Del corazón de la tierra colorada a Rosario, el puerto más concurrido del país. Ése es el recorrido de la yerba mate que elabora, en forma completamente orgánica, Diego Szust Kasiukevich junto a su familia.
“Yemarí” se gestó abrazada a la historia que comparten muchos misioneros. La añoranza del terruño cuando estudiar obliga a migrar.
La búsqueda de una carrera instaló a los hermanos de Diego en la tercera ciudad más poblada del país y, como muchos, aguardaban impacientes la llegada de la encomienda que los acercaba un poquito a la tierra colorada y, por supuesto, la yerba estaba siempre, siempre presente.
Como un mate con el oro verde misionero no pasa desapercibido, fue necesario enviar un kilo más, y luego otro. Y un par de paquetes se convirtieron en packs.
Pero había más. Una chacra familiar en Villa Svea, “la villa” a la que llegaron desde Bonpland colonos inmigrantes que escucharon de un lugar donde la tierra era fértil, donde crecía yerba mate en forma natural, en medio del monte, un rincón al que llamaban Yerbal Viejo.
Entre 1913 y 1914, suecos, noruegos, finlandeses, dinamarqueses, italianos y franceses llegaron a este recoveco obereño, que pronto supo tener su propia escuela, estafeta de correos, destacamento policial, iglesia, siempre mediante el trabajo de los primeros pobladores y, entre ellos, el abuelo de Diego, Jacobo Kasiukevich.
Bases sólidas
Los registros dan cuenta de yerbales con plantas de hasta cien años, lo que habla de la nobleza de esta especie.
La búsqueda de comodidades, escuelas, trabajo, había llevado a Diego y sus padres a mudarse al centro de la ciudad y dejar “un poco de lado” la chacra.
Pero las bases para la producción estaban. Igual que la venta. Solo había que tomar la decisión y dedicarse.
Y así fue. Diego asumió la responsabilidad. No fue sencillo, seguro que no. Asumió el compromiso de trabajar en forma agroecológica, cuidando del medio ambiente y la salud de los consumidores, y hoy “Yemarí” ya no es solo un paquete de yerba en una encomienda que llega a un estudiante para acercarlo un poquito a sus pagos. “Yemarí” son pallets que se transportan para acercar la tierra colorada a más de un rincón argentino e, incluso, del mundo, porque la constancia y la responsabilidad, abrieron nuevos mercados, más allá de las fronteras.