Dos reconocidas empresas de termos en Argentina emitieron un comunicado en conjunto alertando sobre la circulación de recipientes que no cumplen con los requisitos para conservación de líquido y posterior ingesta de mates. Resulta que el Código Alimentario nacional requiere el uso de acero inoxidable de calidad 304 para contenedores de líquidos destinados al consumo humano.
Por ello, en Buenos Aires hubo operativos donde se incautaron réplicas de baja calidad de termos de “acero inoxidable” que se comercializaban a bajo precio. La venta de este tipo de productos es algo que se replica en todo el país, incluso en Misiones. Sobre este consumo, advierten que puede ocasionar reacciones alérgicas por la exposición al material degradado.
Manipulación de metales
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN el doctor en Ciencia y Tecnología, Mario Rosenberger, explicó que los termos de acero tienen una vida útil que “se pueden determinar por dos motivos, uno porque pierde su capacidad térmica. Por otro lado, la alteración del material”. En su manipulación, señaló que “los termos para el mate están preparados para contener agua caliente, pero si agregamos algún ácido, como jugo cítrico o producto de limpieza, eso puede alterar el material”.
Al tener dos capas, una interna y otra externa, el acero inoxidable “es un material muy noble, que resiste a los agentes agresivos, a estos químicos”, añadió. Sin embargo, algunos elementos, como la sal (el cloruro de sodio), “produce una reacción química que puede llegar a deterior la capa protectora”.
Rosenberger mencionó que en algunos de estos termos “puede llegar a percibir que se oxida, cuando que en un acero inoxidable de calidad eso no debería pasar”. Sumado a esto, el mal uso de estos materiales “puede hacer que la vida útil se acorte”.
A su vez, existen otros tipos de termos o recipientes metálicos que se usan para tomar tereré y estos “suelen ser de una calidad intermedia, que resiste bien una gaseosa o jugo cítrico. El problema aparece cuando uno quiere poner algo caliente con sal, como una sopa. Eso puede deteriorar el material más rápido”.
Con una capa doble, externa e interna, el investigador resaltó que en ambos casos “el material debería ser el mismo, para evitar una corrosión galvánica, que ocurre cuando uno pone dos materiales distintos en contacto”. En ello, pueden verse pequeñas manchas oscuras “pueden empezar a desconfiar del material”, agregó. Asimismo, pueden fijarse en la soldadura porque es ahí “donde se ve antes que nada si esto está hecho con un material defectuoso o una parte defectuosa en el componente, porque donde está la soldadura se oxida más”.
Por otra parte, están aquellas ollas y utensilios de cocina que pueden llegar a desgastarse. Al momento de cocinar durante mucho tiempo recordó que “en general lo más nocivo es la sal”. También, la limpieza es fundamental, pero “si rayamos con una virulana o cuchillo, en ese lugar rayado el acero inoxidable pierde su característica protectora”. De tal forma, recomendó ser cuidadosos y evitar raspar las ollas porque se daña su capa protectora.
En materiales como el teflón y “el clásico enlosado que solían tener algunas cacerolas deben tener su cuidado. Eso puede exponer el material durante un tiempo y alterar durante un tiempo sus propiedades”. Más allá de eso, aclaró que van a dañar la comida o afectar en gran medida a las personas.
Con termos y recipientes metálicos, el doctor Rosenberger precisó que los componentes básicos son hierro, carbono, níquel. En su exposición a estos materiales aleantes, “para algunas personas eso puede ser sensible y que tengan alguna reacción alérgica”. No obstante, este tipo de situaciones no son tan habituales.
¿Qué pasa con los plásticos?
Desde el programa de celulosa y papel del Instituto de Materiales de Misiones (IMAM), la doctora María Evangelina Vallejos contó a este Diario que al comprar una botella de plástico de agua o jugo en un comercio la etiqueta aclara que “son materiales descartables, de un solo uso”. Pero en la práctica, es usual que la gente use esa botella para cargar agua en la heladera, para hacer hielo y “son usos para los cuales no está clasificado”.
En cuanto a si es posible que ocasionen un daño al reutilizarse, relató que es un tema a avanzar porque las empresas productoras “no garantizan ni estudian esto, porque cuando las venden tiene una utilización específica con los requerimientos que tiene que cumplir durante su vida útil (usar y desechar)”. En cuanto a riesgos, mencionó que aún se están elaborando técnicas de análisis para medir “los microplásticos que pueden generarse por el uso indebido de estas botellas”.
Acerca del plástico y cómo puede ir degradándose, Vallejos comentó que “cuando nosotros empezamos a usarla para otros fines, probablemente ya el material de esa botella comienza a degradarse”. A su vez, indicó que “los golpes, la exposición a altas temperaturas, todo eso hace que su estructura se vaya degradando”.
Asimismo, recordó que “en los plásticos, la tasa de recuperación en reciclado es muy baja no llega al 10%”.