Prácticamente ya no quedan informes por completarse en el expediente que tiene a un joven acusado de asesinar a su madre y herir de gravedad a su padre con disparos de arma de fuego. El hijo del exintendente de Santiago de Liniers es el único sospechoso y los análisis de laboratorio volvieron a confirmar la hipótesis que lo señalan como el autor.
En los últimos días, el Juzgado de Instrucción 1 de Eldorado, a cargo del magistrado Roberto Horacio Saldaña, recibió el resultado de una pericia de absorción atómica que había sido solicitada a la provincia de Chaco, por intermediación de la titular del Superior Tribunal de Justicia, Rosanna Pia Venchiarutti Sartori. El test arrojó resultado positivo para restos de pólvora en un pantalón que el acusado tenía al momento de su detención.
Esto se condice con una prueba anterior, que fue realizada a un par de guantes que fueron secuestrados en la habitación que el joven ocupaba en casa de su abuela. En ellos también se registraron restos de deflagración tras el accionamiento de un revólver calibre 38 que también fue peritado oportunamente.
Según fuentes consultadas, con estos elementos más alguna que otra cuestión de trámite de rigor, el expediente sería girado en breve a la fiscalía para que opine sobre la elevación a juicio, en la causa caratulada como “homicidio en grado de tentativa y homicidio”, ambos “agravado por el vínculo y calificado por el uso de arma de fuego”.
El caso se conoció en la madrugada del 14 de mayo de 2019, cuando un familiar de Arnoldo Schoenfisch (60) lo escuchó cuando pedía ayuda desde la ventana de la vivienda. “Se mandó una cagada”, le habría dicho, se presume en referencia a su hijo como quien lo había atacado. En la cama matrimonial estaba sin vida el cuerpo de su esposa, Faustina Antúnez (57), mientras que el exintendente tenía una seria lesión que le afectó el nervio óptico.
La primera versión que circuló fue que podía tratarse de un femicidio seguido de intento de suicidio, porque no había signos que mostraran que habían ingresado ladrones a la casa. Pero no pasó mucho tiempo cuando las sospechas comenzaron a apuntar al hijo de la pareja, que entonces tenía 18 años. La relación con ellos no era buena, mejor dicho pésima. Al parecer sus padres le cuestionaban situaciones de rebeldía que no podían corregir.
Pero lo que orientó directamente fue la declaración de un policía, familiar de las víctimas y el acusado. En sede judicial indicó que cuando se realizaban las primeras acciones en la escena del crimen, el acusado le dijo “yo ya estuve acá pero me fui. La mujer está muerta. Seguro les entraron a robar y fueron los paraguayos de allá abajo”.
En principio no le llamó la atención porque nunca sospechó que el propio hijo del matrimonio pudiera hacer algo así. A las pocas horas el joven fue detenido.