El mate, ícono cultural argentino cuyo rito de pasar de mano en mano y hacerlo el acompañante ideal de conversaciones o momentos de soledad es cada día más parte del mundo. Con él, el oro verde de la tierra colorada trascendió las fronteras y se instaló con fuerza en el “viejo mundo”, porque lo llevan quienes visitan esta región o porque viaja en las valijas de aquellos que emigran en busca de nuevos horizontes, como Karla Johan, hoy una de las más conocidas embajadoras de la yerba mate alrededor del globo cuya historia se inició “un poquito así, lejos de casa”.
Fue en la Capital de la Alegría donde nació, por supuesto no fue ajena a una temprana relación con el mate, desde el cocido con cascaritas de naranjas de la chacra de su abuela, hasta el de leche que le preparaba su mamá. Aunque fue en Vancouver, Canadá, lejos de su familia, donde reconoce su primera gran experiencia “matera”. “Siempre digo que uno se hace adulto cuando se prepara el primer mate amargo; y estando lejos es cuando uno se aferra a lo que tiene de su país, allí me preparé mi primer mate amargo”, confió a Ko’ ape.
Al regresar a Argentina optó por estudiar Hotelería y, más tarde, la carrera de Sommelier se presentó como una excelente oportunidad. “Observé que el sommelier no solamente aprendía a catar y elaborar vinos, sino también otros productos, entre ellos las infusiones, así que me especialicé en té, yerba mate y café”, recordó e hizo hincapié en que el oro verde fue su principal objetivo, pues le “pareció interesante llevarlo a un marco gourmet”, como ya tenían los otros dos brebajes.
En 2010 Karla publicó la primera edición de “El libro de la yerba mate”, que lleva ya cuatro, (además de una especial y exclusiva para España, que lanzó en 2014, sin traducción en inglés) que describe la historia, elaboración y utensilios utilizados en el ritual del cebado del mate. Además incluye la cata de las diversas marcas comerciales, maridajes y recetas de platos y tragos elaborados a partir de este noble producto.
Y, por supuesto, el texto no pasó desapercibido. Ya en 2011 fue premiado en París, en los Gourmand World Cookbook Awards, en la categoría “Bebida no alcohólica”, pues en ese momento no había un escalafón para libros de yerba mate, por lo que la competencia se generó con textos de agua, por ejemplo. Asimismo, la edición 2013 recibió el galardón “Best in de World”, por mejor traducción en el marco del Gourmand World Cookbook Awards Beijing 2014.
Un mate con Karla
Varias fueron las oportunidades en que Karla recomendó, para tomar un buen mate, respetar algunos pasos. Llenar el mate sólo hasta las tres cuartas partes, taparlo con la palma de la mano y agitarlo enérgicamente para mezclar todos los componentes y evitar que la bombilla se tape. Volverlo a la posición inicial, dejando un pequeño canal en donde se colocará el agua tibia (40º); ubicar la bombilla, bien al fondo y cebar con el agua ya a punto, entre 75º y 80º.
“A mí me encanta el mate amargo, pero también me gusta agregarle flores disecadas de lavanda. Hay buenas propuestas comerciales, pero recomiendo volver a lo que hacían nuestras abuelas, de secar las cáscaras de naranja, plantar en una maceta burrito o cedrón”, confesó la sommelier.
“El mate es una infusión que nos da placer, y dentro de ese placer podríamos decir que existen dos momentos: el del cebador solitario y el de la comunión de manos. En el primer caso, nos invitará a la reflexión, a la introspección. En el segundo, es uno de los mejores símbolos de la amistad. Es abrir nuestra intimidad a otros. Es complicidad”, finalizó.