El avance de la judicialización de las voces de testigos de la balacera que acabó con la vida de Cristian “Casimiro” Sotelo, durante la madrugada del domingo 13 de junio en el barrio A3-2 de Posadas, a menos de cien metros de la comisaría Décima de la Unidad Regional X, cercaron cualquier posibilidad de dudar que el ataque fue a tiros y premeditado para matar y que por fortuna o designio del destino no se registraron más víctimas fatales.
“Hay que matarlos a todos como a perros, no tiene que escapar ninguno” fue el grito, la orden que dio uno de los atacantes que se bajaron de dos camionetas y comenzaron a disparar a mansalva frente a la vivienda de Sotelo y las lindantes.
El testimonio fue sumado al expediente durante las últimas horas, según fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, y corresponde a un vecino próximo que se alarmó ante los ruidos y voces que se escuchaban en la calle minutos antes de las 6.30 del día mencionado.
Hubo al menos tres detenidos bajo sospecha de formar parte del grupo que atacó a Sotelo, a su sobrino y a otros dos amigos ese mismo día, sin embargo los investigadores policiales apuntaron como presuntos tiradores a “El Garrafero” y a otro individuo conocido como “Pitoca”.
El primero se entregó voluntariamente ante la policía el martes 15 de junio, el restante es un misterio su paradero. En los últimos días las sospechas de un quinto involucrado se fortalecieron con el avance de las declaraciones de testigos ante la Justicia. Conocido en la zona como “Cafú” fue señalado con vínculo directo a “El Garrafero”.
El homicidio de Cristian Sotelo tiene alarmantes características y coincidencias con enfrentamientos o emboscadas a tiros propias de pandillas en contexto de extrema violencia. El domingo 13 de junio a las 6.30, “Casimiro” recibió un disparo en el pecho de una de las pistolas que blandían varios hombres que se bajaron de camionetas.
Sotelo estaba en el domicilio junto a su sobrino y tres amigos, dos de los cuales también resultaron baleados en el tórax. Los tiradores se dieron a la fuga en los mismos vehículos que llegaron.
Los primeros datos de los investigadores de la Unidad Regional X y la Dirección Homicidios permitieron reconstruir los momentos previos al desenlace sangriento.
Según trascendió, un sobrino de Cristian Sotelo y respectivos amigos ingresaron a una vivienda en el mismo complejo habitacional de la zona sur de Posadas donde se desarrollaba una fiesta clandestina que fue organizada por conocidos de “El Garrafero” a quien les facilitó la propiedad y que allí dentro se desató una pelea, que siguió en la calle pero que macabramente acabó con disparos de balas de varios calibres frente a la vivienda de “Casimiro”, quien habría intentado frenar el ataque.