaba el vínculo en un primer momento, pero que no registró ningún inconveniente posterior.
Declaró además una integrante de la Comisión Provincial de Prevención contra la Tortura, quien detalló haber tomado contacto con Rita y acercado imágenes, entre otras ayudas, de su familia y de sus hijos, principalmente. Admitió no haber hablado con ella sobre lo sucedido con el parto y que la asistencia correspondió a un favor a pedido de una hermana y la madre de la imputada, a quienes conoce de actividades sociales.
Imágenes clave de Rita en 2020
PRIMERA EDICIÓN pudo acceder a las últimas fotografías de Rita Cervantes Martínez previas al parto y al posterior y presunto intento de homicidio por la que se la juzga en el Tribunal Penal 2.
Las imágenes no remiten descriptivamente a una joven embarazada. Fueron tomadas durante el festejo del tercer cumpleaños de su hijo varón el 8 de agosto de 2020 y 19 días después jugando con el niño y también junto a su esposo y padre del menor.
Vale recordar que Rita parió el 5 de septiembre de 2020 y dos días después su beba fue hallada con lesiones en la espalda en la orilla del arroyo Mártires.