Hace siete años que la posadeña María Agustina Sánchez (29) hizo sus valijas y se mudó a Ottawa, Canadá. La motivó una oferta de trabajo, recomendada por su tía, Carmen Brum, que se desempeña como fonoaudióloga en la capital paraguaya. La tarea consistía en ser niñera de los hijos del Embajador de Paraguay en Canadá, que por ese entonces tenían 2 y 9 años, respectivamente. Uno de los chicos era paciente de la profesional, mientras residían en Asunción.
La idea inicial era permanecer por unos nueve meses, hasta que el enviado terminara su mandato, “yo pudiera ahorrar un poco y volverme a Posadas para continuar mis estudios de psicología”, confió Agustina. Pero a poco de llegar a la capital canadiense, “me di cuenta que Ottawa es mi lugar en el mundo, así que me puse en campaña y conseguí a otra familia canadiense que estaba dispuesta a ayudarme con el sponsor y, de esa manera, poder quedarme. No fue tan fácil. Tuve que volver a la Argentina por unos seis meses para tramitar toda esta documentación desde allí. La incertidumbre fue horrible”.
En septiembre del 2015 regresó y continuó trabajando para la familia, por el lapso de dos años. “Resultó muy difícil pero trabajando como caregiver (cuidador) por dos años o 3.600 horas, podía conseguir la residencia permanente, así que lo hice”, comentó. En 2017, conoció a Félix, un ejecutivo de cuentas para una empresa de telecomunicaciones, quien es hoy su “prometido”.
En el 2018 comenzó a trabajar con una nueva familia, “hermosa”, dueña de un restaurant mexicano en el centro de Ottawa, y en mayo de ese mismo año, “recibí la residencia permanente, ¡por la cual trabajé un montón!”. En octubre de 2019, “mientras caminábamos por el Canal Rideau -un punto turístico importante que divide a la ciudad- nos comprometimos y por estos días, Félix junto a sus amigos, son mi familia en Canadá. Ese mismo año lo lleve a Posadas a que conozca a mi familia y a la Argentina, obviamente, aunque, de todas maneras, él ya era un gran fanático de mi país”, agregó.
Como a todo el mundo, en 2020 también les llegó la cuarentena. “Acá se cerró todo en marzo así que en mayo, empecé a estudiar educación infantil, cosa que no podía hacerlo antes, por falta de tiempo y porque sin la residencia no tenía permiso para hacerlo. En mayo, también con mucho esfuerzo, tuvimos la suerte de comprarnos nuestra primera casa, que necesitaba muchas remodelaciones. En agosto me encontraron un tumor en la cabeza por lo que tuve que frenar mis estudios, aunque pienso retomarlos una vez esté un poco más estabilizada”.
En septiembre abrió su “daycare privado, que vendría a ser una especie de guardería, en mi casa, con un máximo de cinco niños. Por el momento sólo acepto cuatro ya que dos son mellizas y hace que nuestra burbuja sea mucho más pequeña, con sólo tres familias, teniendo en cuenta que Canadá presenta muchos casos de COVID positivo”, señaló.
Agustina recordó que en diciembre pasado, “empecé con mis terapias de radiación, que se extendieron hasta finales de enero. Fue muy difícil pasar por todo esto sin la presencia de mi familia, pero siempre preferí que la primera vez que me visitaran fuera en mejores condiciones. Por suerte, todo salió bien y actualmente puedo disfrutar de mi casa, mi trabajo, mi pareja, familia y amigos”.
Sostuvo que su afinidad con los niños nació en Canadá. “La verdad es que no tenía muy bien definido qué hacer cuando me vine, y acá descubrí que nací para esto. Tengo adoración por los bebés. Me parece que esa es una edad súper importante, donde absorben todo lo que serán en un futuro. En mi guardería me encargo de enseñarles diferentes temas tanto en inglés como en español. Precisamente por eso, siempre trato de estar bien informada, y preparada. Mi deseo es, más adelante, poder abrir un centro con mayor capacidad. Si bien me encanta cuidarlos, la parte laboral es también un plus. Al hacerlo en mi casa, tengo más decisiones propias, como salario, vacaciones, horarios, entre otros”, dijo.
Agustina tiene distribuida a su familia tanto por Argentina como por Paraguay. “Si todo sale bien, tenemos pensado viajar en diciembre, por lo general tratamos de ir una vez cada dos años. Siempre extraño muchísimo a mi mamá, Cristina; papá, Gonzalo, a mis hermanos, tíos y abuelas, primos. Me encantaría tenerlos, acá, conmigo, pero yo decidí formar mi familia acá en Ottawa, así que sólo pienso volver de visita o quizás regrese cuando me jubile, aunque para eso falta muchísimo”, manifestó la joven, entre risas.
“Me imagino que no debe ser fácil para ellos también, pero siempre me apoyaron en todo lo que emprendí. Como todos, tuvieron las dudas y miedos propios de todo comienzo, pero creo que ya lo superaron”, añadió.
Confió que trabajar en Canadá puede resultar difícil por lo severo del clima. En invierno hace mucho frío, sobre todo en los meses de enero y febrero. Y a diferencia de su país de origen, las cuatro estaciones “están muy bien definidas aquí”.
Tampoco es fácil encontrar empleo sin tener primero un contrato de trabajo o un permiso de estudio. Tanto la educación inicial como la secundaria, junto a la salud, son servicios gratuitos. “Pero los estudios universitarios y terciarios son privados, y cuestan mucho más si la persona no es residente o ciudadano canadiense”, admitió.
Expresó que todavía no tuvo la suerte de recorrer otros países, aparte de Canadá, “ya que tuve que esperar a tener la residencia. Además, una vez que la tuve, elegí visitar a mi familia, y así lo sigo haciendo. Por el momento elegimos recorrer distintas partes de Canadá como Toronto, Montreal, Quebec, Vancouver, etc. También aprovechamos el tiempo para seguir arreglando nuestra casa. Asimismo, con estos percances de salud, viajar no estaba en los planes. Pero, seguramente, ya pronto lo haremos”.