La preocupación que tiene Brasil por la “porosidad” de la frontera misionera con ese país, no es precisamente compartida en los hechos -aunque sí en los discursos públicos- por las autoridades argentinas que son responsables de los controles.
La excusa de la extensión que tiene el límite dividido por el río Uruguay, sigue permitiendo que miles de millones de pesos se vayan del país, sin retribución alguna por la “exportación” ilegal de productos como por ejemplo el vino. Solamente en este último, las autoridades del Brasil calculan que ingresaron a ese territorio botellas por valor aproximado a los 2 mil millones de reales solamente en 2021.
A su vez, en los operativos que sí hacen en la frontera brasileña, apenas logran frenar un 5% de las botellas que se contrabandean desde la costa argentina, con El Soberbio como principal epicentro de la salida del contrabando. El mismo lugar por donde se vienen dando secuestros de camiones con soja, maíz, hasta tabaco misionero con destino al mercado negro del Brasil.
Nada de lo que esos productos valen, queda en la Argentina ni en impuestos ni en la economía local, salvo lo que cobran los “paseros” si se trata de personas de nacionalidad argentina.
Pasan los gobiernos, los ministros de Seguridad de la Nación y la frontera argentina con el Brasil se mantiene en igual o mayor nivel de “trabajo” para el contrabando.
Como bien se indica en la edición de hoy, las dudas respecto a la connivencia y los sobornos siguen dando vueltas, a medida que trascienden cifras y datos como los que tiene el informe del Estado brasileño sobre el contrabando multimillonario de vinos.
En consecuencia, seguirá estando la duda si el continuo flujo de contrabando es por inacción o por falta de recursos para controlar.