Se cumplen 41 años del inicio de la Guerra de Malvinas y hasta el día de hoy salen a la luz testimonios de los soldados que estuvieron en la batalla con el objetivo de recuperar las islas. Luis Cabral es un excombatiente que posee en su casa, ubicada en la chacra 152 de Villa Cabello de Posadas, un museo con recuerdos de su paso por la guerra en 1982, es que con tan sólo 19 años integró las filas del Regimiento de Infantería Mecanizado 4 de Monte Caseros.
Entre sus recuerdos Luis tiene el uniforme que utilizó durante la guerra, gorras de distintas fuerzas, cascos, municiones, libros de campaña, mapas de las posiciones argentinas e inglesas, libros, diarios, revistas, artículos periodísticos de la época, fotos de la salida en tren hacia Malvinas, un banderín con un himno en inglés de los falklands y una urna con tierra de las islas traída por los familiares de los soldados caídos.
Al recorrer una de las vitrinas, un cuadro con una foto de una bandera llama la atención, Cabral, toma el portarretrato en sus manos y relata la increíble historia que tiene al emblema patrio como protagonista.
La bandera pertenece al Regimiento de Infantería N°4 de Monte Caseros, uno de los más antiguos del país y acompañó a los soldados en varias ocasiones, una de ella la invasión inglesa en donde el país invasor fue derrotado por los criollos y tomaron el estandarte del regimiento enemigo como trofeo.
Según narró, los ingleses buscaban la bandera del escuadrón para romper una “maldición” a la que habían sido castigados tras ese hecho. Al estallar la guerra de Malvinas le dieron la oportunidad de poder reivindicar y recuperar “su honor”.
“Era un trofeo para ellos”, indicó Cabral, pues la misión era la siguiente: buscar el estandarte del regimiento que los había derrotado para poder intercambiar por el suyo. Los soldados misioneros que tenían consigo la enseña patria, habían oído de la historia y tenían muy en claro qué era lo que buscaban los enemigos, así que la protegieron y escondieron.
Para sacarla de la isla se la entregaron a un sacerdote que retornaba al país luego de culminar el conflicto bélico, le pidieron que escondiera el paquete entre cosas sin contarle de qué se trataba. Cuando el padre revisó el contenido del paquete y se encontró con el símbolo nacional, decidió esconderlo entre sus ropas hasta pisar suelo argentino.
Así fue como la enseña patria llegó hasta el Regimiento de Monte Caseros, Corrientes, sana y salva donde se conserva en un museo y es uno de los emblemas más importantes del escuadrón. La bandera del Regimiento N° 71 Highlanders aún hoy continúa en poder de la Argentina.
La deuda pendiente
Luis contó que cuando retornaron al país, fue muy difícil y sin el apoyo que recibió de su familia no podría haber logrado seguir con su vida. “Los loquitos de Malvinas, así nos llamaban en todos lados”, señaló. También comentó que en esa época estaba mal visto que una empresa contrate a un excombatiente.
Aseguró que la deuda pendiente más importante del Gobierno con ellos es la salud mental, ya que cuenta que muchos de sus compañeros tomaron la decisión de quitarse la vida o cayeron en algún vicio como el alcohol porque no tuvieron la contención que necesitaban. “En Estados Unidos uno vuelve de una guerra y lo atienden cuatro o cinco psicológos, lo contienen”, comparó.