Cuando el que manda afirma que el que evade es un héroe, cuando el que gobierna sostiene que no deben existir regulaciones, cuando el que administra libra a su suerte a las empresas y usuarios bajo el “verso” de la competencia, lo que seguramente pasará es un desorden en el que cada quien hace lo que le sale, lo que interpreta y lo que le conviene. Una suerte de sálvese quien pueda.
Bajo esas premisas semanas atrás la Nación desreguló el servicio de transporte de pasajeros de media y larga distancia y los efectos ya se están viendo, aunque quizás distan mucho de los promocionados por el Gobierno.
Lo que sobresale hoy de la desregulación sobre este rubro es el retaceo de pasajes gratuitos a personas con discapacidad existentes desde 2014.
Muchas empresas dejaron de entregar pasajes amparándose en que, a partir de la publicación del decreto que desreguló el sector, no tienen la obligación de hacerlo porque dejaron de ser un “servicio público”.
Al ver los efectos de su medida, el Gobierno afirma ahora que multarán a las líneas que no entreguen los tickets. Pero la cuestión de fondo es y será siempre, durante este mandato, la consecuencia de haber fijado rumbo bajo la premisa de sálvese quien pueda.