El tercer encuentro de los miembros de la familia Borszcz comenzó ya en la mañana con la llegada de los primos, quienes se reconocían entre sí, recordando sus lazos familiares y compartiendo historias sobre sus padres, abuelos y bisabuelos.
La alegría y la emoción palpitaban en el ambiente mientras los asistentes se ponían al día y estrechaban lazos que el tiempo y la distancia no habían logrado romper.
La gastronomía fue uno de los puntos destacados del encuentro. Los participantes disfrutaron de una deliciosa parrillada checa, con una variedad de ensaladas, que acompañaron perfectamente a la carne servida por el restaurante. La mesa dulce fue un toque distintivo de pastelería delicatessen y casero que cada prima amasó y horneó para la mateada. Al mismo tiempo se sortearon regalos, lo que añadió un toque de diversión y sorpresa a la jornada.
Pero el tercer encuentro de primos Borszcz no solo fue una oportunidad para disfrutar de buena comida y compañía, sino también un momento para fortalecer los lazos familiares y crear nuevos recuerdos. La esperanza de todos los presentes es que estos encuentros continúen, manteniendo viva la historia y la unión de la familia Borszcz por muchas generaciones más.
La diversidad de la familia
La familia Borszcz, originaria de Ucrania, mantiene vivas sus costumbres en relación a la buena comida casera. Entre los primos, se encuentran tanto personas formadas académicamente como comerciantes, docentes, productores de yerba mate, té y otros productos de la tierra como jengibre y frutales.
Este año, el encuentro fue especialmente diverso como los dos anteriores, con la participación de primos que llegaron desde Paraguay, Mendoza, Entre Ríos y Buenos Aires.
Santiago Sánchez Borszcz, uno de los bisnietos de Jacobo (el abuelo patriarca que falleció a los 102 años), relató que la organización de este evento requirió de un gran esfuerzo conjunto. Junto a Rosy -otra prima obereña- y al resto de los primos, coordinaron la reunión a través de un grupo de Whatsapp que incluye a más de 60 primos.
Este esfuerzo de colaboración aseguró que el encuentro fuera un éxito, aunque muchos quedaron en el camino. Por supuesto, faltaron primos de otras provincias, de Estados Unidos como los de Ucrania que aún no conocen nuestra tierra.
Rosa Guidakoff que vino con su familia desde Puiggari, Entre Ríos, y sus hijos Jorge y Hugo, escribió en el grupo: “Nos quedamos con ganas de más horas para ponernos al día y conversar, se hizo corto y terminó muy pronto”.
Todos ya sueñan con organizar el cuarto encuentro para el año venidero.
Rosita Zunkowski, de Eldorado, es experta en los deliciosos panecillos (pampushké), y compartió la receta cual “obra maestra de la repostería tradicional ucraniana”. Recomendó a sus primas hacerlos en casa, dado que ella manifiesta que es sencillo cocinarlos por lo que motiva a que lo preparen.
Conectar con nuevas generaciones
Una de las historias más emotivas relatadas en algunas mesas fue la del encuentro ocurrido en marzo pasado, cuando Alicia Cybulka Borszcz junto a su esposo Eduardo, tuvieron la oportunidad de conocer a su prima Nataly Koval, de Lutzk, Ucrania, en una isla de Italia. Ella había escapado de la guerra con siete meses de embarazo y había reconstruido su vida en la Isla D’Elba de Italia.
Nataly es bisnieta de la tía Barka, que nunca vino a Argentina, pero, como sus hermanos Jacobo, Isidoro, Juan y Nina que nacieron y vivían en Ucrania.
Alicia relató cómo fue pasar esas 24 mágicas horas junto a Nataly, en viaje desde Roma, vivida con gran emoción junto a sus dos niñas Anastasia (10) y la bebé Anna (2), junto a su esposo también ucraniano. Fue una experiencia inolvidable.
Nataly los recibió con una sopa borszcz (de remolacha) y otros manjares, y juntos disfrutaron de paseos por la isla y largas charlas sobre la familia en Ucrania y en Argentina. El amor y la conexión instantánea que sintieron fue como si hubieran vivido juntas toda la vida. ¿Serán los genes?, se preguntaron quienes oyeron el relato.
Los primeros encuentros
En la infancia de muchos sexagenarios, o incluso de las franjas etarias que siguen, los primos recuerdan los encuentros que eran espontáneos en la casa del tío Juan, el que tuvo en su haber 21 hijos (con dos esposas). El almuerzo terminaba en la canchita con fútbol, mateada y buena música, donde María, que ahora vive en Aristóbulo del Valle, tocaba su acordeón al tiempo que la acompañaban otras guitarristas. Con el mate no faltaban los arrollados con canela, ricota y otras variedades, como los cañoncitos de membrillo, otra especialidad de las mujeres.
En los años 90 empezaron los encuentros con los primos en la casa del tío Jacobo, de Gobernador López, junto a tres primos que por fin conocieron personalmente y que vinieron de Lutzk, Ucrania: Alexander, (hijo de Barka) con sus hijas Tania y Svetlana. Los anfitriones entonces en Gobernador López eran Higinio y Sara (la hija de Dominga y Jacobo) que recibían con mucho amor y el encuentro era toda una emoción y sorpresa para toda la familia.
“La formalidad de la mesa iniciaba siempre con una oración a Dios en gratitud por todas las bendiciones que se recibían: salud, trabajo y alimento”, nos compartía Constante, uno de los hijos de Jacobo.
Había manjares caseros, y a la parrilla iba lo que se carneaba de la chacra, ensalada rusa, tortas y largas charlas, música, y la infaltable foto grupal en la escalinata de la casa. Allí la pregunta más escuchada era “¿Hijo de quién sos?”, dado que muchos de la nueva generación aún no se conocían.
Jacobo disfrutaba festejar su cumpleaños en familia, y los saludos de quienes no llegaban el mismo día, duraban -personalmente- más de una semana. Nadie se quería perder el abrazo del tío Jacobo. Cuando él cumplió 100 años, lo acompañaron 200 parientes, llegando a compartir la fiesta un tataranieto.
Armar el árbol genealógico es tarea nada sencilla, pero en la memoria contabilizan a Barka que quedó en Ucrania, y a quienes vinieron en dos tandas en barco que son: Jacobo, Isidoro, Juan y Nina.
Momentos memorables
Después de la comida, el grupo se reunió para inmortalizar el momento con una sesión de fotos, en el Parque de las Naciones, de Oberá. La alegría y la camaradería quedaron reflejadas en cada imagen retratada también antes del almuerzo, por grupos del árbol genealógico por cada familia, por franja etaria y perteneciente a cada uno de los hijos de Catalina y Demetrio.
Posteriormente, la mesa dulce deleitó a todos con una variedad de postres que cerraron el encuentro con broche de oro. Todas las damas de las familias llevaron sus manjares para la hora del mate o té después del almuerzo, compartiendo panes, budines, cañoncitos y pampushké con ricota y pasas de uva. (*)
Para capturar la magnitud del evento, se utilizó un dron que tomó impresionantes vistas aéreas, dejando un recuerdo visual imborrable de este especial encuentro familiar.