Argentinas paralelas. Es lo que parecen vivir los principales dirigentes políticos y muchos funcionarios en ejercicio del poder; y los 19 millones de argentinos que cayeron en la pobreza.
Los primeros hoy están preocupados por las listas de candidatos, las encuestas, la postergación o no de las PASO y cómo erosionar a sus rivales para este año electoral.
La casi mitad de la población, pobre e indigente, está desesperada por conseguir un ingreso que le permita comer, enviar a sus hijos a la escuela, acceder a la atención médica en un contexto de pandemia. En definitiva, a tener al menos un poco de la dignidad que perdieron.
Lo que nos debe preocupar a todos es la “pobreza” de medidas e ideas de nuestra dirigencia para sacarnos de este “pozo” en el que hemos caído, producto de malas administraciones de Gobierno (una detrás de la otra) en los últimos años.
Oficialismo y oposición en cada etapa institucional en algo logran ponerse de acuerdo: en no alcanzar consensos para trazar políticas de Estado que vayan más allá de cada Gobierno, capaces de devolverle la esperanza a tantos millones de personas sumidas en la pobreza. Siguen sin generar las oportunidades para ello y sólo piensan en cómo implementar planes sociales, que subsidian pero vuelven a los más afectados socioeconómicamente más dependientes del político de turno.
La última bandera que agita el Frente de Todos es la suba del mínimo imponible del impuesto a las Ganancias que no llega a beneficiar a los pobres que tiene hoy el país. Sabiendo que esos impuestos que dejan de pagar unos lo pagarán otros porque el déficit fiscal es enorme, con lo cual difícilmente la Casa Rosada ceda recursos que sí van a resignar las provincias. Y se intenta convencer que será para “reactivar el consumo de la clase media”, que seguramente utilizará lo que deja de pagar en impuestos para pagar créditos bancarios o a financieras, tarjetas y otras deudas que tomó para pasar el primer año de pandemia.
Lo único que pasa de generación en generación es la alta estadística de pobreza. Y cada uno le echa la culpa al anterior. Es la “ley” del superado por el contexto y la propia incapacidad. Mientras miles de argentinos enferman, no se educan ni logran construir su sueño de un país más justo e inclusivo que tanto se “agita” en los discursos.
En la Argentina reciente se creó un Consejo Federal Argentina Contra el Hambre, en el que se sentaron políticos, militantes sociales hasta figuras del espectáculo. En febrero pasado tuvieron el primer encuentro de 2021.
Pero siempre se discute cómo utilizar recursos (nacionales y fondos de crédito internacional) para solventar subsidios para las familias con escasos o sin ingresos, como el caso de la tarjeta Alimentar.
No hay un plan de gestión que vaya por la generación de empleo, de incentivo al cuentapropista que quiere emprender, de fomento a la obtención de un sustento digno. Son siempre medidas circunstanciales, de coyuntura (si no es la deuda con el FMI, es el COVID-19 o la herencia, y así vamos) que no atacan de raíz a la pobreza estructural.
Seguramente en la Argentina sobran especialistas capaces de generar ese plan. Hasta ahora, la evidencia muestra que no están entre los que hoy les toca gobernar.
La visita que no fue
Sin una explicación de por qué se bajó minutos antes del vuelo a Posadas, como destino intermedio de Yacyretá, el presidente Alberto Fernández envió el pasado miércoles a un acto por el inicio del hormigoneado en brazo Aña Cuá, al Jefe de Gabinete y al Ministro del Interior. Horas atrás se terminó confirmando el contagio de Fernández por COVID-19.
Es difícil entender las formas en que se maneja el mandatario. De mandar el helicóptero presidencial Airbus H155 que tendría un costo operativo de $345.000 por hora de vuelo; pedir a dos gobernadores (Misiones y Corrientes) que lo acompañen; mover seguridad y ceremonial, para ni siquiera avisar formalmente y que todos se enteren por los medios de su contramarcha.
En la Rosadita no son pocos los que respiraron aliviados del “no viaje” de Alberto, porque si no se verían obligados a aislarse por al menos 10 días ante el contacto estrecho.
Misiones sabe de esas marchas y contra marchas del Presidente. La última que provocó una “herida” que no cierra, es el apoyo -estando en Posadas- a las Áreas Aduaneras Especiales que pasó en pocos días al “vetazo” con argumentos fiscales.
La que sí vino
Sabina Frederic, ministra de Seguridad de la Nación estuvo casi una semana en Misiones. Puso el eje en Iguazú pero recorrió varias localidades por aire y tierra.
Llegó en tiempos de críticas y preocupación por la “frontera colador”. Frederic admitió que “conocía la zona de la frontera en la margen con el Paraná y el río Iguazú pero no conocía la zona de la frontera seca y eso fue lo que el Gobernador quería que viéramos juntos. La realidad del río Uruguay la conocía un poco mejor aunque no la de El Soberbio en particular, pero sí la de otras zonas al sur”.
Basada en informes de fuerzas federales en la tierra colorada, dijo que no advierte nada que deba generar preocupación y aseveró: “Vemos que la situación está bajo control”.
“Si bien efectivamente es una frontera de relativa facilidad de tránsito, no observamos de la información que recogí de Prefectura, Gendarmería y el propio ministro de Gobierno Marcelo Pérez, es que no existe una presión de parte de la población brasileña hacia la de Argentina”, indicó en declaraciones a Canal 12.
Entonces, se inclinó por la hipótesis que persigue el Gobierno misionero: reforzar la vacunación de la población en la zona fronteriza. Sin tener en cuenta que no existe una partida que refuerce las dosis para ese fin.
Sabina Frederic, en definitiva, cerró el diagnóstico y claramente no realizó anuncios tan esperados por quienes ven con preocupación la permeabilidad fronteriza, porque concluyó que “todo está bajo control”.
Si la respuesta no viene, habrá que ir a buscarla
No hay señales de Matías Kulfas. El Ministro de Desarrollo Productivo de la Nación no comunicó a Misiones sobre una eventual reunión tripartita con directivos de Beira Río, la gigante del calzado de Río Grande do Sul (Brasil). Hasta ahora siempre fue Nación y empresa. La Provincia la busca para ofrecerle distintas alternativas de radicación, promociones que ya lanzaron los municipios y los que pueda aplicar la Gobernación para ayudar a convencer a los empresarios de quedarse en la tierra colorada.
Por ello, Oscar Herrera Ahuad gestionaría una reunión directamente en el despacho de Kulfas en Buenos Aires, para profundizar las negociaciones que la Nación hizo con Beira Río en las últimas semanas.
La presión desde las Municipalidades a la “Rosadita” es mucha. Sin embargo, la respuesta no está en Misiones. Está en la Ciudad de Buenos Aires.