A medida que transito este camino de la gestión colaborativa de conflictos compruebo que si bien es fácil entender conceptualmente la idea, por dentro continuamos elaborando estrategias competitivas y excluyentes en las que sólo hay lugar para uno. El desafío pasa por cultivarnos con algunas prácticas personales que nos permitan el cambio de percepción.
John Paul Lederach, a fin de desarrollar estas capacidades, propone trabajar en ver los problemas presentes como una ventana.
Es decir, ver la situación inmediata sin que nos abrumen o empujen las demandas de las situaciones que se presentan.
Esta práctica requiere cierta habilidad para evitar la reacción que nos lanza hacia una solución rápida, como así también las angustias que impregnan los relacionamientos a medida que el conflicto va escalando.
Lederach, nos da tres claves para llevar a cabo esta práctica:
1) La capacidad de mirar y ver más allá de los problemas que se presentan.
2) La empatía para entender la situación de la otra persona o grupo aunque sin involucrarnos en la espiral de sus angustias y temores.
3) La capacidad para crear opciones de respuesta que tomen en serio los problemas emergentes, aunque guiadas por la necesidad de soluciones rápidas.
¿Ahora bien, cómo hacemos todo esto? Visualizando los problemas presentes como una ventana. Las ventanas, continúa Lederach, son importantes en sí mismas, pero cuando estamos ante ellas, rara vez las observamos. Vemos a través del vidrio y dirigimos nuestra atención hacia lo que se encuentra más allá.
De la misma manera, la propuesta es no fijar la atención inicialmente en el problema en sí mismo para buscar una aparente solución rápida sino ver a través de ellos para enfocar la escena que se encuentra más allá de la situación inmediata.
Esto nos ayudará a distinguir entre el contenido del conflicto y su contexto y los patrones relacionales que allí se desarrollan, diferenciando lo que se ha llamado el contenido sintomático de una crisis y el proceso emocional que lo sostiene.
Distinguir estos dos aspectos nos permitirá separar la persona del problema y así darle el tratamiento que cada uno requiere.
Si actuamos ante el conflicto, convencidos que son ventanas de oportunidades, un cruce con una persona puede ser una posibilidad de trabajar hacia adentro y conocernos para lograr la auténtica paz, la primera, la paz con nosotros mismos.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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