Sencilla y humilde, como una característica de su vida, la destacada doctora Jane Goodall llegó a Misiones por primera vez en su vida. Y, aunque aclaró que a sus 90 años no sabe cuántos más estará en esta tierra, prometió volver para estar más tiempo en la selva paranaense.
La mujer llegó desde Chile a Puerto Iguazú, en el marco de su gira en la que busca adhesiones a la protección del medio ambiente y los programas que lleva adelante su fundación. Fue invitada por el IMiBIO, UNaM, Temaiken, Ministerio de Ecología y el Gobierno de Misiones para dar la charla llamada “Razones de esperanza”.
En medio de un auditorio repleto de asistentes, tras ser declarada madrina del IMiBio por la presidenta del Instituto, Viviana Rovira; también fue designada huésped de honor tanto municipal como provincial, por el intendente Claudio Filippa y el gobernador Hugo Passalacqua respectivamente.
A propósito de la biodiversidad misionera, en casi una hora de disertación que incluyó preguntas de algunos de los presentes, la investigadora que hizo historia con su estudio de los chimpancés en África y su relación con los humanos, destacó sobre la tierra colorada: “Se que estamos en uno de los puntos calientes de la biodiversidad, con una selva muy linda con tantos animales como yaguares, tapires, coaties, aves. Sé como son y también que esta hermosa selva está protegida de la amenaza del tráfico animal en la frontera con Brasil y Paraguay”.
Es que Goodall advirtió que la triple frontera “es un área muy fácil para el tránsito ilegal de las especies por parte de cazadores furtivos. Así se destruye a la biodiversidad”.
En la provincia, el Instituto Jane Goodall tiene activo su programa “Raíces y Brotes”, un plan educativo ambiental que fomenta que todas las personas entren en acción para vivir en un mundo mejor. Fomenta a jóvenes y no tan jóvenes a desarrollar acciones a nivel local para luego terminar en una red.
Sobre la iniciativa, Goodall contó como nació: “Suelo encontrarme con jóvenes en escuelas y universidades. En los ´80 perdían la esperanza y dos de ellos me fueron a ver a Tanzania preocupados por diferentes cosas: algunos por la falta de viviendas, los cazadores furtivos, la corrupción, el modo de trato a perros y gatos en las calles. Les dije que me encanta Tanzania pero ustedes que son de acá, junten amigospara hacer algo´. Y así se reunieron con 30 amigos con los que nació ´Brotes y raices´”.
“Lo que comenzó con dos estudiantes hoy creció y alcanza actividades en 70 paises”, resaltó.
Trabajar duro, aprovechar las ventajas y no rendirse
Jane Goodall recordó su infancia. Nacida en Inglaterra previo a la Segunda Guerra Mundial, formó parte de una familia de escasos recursos.
En toda la charla, trajo la figura de su madre como la gran impulsora y apoyo a su sueño, en tiempos donde las mujeres no podían emprender el camino de Goodall con facilidad.
Desde niña estuvo interesada en los animales y la conservación. Su sueño de pequeña fue llegar a visitar África. En ese camino, lejos de la multimedia que hoy se ofrece a los más pequeños, la formación vino leyendo libros. “Teniamos poco dinero y mi madre me compró muchos libros acerca de los animales. Eran muy pobres para comprarlos nuevos, pero los sábados a la tarde fui a un lugar donde vendían libros usados. Cuando tenía 10 años, encontré uno que se llamaba ´Tarzan y los simios´, todos lo conocen. En esa época no habia libros y lo leí de punta a punta. Me enamoré apasionadamente de la hitoria y de Tarzán. ¿Qué hizo Tarzán? ¡Se casó con la Jane equivocada! Por supuesto que sabía que no había un Tarzán pero asi empezó todo. Pensé, ´voy a crecer, iré a Africa, viviré con animales salvajes y escribiré libros sobre ellos´. No se podía pensar en una niña científica en esa época”.
Ser mujer y querer incursionar en la investigación científica de pequeña ya constituyeron obstáculos en su vida. “Todos pensaban que era una niña, que las chicas no hacen cosas como esas, me decían ¿por qué no soñas con algo que puedas lograr? Pero mi madre me dijo lo que yo transmito a los jóvenes del mundo: si están en situaciones difíciles y particulamente si son niñas, tenés que trabajar muy duro, tomar ventaja de cada oportunidad y, si no te rendís, encontrarás el modo de hacerlo”.
Sin poder ir a la Universidad como el resto de sus compañeros, Jane consiguió hacer un curso de secretaria. Consiguió un trabajo con la idea de reunir fondos para ir a África. Y llegó la invitación a visitar Kenia de una compañera de su escuela.
“Me dije ¡sí! Pero me costaba dinero y en Londres no lo iba a poder juntar. Hoy en día también es dificil juntarlo en Londres. Pero volví a casa, trabajé de moza en un hotel donde la gente venía del norte después de la guerra a la costa sur, a vacacionar en el mar. Estoy totalmente segura que todos sabían que estaba juntando dinero para ir a África porque me dejaron buenas propinas. Pienso que me llevaron 6 meses para juntar el dinero. Había aviones pero salían muy caros. Así que mi primer viaje fue cuando tenía 23 años en barco. Tener 23 años en esa época, es como tener 17 hoy. No había estudiantes viajando por el mundo como hoy”.
Estando en África, fue al Museo de Historia Natural y conoció al paleontólogo Louis Leakey, que investigaba fósiles de los humanos. El científico la indagó hasta concluir que era la indicada para ser su asistente. La vio tan decidida, que la invitó a “un safari al medio del Serenguetti, que se hacía cada verano, al lugar muy famoso donde se encontraron los primeros restos de humanos y fósiles de animales”
“Alrededor de un fogón, fue cuando Leakey decidió que yo sería la primera que iba a ir a estudiar a los chimpancés. Él creía que hace 6 millones de años había criaturas tipo humanas y que los humanos siguieron un rumbo en la evolución y los simios, otra. Él decía que si yo encontraba comportamientos similares, quizás era por una herencia de comportamientos”.
Y así fue que consiguió el apoyo financiero para emprender la misión. “Nos llevó un año planificar, no tenía título en esa época y yo debía recaudar dinero. Y un filántropo americano nos dio el dinero para 6 meses. Pero, el segundo problema: lo que hoy es Tanzania era Tanganica, un protectorado británico. Y vieron que yo era una niña, sola, en el bosque, por lo que me negaron la posibilidad. Leakey no se rindió y debieron encontrarme una acompañante: fue mi madre la voluntaria, un apoyo real”, reveló Jane.
Después de cuatro meses, Goodall sintó que “no había respuestas” del trabajo y el vínculo con los chimpancés o simios. “Mi madre me dijo que estaba aprendiendo más de lo que creía: que hacen nidos por las noches, las frutas que comen, cómo se movían, etc”, reflexionó.
David Greybeard abrió la relación con la especie
Su mamá Margaret falleció dos semanas antes que “David Greybeard” (un macho con mentón gris), se convirtiera en el primero de su especie en abrirse con Jane y cumplir la meta de relacionamiento con simios.
Ese encuentro con David marcó un antes y un después en la ciencia. “En este día mágico, lo vi probablemente a la distancia de esta habitación, estaba sentado arriba de un termitero. Sacaba tallos y ramas para introducirlas al termitero para comer termitas. Era la forma de mostrar la elaboración de herramientas”, recordó Jane.
Agregó en ese sentido que “en esa época, la ciencia ha determinado que los humanos somos los únicos que hacemos y usamos herramientas. Esa afirmación acercó a la National Geographic que financió la investigación. Así, gracias al chimpancé David fui conociendo a los demás chimpancés, cada uno era diferente. Conocí más y más de su comportamiento y son muy parecidos a nosotros. Hoy sabemos que compartimos el 98,7% de la composición del AND con ellos, son nuestros parientes más cercanos”.
Y sostuvo que “se comunican sin palabras, abrazan, besan, se dan palmadas, los machos son muy dominantes y compiten por quien es más dominante. Sacuden puños y parecen los políticos de hoy en día”, lo que despertó risas y aplausos de los presentes.
“Me encantaba ver la relación entre madre y crías. La madre tiene el primero a los 13 años y uno cada cinco años. Se transportan las crías en la espalda de la madre y maman hasta que nace el siguiente. Durante la niñez aprenden la cultura. Los jóvenes aprender al observar, imitar, practicar como lo hacen nuestros niños. Estaba bastante shockeada y horrorizada de darme cuenta que son como nosotros: tienen un lado oscuro y agresivo, son capaces de matarse, tienen una guerra primitiva”.
Pero también sostuvo que “tienen compasión y una parte amorosa, son capaces de mostrar verdadero altruismo como cuando un macho adulto adoptó a un pequeño cuando su madre murió, aunque no estaban unidos de sangre”.
Un cambio de vida
Hace más de 30 años, Jane Goodall decidió dejar su vida en África para salir a militar la preservación del ambiente. Ya titulada como doctora en Cambridge, etapa de estudios donde los profesores cuestionaron sus investigaciones previas, un evento modificó su vida: “En 1986, en una conferencia, me di cuenta de que había otros seis lugares de África donde se estudiaban chimpancés. Y en todos bajaba el números de chimpancés porque se talaba la selva. Ahí ingresé como conferencista y salí como activista. Algo pasó dentro mío y me pregunté qué hacer”, reveló.
“Recaudé dinero de la National Geographic y me junté con gente de otros lugares. Hay mucho tráfico de animales, les quitan bebés para el tráfico de mascotas. En aquellos días me di cuenta que la gente se adentraba cada vez más a los bosques y destruía su hábitat. Los chimpancés se contagiaron con enfermedades infecciosas como el HIV, el ébola con los gorilas y se extendió a chimpancés y humanos. La penetración a los bosques llevó a la expansión de enfermedades y se transmitan entre chimpances y hombres o al revés”, advirtió.
Después, llegarían acciones para que las comunidades se autosustentaran y defendieran los recursos naturales, lo cual sigue muy vigente, pero con miles de personas ayudando a su causa.