Un trabajador muerto y su padre muy mal herido, fue el saldo de un ataque a tiros que ocurrió a comienzos de marzo pasado en un paraje en las afueras de Comandante Andresito. Los dos sospechosos del hecho son el dueño de la chacra y su capataz, quienes están privados de su libertad y ahora ya cuentan con prisión preventiva.
Según pudo saber este Diario, días atrás el Juzgado de Instrucción 3 de Puerto Iguazú a cargo del magistrado Martín Brites, dictó la medida al hombre de 74 años y a su empleado de 39. El primero se encuentra con prisión domiciliaria desde los primeros días de mayo, mientras que el segundo permanece tras las rejas.
Ambos se encuentran imputados por el delito de “homicidio simple y homicidio en grado de tentativa, ambos calificados por el uso de armas de fuego, todo en concurso real con tenencia ilegal de armas de fuego”. Cuando ambos acusados fueron a indagatoria se negaron a declarar.
Fue el 3 de marzo pasado cuando una joven de 21 años y pareja de la víctima fatal, Hugo Goncalves (25), se presentó en la comisaría de Andresito a denunciar que los había encontrado aparentemente sin vida al fondo de una chacra en Paraje Cabure-í. El que había llevado a la joven hasta el lugar fue el capataz, pero sospechosamente no quiso entrar con ella a la seccional y se retiró del lugar.
La policía encontró sin vida a Hugo Goncalves y a pocos metros de allí a su padre, de 48 años, con lesiones aparentemente por armas de fuego pero aún con vida. Lo trasladaron al hospital SAMIC de Eldorado donde quedó internado con lesiones por perdigones en la espalda y una lesión gravísima en un ojo producto del impacto de un proyectil.
En tanto el cuerpo de su hijo fue remitido a la Morgue Judicial de Posadas, donde la autopsia confirmó que tenía más de 60 lesiones por los perdigones. Los investigadores tenían que reconstruir lo que había sucedido y en base al relato de la joven pudieron saber que esa tarde, su pareja y su suegro estaban en la chacra para trabajar con tabaco.
Hugo Goncalves era empleado del dueño, mientras que su padre anteriormente había trabajado allí. Tuvieron diferencias cuando el hombre los acusó de robarle tabaco, pero en realidad todo fue un malentendido que los distanció de todas maneras.
El hijo volvió a trabajar con él y le cedió un pequeño espacio para que plantara tabaco para sí, mientras vivía en una cabaña en el ingreso a la chacra.
Fue en esa construcción de madera donde llegó la joven aquella tarde del 3 de marzo. Como no encontró a su pareja se dirigió hacia el fondo de la chacra y lo vio en plena tarea junto a su padre, que a veces solía ir a ayudarlo. Les cebó tereré y luego regresó a la cabaña.
Horas después observó que el patrón pasó hacia el fondo al mando de su camioneta. Cuando regresó se detuvo junto a ella y le dijo que había divisado dos cuerpos y que le iba a avisar a su capataz para que la llevara a ver.
En ese momento llegó el hombre y la subió a la camioneta, pero le dijo que observara pero que no se bajara, porque lo mejor iba ser ir a denunciarlo a la policía.
Los indicios indicaban que patrón y capataz podían ser los autores y por ello los detuvieron. En la vivienda del patrón en la zona fabril de Andresito incautaron una serie de armas de fuego y un equipo de videovigilancia hogareña para peritar los movimientos.
Los investigadores también trabajaron en el lugar del hecho y hallaron perdigones incrustados en los árboles. Fueron analizados para saber si eran del mismo tamaño que los retirados del cuerpo de la víctima.
El patrón tenía antecedentes por violento y había pruebas acerca de su temperamento. “Déficit en el control de emociones y necesidad de descarga directa de las mismas”. Esto se supo a través de una pericia psicológica en una causa anterior en la que el hombre fue denunciado por su hijo por episodios de violencia, amenazas de muerte y de hacerlo desaparecer.