Atravesado por las sospechas que deja el caso Loan Danilo Peña en Corrientes, este martes se conmemorará un año más, en todo el mundo, el Día Internacional contra la Trata de Personas.
La efeméride fue establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2013, en busca de erradicar uno de los flagelos más vergonzantes de una humanidad que se pretende civilizada. Pero a la luz de los acontecimientos, hay que reconocer en estos once años hubo muy pocos avances.
El tráfico de personas es un grave delito y una grave violación de los derechos humanos. Cada año, miles de hombres, mujeres y niños caen en las manos de traficantes, en sus propios países y en el extranjero. Prácticamente todos los países del mundo están afectados por el tráfico, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas.
Y Misiones no solo no es la excepción sino que, producto de su situación geográfica, con fronteras internacionales ocupando un 90% de su perímetro, se convierte en un punto de atracción de este tipo de delitos.
“Misiones es un lugar de paso”, planteaba días atrás en la FM 89.3 Santa María de las Misiones (la radio de PRIMERA EDICIÓN) la coordinadora de Prevención, Protección y Asistencia a Víctimas y Testigos de la Trata y Tráfico de Personas de la provincia, Constanza Yudar, quien precisaba también que solo en el primer cuatrimestre de este año se registraron 29 casos en la tierra colorada.
Si bien se suele asociar la trata de personas específicamente con la explotación sexual, también abarca otras formas de sometimiento de unas personas sobre otras: trabajos o servicios forzados, servidumbre en niveles análogos a la esclavitud o incluso la esclavitud misma, sin olvidar el creciente mercado de seres humanos para la extracción de órganos.
Todas ellas prácticas que no deberían existir ya ni siquiera en nuestra imaginación pero que, en la práctica y según las cifras oficiales, no solo no remiten en pleno siglo XXI sino que lamentablemente no dejan de crecer.