El Gobierno debería negociar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para modificar las metas fiscales pactadas en el documento de facilidades extendidas y financiar la caída de recursos en dólares producto de la sequía. Al menos así lo entienden algunos analistas privados.
Por las inclemencias del clima que golpea a la fábrica de dólares de la Argentina, el agro, el Poder Ejecutivo Nacional debería “de manera rápida” adaptar la meta fiscal de 1,9% del Producto Bruto Interno acordada con el organismo multilateral para el 2023, dejándola al menos en 2,4% del PBI, advierte un análisis del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).
El escenario no tiene muchas chances de ser otro, según el estudio del instituto que conduce Nadin Argañaraz, el cual sostiene que por la sequía caerá el volumen de las cosechas, por lo que también va a ser menor la exportación de materias primas y derivados; por ende, menor será la oferta de dólares en las arcas del Banco Central (BCRA).
Al exportar menos, dado que la Argentina cobra derechos de exportación, también se verá afectada la recaudación; y por efecto directo e indirecto también se va a recaudar menos de impuesto a las ganancias, de impuesto al cheque y de otros impuestos, de los tres niveles de gobierno, sostiene el análisis de los economistas de IARAF.
Cuadro fiscal del 2023, sin sequía y con sequía
Para este año 2023, el sector público nacional no financiero tiene acordado el compromiso de obtener un déficit primario de 1,9% del PBI, lo que implica un esfuerzo de 0,5 puntos porcentuales del Producto Bruto Interno, partiendo de un déficit de 2,4% del PBI en 2022.
Del análisis del presupuesto y de las proyecciones del FMI, surge que el camino a transitar implica una baja de 1,4 puntos porcentuales de los ingresos totales, en el escenario sin sequía planteado por el IARAF.
Por lo tanto, el gasto primario tiene que reducirse en 1,9 puntos porcentuales, obteniendo así los 0,5 puntos porcentuales necesarios para lograr la meta.
En efecto, sin sequía, los ingresos totales caerían este año un 4,4% real y los gastos deberían hacerlo en un 6% real. “El esfuerzo luce significativo”, destaca el informe del Instituto Fiscal.
Ahora bien, si se agrega la caída de ingresos tributarios por sequía, la reducción necesaria del gasto es mucho mayor.
En este escenario, los ingresos totales caerían 1,9 puntos porcentuales del Producto Bruto Interno y el gasto primario tendría que hacerlo en 2,4 puntos porcentuales del PBI. En términos reales, los ingresos caerían 7% y el gasto debería hacerlo un 8,5%.
¿Cómo se podría alcanzar la meta fiscal?
“Yo creo que el dólar soja III sería una gran opción, aunque no creo que inclusive puedan llegar a cumplir la meta así. Es muy probable que recurran al ‘waiver’ (exención o perdón). En un año así es imposible que se cumpla la meta con el Fondo. Se ha hecho más de una vez y este año no va a ser la excepción”, señaló al respecto la economista Natalia Motyl en diálogo con PERFIL.
El economista y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Guido Lapa, por su parte, opinó: “Si después el Fondo Monetario Internacional le da al Gobierno un poco más de cuerda o no, pienso que pasa a un plano secundario, porque las prioridades sobre qué clase social es la que es ajustada, el Gobierno las tiene totalmente invertidas”.
Y agregó: “No se trata de maniobras para alcanzar la meta fiscal, porque de maniobras este Gobierno está lleno, ya que el cumplimiento de las metas del último trimestre se lograron sobre la base de posponer pagos y con toda clase de contabilidad creativa. Se trata de entender que el acuerdo realizado con el FMI no lleva a una mejoría de la economía argentina, sino que la empeora en todos los aspectos”.
Panorama adverso
El futuro de la economía argentina no luce favorable. Según Motyl, un shock energético anticipa una estabilización de precios de energía recién en 2024/25 y hoy el país necesita importar energía, la cual también se utiliza para producir fertilizantes que usa el agro, por lo que las presiones podrían ser mayores.
El problema, sostiene la licenciada en Economía de la UBA, se agrava si se le suma la desaceleración económica de los países compradores de productos básicos y la estabilización de los precios de los alimentos que le dejó a la Argentina un buen ingreso de dólares el año pasado.
Al respecto, Motyl señaló: “Todo esto prevé menores entradas fiscales, en un año electoral donde el gasto siempre se acrecienta. Hoy no veo posible que cumplan ni con las metas fiscales ni las de reservas”.
“Es probable que este otoño llueva más que otros”
“La Niña llegó a su fin”, escribió el Servicio Meteorológico Nacional compartiendo la novedad anunciada por la Administración Atmosférica y Oceánica estadounidense (NOAA, por su sigla en inglés).
El organismo anticipó: “En Argentina todavía no vamos a ver mucha variación en las precipitaciones”.
El ocaso del fenómeno climático es importante para Argentina, que viene sufriendo desde hace casi tres años a La Niña, que agravó las sequías en buena parte del país. Sin embargo, los expertos temen por la llegada del Niño, que suele venir acompañado de mayores precipitaciones, para la segunda mitad de 2023.
“A pesar del cambio en la temperatura del océano, la atmósfera todavía se mantiene con una circulación acorde a la de La Niña”, advirtieron desde el SMN.
La Niña ha sido reemplazada oficialmente por “condiciones ENOS neutrales”, explicaron desde el NOAA en su “Aviso Final de La Niña” esta semana.
“ENSO neutral” significa que ni La Niña ni El Niño están presentes. “Durante febrero 2023, las temperaturas por debajo del promedio de la superficie del mar se debilitaron y actualmente solo persisten sobre el Océano Pacífico central”, especifica el NOAA.
Pronóstico
“Todavía habrá que tener paciencia. Que la niña haya llegado a su fin no significa que de repente va a comenzar a llover. Esto se debe a que uno de los componentes del ENOS, el océano, ya cambió su fase, pero la atmósfera no es tan rápida. En general, a esta masa gaseosa le cuesta un poco más reaccionar a los cambios en la temperatura del agua, es decir, no es algo inmediato”, explicó a PERFIL el meteorólogo Sergio Jalfin.
“A pesar del final de La Niña, la realidad es que la atmósfera todavía se está comportando como si este fenómeno aún estuviera presente. En la región central del país y el litoral tenemos dos máximos de precipitación todos los años por la climatología natural, que son en otoño (marzo-mayo) y en primavera (septiembre-noviembre). Es probable que este otoño llueva un poco más en relación a los otoños últimos, pero las precipitaciones aún seguirán siendo insuficientes. Las mismas se estarían normalizando probablemente hacia la primavera de este año”, anticipó.