En esta lección, concerniente al ritmo respiratorio, Mataji Indra Devi citaba estudios médicos sobre efectos de los elementos tóxicos que se acumulan en el organismo, que sumados a una insuficiencia de oxígeno causan gran parte de nuestras enfermedades, destacando que en la mayoría de esos estudios surgía una relación con los principios del Yoga acerca de la respiración, la dieta, el ejercicio y la higiene externa e interna, como los basados en la respiración profunda y la ingestión de mayor cantidad de agua, frutas frescas y vegetales.
También nos advertía Mataji que un suficiente consumo de oxígeno ayuda a prevenir el deterioro físico y mental en edades avanzadas, añadiendo que “si sabemos respirar bien también podremos reducir la tensión, la fatiga y otras molestias relacionadas con la falta de confianza en nosotros mismos que deriva en falta de confianza en Dios”… ¡nada menos!
En este sentido, la Maestra refería que “desde hace muchos siglos los yoguis desarrollaron la ciencia o el arte más completo y detallado de respirar que haya conocido la humanidad”.
Sin entrar a considerar las facultades extraordinarias que los yoguis pudieron haber alcanzado, Mataji estimaba que las personas corrientes podemos lograr cierto control del cuerpo y de la mente con una respiración profunda y rítmica, agregando que “la respiración es el único contacto directo que tenemos con el mundo exterior, ya que todo lo demás llega a nosotros merced a las impresiones producidas en nuestros sentidos. Como el aliento es de naturaleza cósmica, si lo utilizamos conscientemente, podemos establecer un contacto entre la Tierra y el Cosmos dentro de nuestro mismo cuerpo”.
Pero aclaraba que esto requiere un trabajo constante, cuidadoso y adaptado a las limitaciones de los occidentales, por lo que pondremos nuestra atención en la práctica de la respiración profunda y especialmente de la respiración rítmica, “que también favorece la circulación y el fluir de esa energía vital misteriosa que en sánscrito se llama Prana y que significa Aliento y Energía Absoluta”.
A esta fuente de toda energía, vitalidad y poder nos referiremos en la próxima nota.
Ahora respiremos profundamente en nuestro espacio y tiempo de calma, predisponiéndonos a celebrar el nacimiento del Salvador con plena conciencia de su verdadera y profunda significación.
Namasté.