Mientras en Posadas la mayoría de sus unidades ni siquiera tiene aire acondicionado para soportar los 40º del verano y en Oberá los usuarios se quejan por las deficiencias del sistema de pago electrónico de los boletos, el Grupo Z sigue haciendo inversiones millonarias en otras partes del continente. Seguramente los negocios concretados en la tierra colorada y los multimillonarios subsidios recibidos, con aporte de los misioneros, le han servido de trampolín para pegar el salto.
En la ciudad de Santiago, la capital de Chile, se informó que la empresa Metropol comenzará a operar varias rutas en 2023 con colectivos eléctricos, modernos y de baja contaminación.
En los primeros videos institucionales publicados durante esta semana la empresa hizo conocer instalaciones inmensas y una flota numerosa de unidades.
La licitación para ese servicio se había realizado en 2021. Ese mismo año, la empresa propiedad de Eduardo y Javier Zbikoski, anunció una inversión de $4.200 millones en Buenos Aires por la compra de 169 unidades cero kilómetro.
El crecimiento económico que demuestra el Grupo Z en Posadas, Oberá, Buenos Aires y Chile no tiene comparación con otras transportistas del país, que tienen que “remar” para tener un tercio de esa rentabilidad.
La diferencia es que en Buenos Aires y en el anunciado servicio de Chile, las unidades son de última tecnología, mientras que en Misiones siguen circulando con colectivos de ocho o más años de antigüedad, sin aire acondicionado, sin el ascensor para sillas de ruedas ni tampoco el sistema SUBE nacional que otorga numerosos beneficios a los pasajeros.
A esto se suma que en plena pandemia los pasajeros viajaban como ganado, sin distanciamiento, los trabajadores cobran con demoras sus salarios y la empresa sigue beneficiándose con subsidios millonarios que nadie controla.
La única firma que le hace competencia en Posadas, la empresa Bencivenga del Grupo Río Uruguay, tiene una flota completa con aire acondicionado y sus unidades tienen un máximo de dos años de antigüedad.
Desembarco en Chile
De acuerdo a publicaciones de la Revista ColectiBondi, el Grupo se adjudicó parte del Sistema Metropolitano de Transportes (ex Transantiago) en un concurso donde desplazó a otras ofertas para quedarse con un conjunto de recorridos en la capital chilena.
Dicho contrato lo ganó en 2021 y comenzará a ejecutarse en 2023. Para esto ya ha incorporado una millonaria flota de colectivos de primer nivel.
El Diario Financiero de ese país informó que luego de adjudicarse el negocio, la empresa tenía planes de contratar 3.500 empleados.
Lo llamativo es que Metropol no fue la propuesta más ventajosa, sino que fue la segunda más económica del sistema. Se le adjudicó igual dado que las bases tenían una cláusula que habilitaba esa situación.
La oferta entregada por la empresa registró un promedio por kilómetro de 4% de costo más bajo que el límite máximo establecido en las bases de licitación, lo que podría implicar ahorros para el sistema, sostuvo el comunicado del Ministerio de Transporte al dar a conocer la adjudicación.
Según informó el organismo chileno, el proceso licitatorio concluyó con la renovación de 991 buses eléctricos y 649 a gasoil EuroVI.
Allá con bicicletas y acá abarrotados
El año pasado se dio a conocer que la empresa Metropol, que gerencia 27 líneas de colectivos y controla el 10% del negocio en el AMBA “renovó su flota y prepara el lanzamiento de un novedoso servicio, que permitirá subir con bicicletas y monopatines”.
Todo ese lujo que se brinda en Chile y Buenos Aires, a los misioneros se les niega. Mientras que acá, los colectivos transportan a los pasajeros en Posadas, Garupá y Candelaria de forma abarrotada, con decenas de personas que viajan paradas. También se percibe el amontonamiento en las estaciones de transferencia, tanto en el Campus como en Quaranta, donde queda en evidencia cotidiana la falta de frecuencias suficientes a los diferentes puntos de la ciudad.
Son numerosas y permanentes las quejas por la falta de frecuencia de las unidades en horarios pico, durante los fines de semana y en los barrios más alejados, como así también por la falta de lugares donde cargar la tarjeta SUBE.
Además, los usuarios sufren largos padecimientos en las paradas que muchas veces no son techadas, bajo el sol, la lluvia o soportando el frío.
También hay quejas por el destrato de los choferes a los pasajeros, la falta de cambio cuando se paga con dinero en efectivo y el costo del pasaje.
Ni hablar de la falta de transparencia con la cual se maneja el sistema de transporte en estos municipios y las vinculaciones políticas con el poder de turno.
Es que nadie conoce con certeza la cantidad de boletos que venden las empresas ni la cantidad de kilómetros que recorre cada colectivo, porque el Gobierno no ejerce ningún control y los datos son aportados por las propias empresas a modo de “declaración jurada”.
Si se supiera realmente cuántos boletos se venden, se podría realizar un cálculo de sus ganancias y establecer un boleto más económico que le alcance para cubrir sus gastos y tener rentabilidad, pero sin la sorpresa de encontrar millonarias inversiones en otros lugares.
Justamente por ese motivo, para mantener sus números en la oscuridad, es que las empresas del Grupo Z nunca aceptaron instalar el sistema de la SUBE nacional porque -de esa manera- se conocerían los boletos y los trayectos de los colectivos, y posiblemente se modifique el valor del pasaje teniendo en cuenta la rentabilidad abrumadora y exacerbada que estarían teniendo las firmas.