“Ayudando a otros, me siento mejor”, dijo Alicia Beatriz Chavez (36), que nació prematura y fue diagnosticada con una parálisis cerebral del 80%.Tener la mitad del cuerpo inmovilizado no le impide colaborar en el ámbito de la discapacidad y de buscar la manera de que otros se sientan mejor.
Aseguró que lleva una vida normal “en todo sentido, creo que incluso más que un normal entre comillas”.
La menor de nueve hermanos se crió en San Pedro hasta los 12 años, y al regresar a Eldorado comenzó a concurrir al Centro de Día “Eva Perón” del Kilómetro 1. Veía que en ese espacio había necesidades y que
podía ayudar a los padres, así que formaron una comisión y “me transformé en una colaboradora más”.
“Sin querer queriendo, empecé a hacer cosas. En ese lugar encontré una razón para seguir adelante. Me
di cuenta que lo mío no era tan grave y que con todo lo que me pasa igual podía ayudar. A veces una se
preocupa demasiado por lo que tiene y no se da cuenta que ayudando a otros te hace sentir mejor. Es más gratificante”, agregó.
Por lo general a los chicos les llama la atención la silla de ruedas que Alicia emplea para movilizarse. Entonces un día le planteó a su hermana que quería vestirse de payaso inclusivo para el Día del Niño. “Me ayudó con el traje, empecé a repartir golosinas y juguetes -producto de donaciones- en los barrios, en el Centro de Día, y en el área de Pediatría del SAMIC Eldorado.
“Los chicos no toman a mal que una está en una silla, entonces podía llevar un mensaje que también puede existir un payaso en esas condiciones. En el hospital había un nene en una silla y al verme, gritó: mirá mamá, ¡un payaso en silla de ruedas!,¡como yo!. Entonces dije: estoy yendo por el camino correcto. El chiquito se identificó conmigo”, narró, quien tiene en su haber seis cirugías.
Alicia sostiene que su vida social “es muy dinámica. Tengo muchos y buenos amigos. Me siento incluida, contenida, amada. Tengo una vida linda, y trato que sea fuente de inspiración. Por eso en el Centro de Día digo a los papás que si bien tiene que ser un conjunto de cosas, para que todo funcione, la familia es fundamental”.
La primera vez que fue sometida a cirugía tenía 9 años. “Quizás era un poco tarde, si me operaban de más chiquita tendría más posibilidades. Pero por cuestiones económicas, de distancia, recién se pudo a esa edad. Tenía las piernas dobladas, cruzadas, no me podía sentar, pasé por un proceso largo y doloroso. A pesar de todo eso, evolucioné bastante”.
Recordó que debió estar internada por tres meses y que su madre tuvo que “abandonar” el hogar para abocarse a su cuidado.
“Si bien falta mucho por cambiar, hoy por hoy el discapacitado tiene más posibilidades. Evolucionamos bastante, en el tiempo que nací era todo más complicado”, acotó.
Pero siempre tuvo la mente positiva. “Siempre fui hincha pelotas, quería hacer cosas. Mis hermanas me ayudaron mucho para aprender a escribir. Cuando tenía que ir a la escuela no tuve silla de ruedas. Ellas me llevaban aupa y se quedaban hasta que termine el horario de clases. Siempre digo que corrí con suerte y Dios me bendijo porque fui encontrando personas que me fueron ayudando”, señaló.
Trata de buscar la vuelta a todo, “y digo que no podría superar todo si no tuviera felicidad y fuerza de voluntad. Soy muy alegre. Me gusta compartir con amigos, algo imposible por la pandemia. Me dedico a leer, a escuchar música y a informarme, para tener la cabeza ocupada. De lo contrario, siempre tengo gente en casa, salgo, voy de viaje”. Su última travesía fue a la Virgen del Cerro de Salta junto a Angelina y a Yessica.
Mientras planifica estudiar trabajo social, su sueño es encontrar un empleo desde el que pueda servir y ayudar a otros, y ser lo más independiente posible porque “no quiero ser una carga para nadie”, aclaró quien vive en una casa adaptada y se ocupa de los quehaceres. “Soy de analizarme bastante, y cuando me agarra el bajón, me pongo a pensar en todo lo que logré”.