La tormenta económica que pronostica el Fondo Monetario Internacional (FMI) no será tan fuerte en América Latina y el Caribe como para reducir su pronóstico de crecimiento para la región este año. Así se desprende del más reciente World Economic Outlook que publicó el organismo la semana pasada.
A pesar de que el pesimismo marca las proyecciones del informe para 2022, el desempeño de la región sobresaldrá por encima de las grandes potencias del mundo.
El FMI revisó al alza las expectativas para América Latina y el Caribe y ahora calcula que crecerá 0,5 puntos porcentuales (pps.) más este año, en comparación con la estimación de abril pasado.
Esto significa que el PIB regional avanzaría un 3,0%, por encima de las cifras previstas para las economías avanzadas.
En una entrevista con EFE, la subdirectora del Departamento de Investigación del Fondo, Petya Koeva, subrayó que son muchos los “matices” a tener en cuenta según cada país de Latinoamérica, pero en su conjunto la región “no escapará” de este freno en 2023.
En el informe, Latinoamérica es de las pocas regiones que ve mejorada su previsión y que resiste por tanto mejor a la inestabilidad de la economía mundial, marcada por el freno de los motores económicos mundiales -Estados Unidos, China y la zona euro- debido a los efectos de la guerra de Ucrania, la elevada inflación y los problemas de suministro, entre otras razones.
Koeva explicó que el Fondo comprobó una mejora mayor de lo esperado en la primera mitad de este año en Latinoamérica gracias, en muchos de los casos, a la reapertura de la economía tras la pandemia o al encarecimiento de materias primas que salen de esta región.
Pero advirtió que “para la segunda mitad del año se prevé ya un debilitamiento económico que continuará en 2023 porque será cuando empiecen a notar en mayor medida los efectos globales”.
“No podrán evitarlo”, dijo Koeva, quien además consideró que estos países también “tendrán que endurecer” su política monetaria para luchar contra la inflación, que es “un problema” en muchas de estas naciones, y cuando lo hagan sentirán los efectos de la ralentización en otras partes del mundo.
Guerra: crisis y oportunidad
La subdirectora del Departamento de Investigación del FMI reconoció que algunos países de Latinoamérica tienen, “efectivamente”, una “cesta de exportación” similar a las de Rusia o Ucrania y podrían aprovechar la coyuntura adversa de estos para mejorar su comercio exterior en determinados productos.
Y aunque reconoció que podrían tener una “fuerte presencia” en los mercados globales, los países que apostaran por ello tendrían que dedicar “mucha inversión”, y eso lleva tiempo para materializarse.
Además, señaló como negativo el hecho de que “una quinta parte de los fertilizantes utilizados en la región son importados de Rusia”.
Por eso consideró que es “pronto” para calcularlo, pero es “ciertamente una oportunidad”.
Proyecciones de crecimiento
En su informe de abril (en el publicado ahora no hay nuevas previsiones sobre IPC), el FMI ya reconoció que aunque Latinoamérica y el Caribe tienen menos vínculos directos con Europa, espera que la región se vea más afectada por la inflación y el endurecimiento de las políticas fiscales.
En concreto, pronosticó una inflación para el conjunto de la región del 13,7% en 2022 y del 10,1% para 2023, frente al 12,1% registrado en 2021. Los datos publicados este martes dejan en evidencia que Latinoamérica y el Caribe son de las pocas regiones que no están sufriendo drásticamente las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.
Se espera que en las próximas semanas el FMI entregue sus cálculos para cada uno de los países de la región, pero ya anticipó que la revisión al alza se debe al desempeño de sus economías más grandes.
El organismo destacó el progreso que tendrán Brasil, México, Colombia y Chile por sobre los otros países de la región.
Sobre los dos primeros, los dos PIB más grandes de la región, adelantó sus proyecciones de crecimiento: ahora espera que avancen 0,9 pps. y 0,4 pps. más durante este año, respectivamente, en comparación con lo que dijo en abril.
La economía brasileña cerraría 2022 con una variación positiva de 1,7%, mientras que la mexicana registraría un crecimiento de 2,4% al finalizar el año, según el FMI.
Los países de América Latina y el Caribe se han visto beneficiados por los aumentos de los precios de las materias primas, como el petróleo, cuyo valor aumentó más de un 25% en lo que va del año. Esto ayudó a mejorar los ingresos y los términos de intercambio de los países.
Brasil, el principal beneficiado regional
El pronóstico del FMI para Brasil está ligeramente por debajo de las expectativas del gobierno de Jair Bolsonaro, que espera un crecimiento de un 2%, aunque iguala las proyecciones que entregó el Banco Central de ese país en junio pasado, citando un primer trimestre más fuerte de lo esperado, incluido un impulso de las exportaciones y el consumo familiar.
Moody’s ya había anticipado en un informe que el aumento de los precios del petróleo, el cobre, el maíz y la soja apoyarán los ingresos de exportación de los productores regionales.
La calificadora consideró que Brasil probablemente será el principal beneficiado de la región gracias a que su producción de petróleo y gas natural está aumentando de forma constante y debido a sus exportaciones de mineral de hierro, soja y maíz.
En el caso de México, de acuerdo con la encuesta de Expectativas de Citibanamex el pronóstico de crecimiento del PIB está en un rango de entre 1,2% y 2,4% en 2022.
Los indicadores que hay disponibles en el país para el segundo trimestre del año, como la producción industrial y las ventas en tiendas de autoservicio, sugieren cierta mejoría de la actividad económica, según dijo José Carlos Sánchez, economista jefe de HSBC en México, a Bloomberg Línea.
Desaceleración del crecimiento
Sin embargo, los nubarrones comenzarán a tomar forma de tormenta a partir de 2023, según el fondo, que espera que el crecimiento de América Latina y el Caribe se desacelere a un 2,0%, una caída de 0,5 pps. en comparación con los pronósticos de abril.
La desaceleración del crecimiento también tiene que ver con “la política monetaria más restrictiva por parte de los bancos centrales para lidiar con los altos niveles de inflación”, agregó el informe.
“El endurecimiento monetario sincronizado resultante en todos los países no tiene precedentes en la historia y se espera que sus efectos perduren, con una desaceleración del crecimiento mundial el próximo año y una desaceleración de la inflación”, dijo Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico y director de estudios del FMI.
Inflación mundial, un riesgo persistente
Más allá de la región, el panorama que tiene la entidad a nivel global es cada vez más sombrío: la economía mundial, ya golpeada por el COVID-19, ahora se enfrenta a la desaceleración de EEUU, China y Rusia y a una inflación que pasó de considerarse transitoria a convertirse en un riesgo persistente.
El organismo con sede en Washington espera que el crecimiento mundial se desacelere a un 3,2% en 2022, luego de crecer un 6,1% el año pasado, lo que representaría 0,4 pps. menos que lo informado de abril.
La revisión a la baja está mayormente explicada por el desempeño que tendrán las grandes potencias del mundo.
Estados Unidos crecerá un 2,3% este año y un 1,0% en 2023 como consecuencia de un menor nivel de consumo privado, ante la caída del poder adquisitivo de los hogares y el impacto del endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal (Fed).
Incluso, el informe cita el modelo de previsión del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, el cual sugiere que podría haber comenzado ya una recesión técnica en ese país (dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo).
El crecimiento de China también se revisó a la baja en 1,1 puntos porcentuales a 3,3% debido a los confinamientos por el COVID-19 que persisten en ese país, y a la profundización de la crisis inmobiliaria.
Hay ruidos de recesión
Junto al desempeño económico, los cálculos del organismo indican que la inflación global llegará a un 8,3% en 2022 (un 6,6% en las economías avanzadas y un 9,5% en los mercados emergentes).
La política monetaria para enfrentar los altos precios terminará por pasarle factura al crecimiento mundial, lo que se verá reflejado en un alza de tan solo un 2,9% para 2023.
A pesar de que en las cuentas del escenario base del FIM no hay una reducción en el PIB global entre 2022 y 2023, algo que normalmente se asocia con una recesión mundial, el informe sí advirtió que la incertidumbre económica aumentó la posibilidad de que esta se presente.
Incluso recordó que “la probabilidad de que se inicie una recesión en las economías del Grupo de los Siete (G7), los más industrializados, es de casi el 15%”, lo que es cuatro veces mayor a su nivel habitual.
“El mundo pronto puede estar tambaleándose al borde de una recesión global, solo dos años después de la última. La cooperación multilateral será clave en muchas áreas, desde la transición climática y la preparación para una pandemia hasta la seguridad alimentaria y el sobreendeudamiento”, añadió Gourinchas.
Para la entidad multilateral, el riesgo de una recesión es especialmente alto en 2023, pues espera que “el crecimiento toque fondo”, caigan los ahorros de los hogares acumulados durante la pandemia e incluso se puedan presentar “pequeñas perturbaciones” que terminen por estancar a las economías de la región.
La situación en Argentina es bastante preocupante
En la revisión de junio sobre el programa firmado en marzo, el FMI advirtió sobre posibles impactos en la actividad económica argentina.
“Desde la aprobación del acuerdo, los riesgos globales se han intensificado no sólo por la guerra en Ucrania, sino también por el resurgimiento de la pandemia, un rápido endurecimiento de las condiciones financieras externas y una desaceleración en las principales economías emergentes”, mencionó en su momento el Fondo Monetario Internacional.
“Mientras tanto, los riesgos de implementación de políticas siguen siendo agudos en el contexto de un entorno económico, social y político muy complejo y de presiones salariales y de gasto constantes. La alta inflación, si no se aborda, podría alimentar aún más el descontento social y debilitar el apoyo político al programa. Estos riesgos no pueden mitigarse por completo mediante el diseño de programas y la planificación de contingencias”, continuó.
Este martes, en una conferencia de prensa del economista jefe del FMI Pierre-Olivier Gourinchas, consultado por la Argentina, mencionó que “la situación en la Argentina es bastante preocupante. El tema más importante en la Argentina, en este momento, es la inflación desanclada. Creo que la cifra está por encima del 60% y las expectativas pueden seguir aumentando en lo que resta del año”, mencionó.
“La primera prioridad debe ser devolver la inflación a un entorno más estable, y la cuestión que se está debatiendo ahora es si la actual combinación de políticas es suficiente”, dijo Pierre-Olivier Gourinchas.
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