El aumento del 13% de la pobreza en el país en solo dos meses, del 44% pasó a 57,4% en enero según el Observatorio para la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), plasmó en números el sufrimiento de más de la mitad de los argentinos que tratan de salir a flote después de la devaluación de diciembre, la inflación impresionante, la recesión económica que deja a la gente sin trabajo y la retracción de la demanda del trabajo informal.
En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, el vicepresidente de Cáritas Posadas, el sacerdote Alberto Barros admitió que la situación es crítica y el horizonte inmediato es calamitoso. “La perspectiva es de un febrero donde la pobreza seguirá aumentando, estamos hablando de una mayoría importante del pueblo argentino en situación de pobreza, donde no solamente los pobres son mucho más pobres sino que también hay una clase media sencilla que ha dejado de ser clase media y desgraciadamente pasó a engrosar el dolor de esta inmensa cantidad de gente en situación de pobreza”, indicó.
El religioso, conocido por su trabajo solidario en terreno, indicó que “capaz alguno se enoje con lo que digo, pero a mí me generó mucha indignación que el Gobierno celebre el superávit financiero porque es una mentira. No podemos celebrar el déficit cero cuando el costo fue no haber gastado nada en lo que la gente necesita para vivir. Un déficit cero a costa del hambre y la salud de la gente es una gran mentira y una gran fantasía que no se puede sostener en el tiempo”.
Según precisó, “se habla de 27 millones de argentinos en la pobreza, no son números, son personas concretas, niñas, niños, jóvenes, abuelos… y todo esto implica un deterioro de las personas muy fuerte, no solo es la dificultad para acceder a los alimentos, también es no tener medicamentos, la dificultad y para muchas familias la imposibilidad de adquirir los útiles adecuados para mandar a sus hijos a la escuela. Todo esto genera un deterioro de las personas muy fuerte y peligroso. Estamos en un problema muy grave en Argentina”.
“Insensibilidad impresionante”
Para Barros, el recorte de la asistencia nacional a los comedores “revela una insensibilidad impresionante, ojalá cada familia pudiera adquirir con sus ingresos los alimentos y no tuviéramos necesidad de comedores en Argentina. No es porque la gente no quiera trabajar o no quiera salir adelante; al contrario, en el mundo de la pobreza la mayoría quiere salir adelante, buscan changas y hacer lo que pueden pero ni remotamente les alcanza para lo básico”, aseveró.
El sacerdote cuestionó el ajuste a la asistencia alimentaria “como dijeron los obispos, el alimento no puede ser una variable de ajuste económico… es una barbaridad que para llegar al famoso déficit cero se haga a costa del hambre y destruyendo la salud de la gente. Que se jacten que no hubo déficit… ¿pero con qué consecuencias? más gente enferma, que no tiene para comer, que no tiene para cubrir las necesidades básicas de su familia”, lamentó.
Barros explicó que la ayuda alimentaria a través de los movimientos sociales y organizaciones barriales no se normalizó y ya pasaron casi tres meses.
“El Gobierno firmó con Cáritas un convenio que en realidad es un convenio que viene desde hace mucho tiempo y que representa un monto pequeño comparado a lo que iba hacia los otros comedores porque los espacios de merienda en el marco de apoyo escolar para los chicos que tiene Cáritas son los menos en proporción a los comedores que hay en los barrios. La mayoría de los comedores son administrados por organizaciones barriales y movimientos sociales que prestan un servicio admirable”, explicó.
En este contexto, el religioso advirtió que desde el Gobierno nacional “argumentan que falta transparencia pero no es difícil controlar las cosas, con el cuento que puede haber alguna desviación se corta todo y que la gente pase hambre, eso es una locura. También el corte de asistencia a las provincias que generó un parate en muchas cosas que implicó la pérdida de trabajo de muchas personas en la construcción… es muy duro lo que está pasando”.
“Se acerca gente de clase media que nunca pidió ayuda antes”
Muchas familias pasaron a ser pobres a partir de estos últimos meses y eso se evidencia en la demanda de ayuda alimentaria. “Hay mucha más demanda de ayuda en los distintos equipos de Cáritas parroquiales, en los espacios de merienda, de almuerzo… porque la gente no tiene cómo adquirir alimentos y medicamentos. La verdad es que se hace muy difícil responder a una situación de una emergencia social muy grave. Y lo que más llama la atención no es solo el aumento enorme de demanda de asistencia de ayuda inmediata sino también que se acerca gente de clase media que hoy está en situación de pobreza y que nunca antes se acercó a una parroquia o a un comedor a pedir ayuda… y hoy lo hacen con mucha vergüenza y dolor porque no tienen opción”, contó el padre Barros.
La situación es compleja para la mayoría, “algunos jubilados reciben ayuda de sus hijos porque tienen una jubilación que fue recortada brutalmente en estos dos meses. También los salarios perdieron valor adquisitivo… los que trabajan en la informalidad, tampoco están consiguiendo ‘changas’ porque la clase media cuida mucho más el gasto. Es un panorama muy duro”, analizó.
Ajuste sobre el pueblo sencillo
Para Barros, que no te preocupe el dolor de la gente “es propio de personas absolutamente insensibles que en el fondo no les interesa el dolor de la gente y solo tiene en su cabeza números y que en definitiva esos números y su déficit cero están beneficiando a sectores poderosos que no son precisamente el pueblo más sencillo a quienes en campaña electoral se les dijo que el ajuste no sería para ellos sino para la casta, la política y a los poderosos”.
En este contexto, advirtió que “el brutal ajuste del Gobierno de Milei cae sobre la mayoría del pueblo sencillo argentino, esto fue un engaño electoral que no se puede tapar con supuestos logros que se festejan falsamente”.
Durísimo, el religioso señaló que a este diagnóstico crítico hay que agregarle una violencia política inusitada, “es la primera vez en mi vida que veo que un presidente actúa con tanta violencia, desprecio y descalificaciones a personas, con una desproporción de fuerzas increíble”.
Presidente tuitero y violento
Barros describió a Milei como un “presidente tuitero que no recorre las provincias, que no toma contacto con los pobres y parecería que vive en el mundo de la fantasía, de X, y otras redes sociales, con una desconexión de la realidad increíble y que cuando algo no le gusta, se desata una violencia inusitada. El problema de la violencia institucional es que genera una violencia hacia abajo muy grande, porque tenés un montón de gente que ciegamente escucha a quienes gobiernan y replican esa misma violencia y se acrecienta en nuestro país una grieta que me preocupa mucho, justamente cuando tenemos que estar más unidos que nunca”.