Siguiendo el transcurso de la clase de yoga con el profesor José María Ansaldi, notamos que los estiramientos, la movilización articular y el desbloqueo muscular no sólo facilitan la respiración sino que también aumentan nuestra capacidad respiratoria, favoreciendo la desintoxicación y el fortalecimiento en lo físico, mental y espiritual.
Aquí el profesor nos recuerda que el cerebro necesita oxigenarse tres veces más que el resto del cuerpo, motivo por el cual una respiración deficiente afecta sus funciones y nos encontramos con falta de memoria y capacidad de concentración, bajo rendimiento intelectual, fatiga mental, ansiedad, temor y hasta desequilibrios; por consiguiente hasta lo espiritual también se resiente.
En cambio un organismo bien oxigenado beneficia todos los procesos biológicos y psíquicos y favorece la irrigación cerebral, con lo que disponemos de mayor flexibilidad mental y capacidad resolutiva.
Asimismo, quienes practicamos yoga sabemos que con la respiración no sólo incorporamos oxígeno, sino también el prana o energía vital universal.
Por eso en nuestra vida diaria, como extensión de lo aprendido en clase, debería ser una práctica habitual la respiración profunda, completa, suave, silenciosa y lenta. Bastaría con sólo prestarle atención unos momentos para mantener y mejorar la salud, aumentar la memoria y la claridad mental, disminuir la falta de elasticidad toráxica y ayudar a prevenir numerosas enfermedades. Y mejor aún si tenemos oportunidad de hacerlo al aire libre. Y a la mañana temprano… ¡ni te cuento! Entonces… ¡aprovechemos cada vez que nos acordemos!
Ahora en clase con el profesor Ansaldi estamos experimentando la respiración yóguica baja y media (diafragmática y costal) que refuerza el tejido de sostén de los órganos, mejora la movilidad intestinal y la digestión, ayuda a la circulación y calma el sistema nervioso.
Además, en todas las posturas la mente se predispone a recibir energía de vida en la inhalación, enviarla a todo el cuerpo y particularmente a alguna zona con problemitas, para luego dejar ir todo lo negativo y perjudicial en la exhalación. De este modo, en concentración, percibimos que la inhalación es estimulante y la exhalación es relajante; que esta respiración estabiliza la mente y ayuda a controlar los sentidos; que refleja nuestros estados emocionales porque si estamos tranquilos es suave y rítmica, pero en estado de perturbación se vuelve agitada e irregular.
Los asmáticos en particular, cuya respiración se mueve en la parte alta del tórax, trabajan la zona baja y media para recuperar y reforzar la función del diafragma.
El profesor recalca que para respirar adecuadamente el cuerpo debe estar derechito y relajado, la cabeza en equilibrio y el tórax sin tensiones porque el yoga es suavidad, e indica que hay que respirar con el diafragma, que es el principal músculo respiratorio, para lograr mayor amplitud y ventilación pulmonar así como una mejor purificación de la sangre. Además, insiste en que una correcta respiración tiene un gran valor terapéutico y previene enfermedades cardíacas, porque “vivir es respirar y respirar es vivir”.
Y precisamente, en este momento de la clase llegamos al pranayama, que es el control del prana o energía vital por medio de la respiración consciente y en estado de concentración. En sus diversas modalidades, el pranayama nos otorga paciencia y serenidad, alivia el insomnio, acrecienta la energía y el optimismo y previene varias patologías.
Luego seguimos respirando con el ritmo tranquilo que nos ayuda a dejar de vivir siempre con la memoria del pasado, porque sentimos que la vida es la energía en el presente, que siempre respiramos en presente, que la realidad está en el aquí y ahora, que si relajamos la mente se alivia la tensión nerviosa y también la ansiedad por el futuro.
Así, con la mente y el cuerpo relajados, podemos percibir la paz en nuestro interior. Y precisamente la relajación será el tema de la próxima nota. Ahora, con cada inhalación introducimos las vibraciones de paz y armonía de la Naturaleza y el Universo, nos reunimos con ellos en cada exhalación y sentimos profundamente que la paz mental conduce a la felicidad, como dice el profesor Ansaldi. Namasté.
Colabora
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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