La psicóloga Isabel Silveti, a cargo del programa Juego Responsable del Instituto Provincial de Lotería y Casinos (IPLyC), alertó sobre el aumento del juego online entre los adolescentes y la falta de control de los padres en el uso de dispositivos digitales.
En diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, la profesional remarcó la necesidad de trabajar en red para prevenir este tipo de adicciones y brindó recomendaciones como la importancia de dialogar con los hijos, supervisar su uso de dispositivos y buscar ayuda profesional de ser necesario.
“Los adolescentes han encontrado las apuestas como una alternativa lúdica y de buscar dinero. No es una novedad que dentro del deporte, por ejemplo, se esté apostando, pero nunca hubo tanto auge en un público tan joven”, remarcó Silveti. Y es que la edad promedio de inicio es 13 años, haciendo un‘pico’ más fuerte a los 15 aproximadamente, “pero es un promedio, no quiere decir que antes no haya“.
Además, las apuestas se dan mayormente en varones, “aunque no quiere decir que no hay casos de mujeres: hay mujeres viendo partidos de la Liga de Holanda, para ver si salió o no salió ganador este equipo o el otro”, contó.
Esto se debe, según ella, a “la facilidad que tienen los jóvenes de contar con un dispositivo electrónico de uso libre y sin control, sumado a billeteras electrónicas que permiten que entre ellos se pasen dinero, más allá de usar el dinero que consigan por otros medios diversos. Entonces, se juntan estos elementos para que sea muy sencillo acceder”.
Además, apuntó, todo ello se maneja desde el ámbito de la ilegalidad: “Hay que tener en cuenta que estamos hablando de plataformas que no son habilitadas por loterías provinciales: en el caso de Misiones, tenemos habilitación en tres sitios web, que a la hora de crear un usuario está el RENAPER constatando que la persona que se está logueando sea quien dice ser, mayor de edad y con el nombre y apellido puntual”, pero en internet hay acceso a muchas más plataformas sobre las que no hay control.
“Entonces, se conjugan muchos elementos para dar esta facilidad a los jóvenes de ingresar a estos sitios y empezar a apostar, ya sea en apuestas deportivas o bien en otros tipos de variedad de juegos, de lotería, de casinos”, lamentó.
“Los establecimientos educativos son los que se han dado cuenta en primer lugar. Por lo menos, nosotros como programa hemos tenido información directa de esta situación desde septiembre del año pasado: los docentes nos refieren que los jóvenes juegan, incluso adentro del aula, en clase, en el recreo, a toda hora”.
Aclaró que todavía no hay cifras concretas sobre esta tendencia en Argentina, ya que recién “se están empezando a hacer los estudios de prevalencia de la población adolescente que está afectada por el juego en una instancia de su vida donde no debiera estar presente”.
Además, este fenómeno es una de las denominadas adicciones invisibles, porque es más difícil de detectar por el involucrado, pero también por su entorno. Y en este caso, “antes de que se manifieste esa adicción, ya puede haber un problema de consumo de la mano de deudas o malestares. En el peor de los casos, el joven se siente atrapado entre tantas deudas con números que, por supuesto, son inmanejables para ellos”
“Son personas que están en una instancia de desarrollo, no cuentan con las mismas habilidades que nosotros. Se podrán comportar como adultos, podrán exponer criterios como adultos, pero no son adultos”, advirtió Silveti.
Para ella, “lo que es interesante de esta cuestión es también analizar que el juego de azar está muy asociado a una vida muy digital y de consumo de juegos en otros formatos, ya sea videojuegos o juegos sin dinero, sin olvidarnos de que los videojuegos son extremadamente adictivos y requieren de mucho control” parental.
A ello se suma “el poderoso bloque publicitario, que no solamente registra en tu navegación por internet cuáles son tus gustos, sino que con esta publicidad extremadamente intrusiva, te va a seguir compartiendo. Si vos ya tuviste contacto con estas plataformas de juego de azar, te va a seguir mandando publicidad de las mismas porque forma parte de tu interés. Entonces, es importante que los adultos entendamos que navegar por internet a través del celular no es tan inofensivo como a veces lo queremos ver. Y que los jóvenes no tienen todas las herramientas para discernir sobre qué sí y qué no, cuándo sí y cuándo no”
“Es importante recalcar que el celular no es un dispositivo que yo le doy (a mi hijo) como que él tiene derecho a tenerlo y yo no puedo tener ningún cuidado con el dispositivo. Cuando hablamos de herramientas de prevención, es importante dejar en claro que yo le estoy dando un dispositivo móvil a un menor de edad que lo conecta con todo, absolutamente con todo, con todo lo sano y con todo lo enfermo. Entonces, ¿qué actitudes tengo yo como adulto cuidador?”
“Hay un sentido de ‘tranquilidad’ para muchos padres con el hecho de proveerles dispositivos electrónicos a los jóvenes: las dificultades que hay en la paternidad, de atenderlos, de escucharlos, de resolver sus problemas, de repente se ven silenciadas cuando ellos están frente a una pantalla, ya sea consumiendo alguna plataforma o bien jugando un videojuego. Y esa facilidad esconde miles de perjuicios que tiene la sobreexposición que están teniendo los jóvenes a los dispositivos electrónicos: como no hay padres que los proteja en esa situación, quedan inmersos en un constante círculo de placer, porque el celular es un elemento con características adictivas, las redes sociales tienen características adictivas, los juegos tienen características adictivas. Entonces, en un cerebro que está consumiendo una droga digital sin parar, obvio que no va a querer parar“, describió la psicóloga Isabel Silveti.
¿Qué señales o comportamientos se observan en los menores que podrían indicar que están involucrados en este tipo de actividades?
Sobre todo, Silveti mencionó “cambios de humor muy fuertes y retraimiento, porque ellos sienten vergüenza al manifestar esto. Los profesionales que están en instancia de tratamiento nos referenciaron de jóvenes con ideación suicida, porque, enredados entre tantas deudas, han pensado en matarse como mejor solución. Entonces, la gravedad de la situación es grande. Si al adulto le cuesta controlar el uso de dispositivos, imaginémonos los jóvenes, con un cerebro que está totalmente en desarrollo y que además la conducta que está teniendo de abuso de dispositivos electrónicos va a repercutir a nivel neurológico”.
“Los docentes ya nos referían, ya hace como tres años, que los pibes llegan dormidos a la escuela, que están en clase y se duermen en los bancos. ¿Por qué? Porque no hay padres que controlen, no hay padres que cuiden, no hay padres que quiten celulares, no hay padres que se informen. Entonces, los chicos están manejándose solos, haciendo lo que pueden. Y los docentes se contactan con nosotros para pedir ayuda“, lamentó.
“La responsabilidad no es de los jóvenes, la responsabilidad es de todos: los docentes, que se están ocupando, pero también de los padres tienen que tomar conciencia de que proveer un dispositivo electrónico es una herramienta que requiere de mucha información para que nosotros no les estemos dando un perjuicio a nuestros chicos sino una herramienta que la pueden usar temporalmente y según la edad. Y no es una cuestión de que los padres los quieren dejar solos y les importa un comino: es que realmente ser padre es muy difícil, no las sabemos todas”
Consejos para padres
Silveti insistió en que “dar un teléfono a un chico no es darle solución a los problemas, es darle una herramienta que es extremadamente compleja de manejar y que los jóvenes no están capacitados para manejarla con libertad. Entonces, es muy importante poner conciencia y cada uno desde su lugar empezar a indagar cómo yo ayudo a mi joven con los dispositivos: ¿Cuándo dárselo? ¿Cómo supervisar?“.
“La principal recomendación es dialogar con nuestros hijos sobre cómo están utilizando los dispositivos, con quién están hablando, qué sitios web están visitando. Eso lo tiene que supervisar cada familia. Así como supervisamos a qué casa va, dónde estuvo, quiénes son sus amigos, lo mismo debo hacer en la web”, remarcó, aclarando que “no se trata de entrar al chat y revisarle conversación por conversación, que sería violar la intimidad de mi hijo, a excepción de que estemos hablando de un chat con una persona sospechosa (…) de grooming”.
Insistió en que “es necesaria nuestra participación activa. Y si no sabemos cómo dar respuesta, buscar ayuda con un profesional que nos ayude. Porque nosotros no nacemos sabiendo, vamos aprendiendo a medida que va pasando el tiempo”, cerró.